Los modismos

Enrique José Milani

El origen de la palabra “modismo” habrá de buscarse en el giro constantemente repetido “modo de hablar”; es decir, cierta característica particular del español que se evidenciará en los ejemplos que presentamos a continuación: quedarse en pampa y la vía, en un santiamén, salirse de la vaina, pasar las mil y una, estar de parabienes, salirle el tiro por la culata, no ver dos en un burro, de rompe y raja, no decir esta boca es mía, como quien oye llover, a cencerros tapados, en menos que canta un gallo, etc.

Si analizamos el nivel cultural de estos dichos, vemos que es muy variable: los hay cultos, populares, fáciles de entender, otros que necesitan explicación, y están los que se acercan al nivel de verdaderos tecnicismos y se necesita tener ciertos conocimientos para desentrañar su sentido como en cantarle uno las cuarenta, a cada triquitraque, a traque y barraque, etc.

¿Es posible determinar el momento en que hicieron su aparición en el español? Decididamente no. Ellos se pierden en la nebulosa de los tiempos. Además, el testimonio sólo podría encontrarse en los comienzos de la lengua escrita. Sabemos que los idiomas, particularmente los antiguos, tuvieron largos períodos netamente orales. Eso sí, podemos presuponer que en esas hablas ya existían los rasgos caracterizadores, pues, aunque en algunos idiomas no son tan abundantes como en el nuestro, es imposible pensar que no hayan teñido de color propio las hablas particulares. En otro tiempo, esta especial manera de expresión en la lengua castellana recibió el nombre de “idiotismo” (del griego, idios, particular).

Modismos podemos encontrar en los primeros escritores castellanos, por ej.,en el Poema de Mio Cid: “Una niña de nuef años a ojo se paraba”( “a ojo”, al ojo, cerca, a la vista); “a ojo han el mar” (a la vista, cerca), “si non perderiemos aún demás- los ojos de las caras” (modismo pleonástico, es decir, con términos innecesarios, pero que otorgan gracia o vigor a la expresión); en La Araucana, de Alonso de Ercilla: “àapretando los dientesàninguno quiere estar de partida al otro mundo”; en Juan de Valdés: “Muy larga me la levantáis” (alargáis o complicáis mucho el asunto); y en San Juan de la Cruz: “les nace muchas veces cierto ramo de soberbia oculta” (gesto, expresión de soberbia).

El vocablo modismo se registró en la lengua castellana desde la segunda mitad del siglo XVIII. Hasta entonces se llamaban “idiotismos”, término que existe en todas las lenguas, aunque el español prefería el de “hispanismo”. Agregamos otros más: de rompe y raja, hacer la parada, gastar pólvora en chimangos, bajar(le) el copete, como Pedro por su casa, como quien oye llover, no dar pie con bola, ver(le) la pata a la zota, sacarlo vendiendo almanaques, sin el pan y sin la torta, quedar de capa caída, estar hecho un ogro, salirse de la vaina, ahogarse en un vaso de agua, cantar para el carnero, no ver dos en un burro, ser más loco que una cabra, hasta el caracú, ser pura pluma (o espuma) como el chajá, bolear cachilo, hacerse el chancho rengo,

A continuación y como resumen, trataremos de caracterizar este especial “cliché” expresivo. Siguiendo a Julio Casares, que estudió a fondo las cuestiones que plantean los modismos, trataremos de caracterizarlos. Algunos afirman que la característica principal es su intraducibilidad, aunque no siempre, pues muchos resultan ser préstamos, como “de bote en bote”, del francés, “de bout en bout”. Otra característica es la inalterabilidad. Sucede en casi todos los casos, pero hay excepciones, pues primero se dijo “beber de codo”, luego, “alzar”, “levantar”, y ahora “empinar el codo”. Una tercera, es que se trata de una fórmula pluriverbal, por lo menos compuesta por dos palabras, aunque estos casos son contados: “de chiripa”, “de carambola”, etc.

Y por último, se señala su valor esencialmente metafórico, es decir, la capacidad de trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita. Si decimos “echar leña al fuego” para mantenerlo vivo, el sentido es recto; pero si con ello quiero significar que intento “exacerbar los ánimos” o “encender rencillas”, entonces se aprecia el carácter metafórico de dicha expresión. Cerramos esta nota con algunos modismos más: pisar el palito, a la que me importa, a la buena de Dios, tenerlo de hijo, para el lado de los tomates, no dejarse pisar el poncho, hacérsele el campo orégano, no entender un pepino.

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Letras animadas procedentes de “Rebus Charivariques” y del “Petit Journal pour rire”, París, 1986.