Entre corazonadas y caramañolas

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Por Julio Anselmi

“Inspector Diamond Gerace y el Edificio del Sol”, de Javier Aguirre. Galerna. Buenos Aires, 2012.

En el centro de Buenos Aires explota un edificio, una gran y moderna torre de departamentos. Entre las montañas de escombros, los gritos y la desesperación, se desviven los operativos de seguridad y rescate. La policía en alerta convoca a todos sus agentes. Y entre ellos está Diamond Gerace, un inteligente, sensible y desquiciado inspector, absoluta, ostensible, inevitablemente dependiente del brandy.

Es este personaje, que debe recurrir en cada momento a su “rueda de auxilio líquida”, sea en botella de litrillo o en su infaltable ajuar de caramañolas, quien llegará a develar el enigma a través de no pocas desventuras, siempre poniendo en acto sus precisas corazonadas. Cuando su escultural ayudanta le recuerda que la institución policial se ciñe no a las corazonadas sino a los métodos de investigación, Gerace atinadamente le responde que “lo mejor que tiene el método es que, si no te apartas de él, nunca tendrás que darle explicaciones incómodas a tu superior”. A lo que la muchacha replica que “el método es el mapa que evita que nos extraviemos en medio de la búsqueda”, y da pie a Gerace para sentenciar que “si el método es un mapa para no perderse en el camino de la investigación, la corazonada es un atajo. Y sólo desdeña un atajo quien no tiene apuro en llegar”.

En medio del misterio inextricable del atentado al Edificio del Sol, en medio de cadáveres, policías errados o errabundos, y de las situaciones absurdas que obligan al pobre inspector a una sed insaciable, Javier Aguirre construye una novela ágil, inteligente y sumamente entretenida.