Tribuna de opinión

Debemos respetar la Constitución

Juan Daniel Stella (*)

Como todo ciudadano con inquietudes, interesado en la concreción de un país mejor, más solidario, más inclusivo, más igualitario en el cual se respeten los principios, derechos y garantías constitucionales, en el que las libertades individuales no fueren sólo una expresión de deseos, es necesario bregar en forma colectiva por un cambio de actitudes, de conductas, por acciones políticas razonables, coherentes y con verdadero contenido institucional, social y un profundo respeto por la diversidad de opiniones, en definitiva por respeto al otro.

Los acontecimientos suceden en forma vertiginosa y, las distintas circunstancias obligan a todos, esencialmente a quienes ejercen el poder, a proceder y comportarse de manera seria, responsable e inteligentemente. Nada de ello sucede.

Los ciudadanos observamos con suma preocupación la inapropiada reacción de distintos funcionarios y legisladores, en relación a las advertencias de la Iglesia sobre la división de la sociedad y el riesgo de caer en bandos irreconciliables; la injustificada, improcedente y podríamos decir, inmoral crítica a los juicios de los jubilados contra la ANSES. Nuestros mayores reclaman por sus derechos y no solo no se les abona lo que por derecho les corresponde, sino que también son injustamente maltratados; el ataque al Poder Judicial tildándolo de “corporación judicial”, haciéndose los desentendidos sobre nuestro sistema constitucional, que establece la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y la importancia que éste tiene en el control de constitucionalidad. Sin embargo, continúan haciendo oídos sordos a los reclamos de la sociedad, una sociedad cansada de las arbitrariedades y los abusos del poder, del aumento injustificado e injustificable del patrimonio de personas que ocupan puestos de jerarquía dentro del Estado, la inflación, la inseguridad, entre tantas situaciones absolutamente anómalas y desajustadas.

Continuamos observando y escuchando referencias a: “fierros judiciales”; “alzamiento contra una ley de la Nación”, contra fallos que no convalidan los planteos y razonamientos de quienes gobiernan. Además de las indiscriminadas recusaciones sin causa a jueces de distintas instancias. Sin temor a equivocarnos, podemos sostener que son verdaderos atropellos a la República y al orden democrático, que para conseguirlo e intentar su consolidación, los argentinos debieron realizar un gran sacrificio y muchos padecer sufrimientos. Parecería que nada importa. Que solamente importan sus beneficios personales y sectoriales sin tener en cuenta los medios que se emplean ni los resultados que tales acciones pueden acarrear al conjunto de la sociedad.

Es necesario, fundamental y de gran importancia mantener la estabilidad institucional que es algo que conseguimos entre todos, fue una acción colectiva y no de grupos o personas que intentan arrogarse el derecho y el mérito de algo, respecto de lo que, a mi entender, poco tuvieron que ver. Su incidencia no fue preponderante ni definitiva, ni sustancial. El trato como amigos y enemigos no resiste el menor análisis en una sociedad democrática y exige un cambio de conductas y actitudes. La acción política que llevan adelante, de mantenerse en el tiempo, podría resultar con nefastas consecuencias.

Es incomprensible que un gobierno persiga un alineamiento total de quien piensa distinto. Es de vital importancia un Poder Ejecutivo que ejecute con seriedad, razonabilidad, equilibrio y sentido común; un Poder Legislativo que cumpla acabadamente su función de legislar y no que sólo sirva para levantar las manos cuando se le envían instrucciones y un Poder Judicial que imparta justicia en forma absolutamente imparcial.

Quienes gobiernan deben tener presente en forma clara lo que establece la Constitución Nacional: “Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de la provincias que la componen,... con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad...” (Preámbulo). El trabajo en sus diversas formas gozará la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: “condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada;... El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable...” (Art. 14 bis CN).

Para revertir una realidad crítica, todos y cada uno de nosotros debemos tomar conciencia y sentir, vivir y cumplir la Constitución plenamente y a cada instante, en especial a quienes les toca dirigir los destinos del país.

(*) Abogado, ex presidente del Colegio de Abogados de la Cuarta Circunscripción Judicial de Santa Fe y ex miembro de la Mesa Directiva de la Federación Argentina de Colegios de Abogados.