En J.J. Paso y Saavedra

Farmacia asaltada en el sur

El golpe fue dado por un delincuente que actuó a cara descubierta, en pleno día. Con mucha serenidad ejecutó el robo, mostrando parte del revólver que llevaba apretado con el cinto del pantalón.

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Adriana, la propietaria, ya tiene mucha experiencia en el tema. Sufrió 20 robos en los 30 años que lleva en la actividad, la mayoría en los últimos tiempos. Foto: Mauricio Garín

 

De la Redacción de El Litoral

La farmacia Ortíz de Zárate está ubicada en la esquina que forman la avenida J.J. Paso y la calle Saavedra, en barrio Sur. En sus treinta años de historia, el local tiene estadísticamente una particularidad muy preocupante: fue blanco de asaltos en 20 oportunidades. “La mayoría de los casos ocurrió en los últimos tres o cuatro años”, cuenta la propietaria, Adriana.

El último robo a mano armada sucedió ayer por la mañana, cerca de las 9.15, cuando en el local estaba la farmacéutica, tres empleados y una clienta.

“Entró un sujeto joven, pero mayor de edad, bien vestido y de buena presencia. Actuó con mucha naturalidad y, a cara descubierta, se acercó al mostrador. Cuando le pregunté qué necesitaba, levantó la parte de adelante de su remera y me dejó ver un revólver plateado que llevaba oculto en la cintura. ‘Esto es muy fácil. Tranquilos. Quiero toda la plata’, dijo”, recordó la propietaria.

“Generalmente nos roban en otros horarios -agregó-, más cerca del cierre del día. En ese momento no teníamos mucho dinero, sólo algo de cambio. Se llevó todos los billetes y los celulares. La que más resistencia opuso fue la empleada de la limpieza, que se indignó cuando el ladrón le pidió que le entregue la plata. ‘¡¿Qué plata, yo estoy limpiando?!’ le gritó”.

En ese momento, una vecina entreabrió la puerta de la farmacia para ingresar, pero al observar la situación dio marcha atrás y escapó para pedir auxilio. Entonces, un muchacho que esperaba afuera al delincuente hizo sonar la bocina, para alertar a su cómplice.

“Me sorprendió la tranquilidad con la que se movió todo el tiempo el delincuente. Siempre tuvo la situación muy controlada y cuando se fue me dijo: ‘Viste que era fácil’. Todo duró unos cinco minutos y quedamos pasmados”, narró la mujer.

“No puede ser que estemos así -se quejó-. Uno termina agradeciendo que no haya golpes. La última vez, en noviembre, agarraron a uno de mis empleados que iba en bicicleta para hacer un reparto. Le robaron los remedios y un poco de plata, pero además lo lastimaron mucho. Hasta le dieron culatazos en la cabeza. Nosotros trabajamos mucho con Pami y hacíamos repartos domiciliarios, pero ya no prestamos más ese servicio. La gente se enojó un poco, pero yo no puedo exponer así a mis empleados”.

“Ahora no sabemos cómo seguir. Pusimos una reja, portero... pero ¿a quién le abrimos y a quién no? ¿Cómo saber quién es un delincuente?”, concluyó.

Departamento saqueado

Ladrones dieron un golpe este domingo a la siesta, en el segundo piso de un edificio ubicado en calle Hipólito Yrigoyen al 2900. Los delincuentes violentaron la cerradura de uno de los departamentos y se llevaron un importante botín: una notebook, un televisor LED de 24 pulgadas, cadenitas de oro y otros efectos personales de valor.