editorial

Golpe simbólico contra la Rural 

Es sabido que el gobierno nacional cultiva los golpes de efecto y las decisiones de impacto tendientes a entusiasmar a su platea. Esa táctica mantiene a tropa junta e ilusionada y corre el foco de la opinión pública de las cuestiones de fondo. Para el logro de estos objetivos poco y nada importan los reparos legales. El reciente decreto de la presidente anulando la venta del predio ferial de Palermo de la Sociedad Rural Argentina (SRA), se inscribe en ese marco. El gobierno kirchnerista -que va a cumplir diez años en el poder- ha descubierto de un día para el otro que la venta del predio en cuestión estaba viciada de insanable nulidad. Por otra parte, como fue emitido, el decreto presidencial es claramente confiscatorio, y por lo tanto viola cláusulas constitucionales.

La SRA es una institución histórica, creada en el siglo XIX por empresarios rurales modernizadores, decididos a impulsar el progreso nacional. Su nacimiento fue saludado por personalidades como Mitre, Sarmiento y Avellaneda y no es casual que haya sido durante la presidencia de este último que se resolviese entregarle a la flamante entidad el predio de Palermo. Los aciertos y errores de sus conducciones gremiales, hoy son motivo de debates históricos, pero en ningún caso lo sucedido en el pasado autoriza la toma de decisiones inconstitucionales.

Por otra parte, a nadie escapa que no han sido esos supuestos errores los que movilizaron al gobierno a tomar esta iniciativa, sino la participación de la SRA en la lucha del campo desde 2008. Lo sucedido es una represalia más contra el sector.

El gobierno insiste en que el decreto que autorizó la cesión del predio se concretó a precio vil y con procedimientos irregulares. El tema es hoy analizado por juristas, pero más allá de las consideraciones técnicas del caso, queda claro que si lo sucedido en 1991 era objetable, lo correcto hubiera sido agotar las instancias judiciales abiertas. Por el contrario, la presidente prefirió recurrir al recurso del decreto, mientras sus seguidores festejaban la simbólica y victoriosa batalla librada contra los representantes de la “oligarquía”.

No deja de llamar la atención la obsesión del gobierno por atacar a sectores claves de la economía nacional. Hoy el campo representa al sector más moderno y competitivo de nuestra economía, el sector donde más se ha invertido en tecnología y en el que se introdujeron más innovaciones, motivo por el cual de allí proviene el cincuenta por ciento de las divisas que ingresan por exportaciones.

Y mientras esto ocurre en la Argentina, en países como Brasil y Uruguay, representantes del gobierno y empresarios rurales discuten cuáles deben ser las medidas que se deben adoptar para mejorar la producción e incrementar las exportaciones. Así se explica que hoy Uruguay exporte más carne que Argentina, mientras que la presidente Dilma Roussef alienta a sus empresas de alimentos para que se expandan por el mundo.