Al margen de la crónica

La palabra insurgente

El poeta argentino Juan Gelman, de 82 años, acaba de reunir toda su poesía en un solo volumen. Veintinueve libros, que van desde su primer poemario “Violín y otras cuestiones” hasta “El emperrado corazón amora”, de 2010. Miles de palabras como símbolo de supervivencia y de resistencia.

Un libro de más de 1.300 páginas, con el título de “Poesía reunida”, publicado por Seix Barral, que está alimentado por una larga vivencia y memoria, el conocimiento del dolor, la dictadura, el exilio o el amor, pero sin furia o palabra utilitaria o social, porque, en opinión de Gelman, “la palabra es insurgente sólo cuando toca el corazón”.

“La palabra es una forma de resistencia por el mero hecho de existir, y, ahora que estamos en una época terrible, se podría correr el peligro de que ocurriera como pasó en América Latina o cuando triunfó la revolución en Cuba, cuando, en ocasiones, la palabra se convirtió en panfleto”, explica el poeta.

En este sentido reconoce estar de acuerdo con Paul Eduard, quien cuando estalló la guerra de Corea en 1950 y los poetas comunistas franceses le preguntaron por qué no había escrito protestando, él contesto que sólo se podía escribir cuando las circunstancias externas coincidían con las del corazón.

Y es que Juan Gelman ha conocido de cerca el dolor, con una vida laberíntica, especialmente bajo las garras de la dictadura militar argentina, con su exilio, la desaparición de su hijo y su nuera embarazada. Hace pocos años recuperó a su nieta. Pero a ese dolor siempre lo convirtió en ternura.

“Se suele ser revolucionario en el modo de la rabia: Juan Gelman lo es sobre todo en el modo de la ternura”, dice Jorge Riechamn del autor de “Gotán”.

Una vida muy creativa y prolífica la de Gelman. “Creo que es la insatisfacción la que me sigue haciendo escribir, porque sigo persiguiendo a la ‘señora’ (la poesía) porque no logro alcanzarla ni por la cola”, asegura con humor este escritor que ha estrujado el lenguaje llevado la palabra poética hasta las cuerdas y volteado el lenguaje creando neologismos y “verbalizado” sustantivos.

.Queda así toda una vida abrochada en estas cientos de páginas que a su autor le provocan una cierta insatisfacción. “Uno se mueve todo el tiempo y se siente en otro punto cada vez. Ahora miras y ves que lo que hiciste años atrás no refleja este momento, aunque también hay que decir que uno escribe siempre lo mismo pero de manera diferente”.

“La definición de Sor Juana Inés de la Cruz es muy acertada. Ella habla de una continúa espiral sujeta al viento de los tiempos; y en realidad, uno escribe sobre pocas cosas, que son obsesiones, y que a medida que pasa el tiempo se van viendo desde otro lugar de la espiral y eso exige nuevos modos de expresión”, recalca.

El escritor y periodista sostiene que la poesía es autobiográfica: “todo lo que uno vive se incorpora, pero como decía Proust, el que escribe es un desconocido que tenemos al fondo, y la experiencia de la vida despierta la imaginación y esa imaginación explora y busca su expresión”.