“La solidaridad entusiasma”

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Padre Olidio Panigo

A sus 48 años, desde hace poco más de una década es el Delegado Episcopal en la Basílica de Guadalupe. Oriundo de Emilia, encaró junto a la comunidad guadalupana la restauración del Santuario y la recuperación del Festival Folclórico que el último fin de semana alcanzó con éxito su edición de Plata, con miles de personas.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. MANUEL FABATIA.

 

Recorrido. “Cuando me ordené sacerdote, el primer destino que tuve fue la Catedral. Fui como Vicario parroquial, una especie de ayudante del párroco. Al poquito tiempo me mandaron a atender Santa Clara de Buenavista, López y San Mariano, tres pueblos del interior. Fue la primera experiencia pastoral fuerte porque si bien vivía en el Seminario, en Santa Fe, era el responsable de esas comunidades. A veces uno va con los esquemas con que sale del Seminario y la práctica te ayuda a poner pies sobre la tierra; eso fue lo primero y lo más positivo de ese tiempo. Después me fui a Roma, a estudiar Sagradas Escrituras por tres años. Tuve la gracia de hacer un semestre en Jerusalén, en una universidad Hebrea.

De regreso en Santa Fe, ayudé un tiempo en la Parroquia San Juan Bautista y otro tiempo en la Capilla San Jerónimo de Barrio Centenario, mientras daba clases de Sagradas Escrituras en el Seminario. Después fui a Barrio Los Troncos, y a la Capilla Nuestra Señora de Itatí donde estuve cuatro años. En 2002 vine a Guadalupe, hace casi once años que estoy acá”.

Pies en la tierra. “Se puede estudiar mucho, pero más se aprende del contacto con la gente. Conocer respuestas a las tantas preguntas que el hombre se hace a lo largo de su vida no es algo sencillo, la realidad es compleja. Uno puede leer sobre el misterio de la muerte, que para nosotros los cristianos está marcada por la esperanza, pero algo muy distinto es encontrarse con una familia que perdió un hijo. Se puede hablar del sufrimiento, que no tiene una respuesta desde el punto de vista humano -Juan Pablo II decía que el sufrimiento ‘se esclarece’ a la luz del Hijo de Dios que sufrió, no llega a ser respuesta- pero otra cosa es encontrarse con quien tiene un hijo enfermo o con aquel que padece una enfermedad compleja, con quien enfrenta un diagnóstico adverso; realidades muy comunes entre quienes se acercan a Guadalupe. Del mismo modo, es distinto hablar de la obra de Dios a encontrarnos con ella en el agradecimiento de la gente... En Guadalupe uno se encuentra con la obra de Dios de una manera concreta, no sólo con lo que nos dicen las Sagrada Escrituras o con lo que uno puede llegar a leer. Cada persona es un mundo y supera toda teoría. Primero hay que conocer cada realidad, porque no podemos acompañar aquella que no conocemos, porque podemos equivocarnos e incluso, en lugar de ayudar, cargarle un peso más en lugar de ser una ayuda para quien atraviesa una situación. Lo fundamental es la capacidad de escucha”.

En la Basílica. “Llegué en un momento difícil de la Iglesia en Santa Fe: Mons. Storni dejaba la Diócesis y había fallecido el Padre Trucco, quien tras 38 años en Guadalupe era el punto de referencia de la comunidad y era reconocido por su trabajo en el santuario. Yo venía de una parroquia y nunca había trabajado en uno. En medio de esa situación difícil le dije a la gente ‘vengo con temor y temblor’ porque no sabía cómo enfrentar la situación y entendía que la comunidad vivía un momento difícil por la muerte del Padre Trucco. Así, comencé por escuchar, por conocer todo lo que había en Guadalupe y ver qué podía ofrecer con mis características personales. No podía imitar al Padre Trucco, no podía repetirlo porque soy otra persona, pero sí debía tener en cuenta la situación de la comunidad. El gran desafío era cómo acompañarla.

Hoy, creo que el gran reto dentro de una institución es armonizar los valores de quienes la integran. Hoy nos falta esa capacidad de integración; el individualismo de ‘hacer la de cada uno’ está muy presente en la sociedad y tiende a trasladarse a las instituciones. Por eso creo que algo fundamental como sacerdote es ser quien reúne al rebaño y quien lo acompaña en medio de su situación, viendo quién necesita ser acompañado y quién tiene talento para aportar y poner al servicio de los demás”.

