¿Por qué los planes de Obama afrontan tantos problemas?

 

Con la lengua afeitada

Para encontrar una respuesta se puede recurrir al resultado de las últimas elecciones. En primer lugar hay que poner el foco en las manifestaciones preelectorales de Mitt Romney, el candidato republicano, respecto de los votantes que respaldarían a Obama. Hay que recordar que durante la campaña se expresó abiertamente contrario a la homosexualidad y, al menos, dubitativo con relación al aborto. Tampoco mostró interés por la seguridad social y un sistema solidario de salud, proclamó que encarcelaría y expulsararía a los indocumentados y otras medidas por el estilo. Aun así obtuvo casi el 48 por ciento de los votos porque en los EE.UU. una porción muy importante de la población sigue siendo extremadamente individualista y tiene una clara vocación imperialista. Ya no se trata sólo de los WASP (blancos, anglo-sajones y protestantes). Ahora se les unen muchos católicos conservadores y otros grupos equivalentes. Es un sector de la población que orgullosamente pierde diez o veinte mil connacionales (si es posible, mejor que sean afroamericanos, latinos y asiáticos) en una guerra injusta con tal de mantener su supremacía en el mundo. Y con el objeto de que no le toquen sus propios tributos, no les interesa si no se les cobran mayores impuestos a los pudientes, aunque debido a ello un número aún mayor padezca hambre o se muera por falta de atención médica o no reciba una buena educación. Ese estadounidense sigue siendo el mismo que conquistó el Oeste a punta de revólver y usó todo el poder del ejército para exterminar a los aborígenes. Si no se consideran estos aspectos en el análisis, los argentinos jamás podremos entender lo que ocurrió esta semana en el Congreso de ese país.