El peregrino. “El Santuario no tiene una estructura, se nutre de los peregrinos que vienen de distintos lugares, con diferentes situaciones, a encontrarse con esa presencia maternal y amorosa de la Virgen. Uno debe ser instrumento, quizás meterse lo menos posible para que el peregrino pueda encontrarse de corazón. Podemos enriquecernos de esa fe sencilla que a veces es más profunda que la formada desde lo intelectual porque nace del corazón, porque surge espontáneamente de la situación que está viviendo. La fe del peregrino a veces no necesita palabras, quizás con una mirada, con sólo tocar una imagen se manifiesta en el rostro que denota paz al encontrarse con la Virgen, en la lágrima que manifiesta la necesidad de sentirse acompañado en la situación que está viviendo”.

Festival de Guadalupe. “Recuperar el festival no fue una iniciativa mía, fue darle lugar al interés de la gente de poder reeditarlo teniendo en cuenta lo importante que era para Santa Fe, para el barrio. El entusiasmo y el interés de la gente por recuperarlo nos llevó dedicarle tiempo y esfuerzo.

Reconozco que en algún momento me pregunté si tenía sentido el festival; involucrarme tanto, dedicarle tanto tiempo -sobre todo cuando las primeras ediciones no fueron favorables-. Pero al tener cuenta a la solidaridad como principio del festival cobra sentido. El lema del festival es ‘Un canto solidario’; ver esa solidaridad y vivirla en quienes trabajan y en quienes acercan sus donaciones, es maravilloso. La solidaridad que la gente manifiesta con el esfuerzo es algo que entusiasma. Después está lo otro, el rasgo de la fiesta, algo que el hombre necesita también desde el punto de vista de la fe. Este fin de semana, en el Evangelio de ‘Las bodas de Caná’ Jesús cambia el agua en vino en una boda. Uno podría pensar por qué no utilizó ese tiempo en curar enfermos, después de todo era sólo una fiesta... y Jesús ayuda para que sea posible. Si bien eso no significa que tengamos que vivir de fiesta -el Evangelio no es sólo las Bodas de Caná-, sí nos habla de ayudar a las personas a encontrarse con alegría, a compartir un clima de fiesta que nos renueva y nos ayuda a seguir trabajando y a enfrentar la dura realidad cotidiana. En esta última edición del Festival de Guadalupe, con tanta gente, vimos que salía renovada, agradeciendo lo que había vivido. Eso renueva las fuerzas para comenzar el lunes de nuevo”.

Restauración. “Fue una necesidad. Comenzó con el desprendimiento de una parte del cielo raso que gracias a Dios no trajo consecuencias para las personas pero podría haber sido un desastre. Eso nos llevó a estudiar la realidad del edificio y a encarar un trabajo a fondo en su estructura. Ahora se ven los detalles decorativos que también son necesarios. El exterior de la Basílica se está recuperando con las donaciones de la gente. La necesidad es también una responsabilidad: la Basílica no es cualquier edificio, es un emblema de Santa Fe que tiene más de cien años y es punto de referencia para toda la región. Con frecuencia recibimos a gente que viene desde otros países a casarse en Guadalupe porque tiene una conexión especial con este lugar. De allí que es una responsabilidad presentar bien a la Basílica y es un sano orgullo cuando vienen a sacarse fotos por lo linda que está. También es necesario recuperar el sentido de la belleza que renueva al hombre. El edificio en ruinas desalienta, desanima; un edificio bello nos renueva y nos alienta a seguir adelante”.

ORIGINAL

Olidio José Panigo reconoce que el suyo es un nombre original. Es el quinto hijo varón y, “como todos mis hermanos llevan nombres que comienzan con ‘o’, para mí ya casi no tenían opciones. Como mi mamá se llama Lidia, me llamaron Olidio, un invento familiar”.

En familia

Tiene 48 años, y es sacerdote desde los 24. Nació en Emilia, donde hoy visita a su madre, y a sus hermanos, 16 sobrinos y 7 sobrinos nietos. En Santa Fe une la fe y el deporte: “Dentro del trabajo pastoral que uno tiene, ayuda mucho tener familias amigas con quien compartir; amigos con quienes jugar al fútbol. Estoy participando de la Liga de Profesionales, en el equipo del Coro Universitario. Más allá del deporte, el compartir te hace sentir más distendido”.

así soy yo