Un apasionado del ferrocarril

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Por su trabajo en el ferrocarril, Jesús debió radicarse en diferentes localidades de nuestra provincia.

 

Cien años no se cumplen todos los días y los familiares de Jesús Burgos, salteño de nacimiento y ex trabajador ferroviario, no quisieron dejar pasar la oportunidad para agasajarlo y recordar su historia de vida.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS.

El 16 de enero pasado festejó sus 100 años Jesús Burgos, junto a su esposa Constantina (quien el 1º de enero celebró sus 80 años), sus 4 hijos, 14 nietos y 4 bisnietos.

Jesús nació en Salta pero a los 16 años dejó a sus padres y hermanos y vino a Santa Fe. Al principio, trabajó estibando leña en los obrajes pero después consiguió un empleo en el ferrocarril, en la Estación Belgrano.

Era limpiacambios, es decir, se encargaba de limpiar los cambios en las vías del tren, motivo por el cual era destinado a diferentes localidades de nuestra provincia como San Justo o Tostado, entre otras. Pero posteriormente trabajó como sereno en el ferrocarril cercano a la Plaza España (donde ahora funciona el Registro Civil), hasta que se jubiló.

Constantina contó cómo se conocieron: “Fue en Petronila, cerca de San Justo. Yo vivía ahí y él había sido trasladado a esa localidad por su trabajo en el ferrocarril. Ahí nos conocimos. Quedamos viviendo ahí y después nos trasladaron a Eusebia, y después nos vinimos para Santa Fe y ya nos quedamos. Esto fue hace como cincuenta años, no recuerdo muy bien”.

Y también explicó que “yo siempre fui ama de casa y me dediqué a criar los hijos. Mi marido trabajaba todo el día y venía recién a la noche a la casa”.

BÚSQUEDA DE FAMILIARES

Margarita, la hija de Jesús, recordó que “cuando mi hermano mayor volvió de estar en la Marina haciendo el servicio militar nos fuimos todos juntos a Salta, en tren, a conocer a nuestros familiares. Como teníamos pase libre pudimos viajar y conocer esa ciudad. Vimos a algunos tíos (el hermano más chico de mi papá, además de otros tíos y tías). Caimos a su casa sin previo aviso. Después, en otra oportunidad vino un hermano de mi papá a visitarnos y después mis papás volvieron a ir a Salta”.

“Pero después perdimos todo contacto con ellos”, lamentó, y continuó: “Supongo que ahora, con Internet, podremos volver a estar comunicados. Hay muchos Burgos en Salta y por eso es difícil la búsqueda”.

Por último, contaron cómo fueron los festejos del centenario de Jesús. “Papá estaba pendiente de los días de la semana antes de su cumpleaños y se lo veía ansioso por que llegara el 16. Ese miércoles, vinieron todos mis hermanos, aunque el de Reconquista no pudo hacerlo, y papá también estuvo con sus 14 nietos y 4 bisnietos. Los nietos le hicieron un pasacalles para el festejo”, contó Margarita.

Y finalmente, destacó que “es un hombre buenito, calladito, tranquilo. Si le preguntás sobre el ferrocarril te empieza a contar todo lo que recuerda. Te lleva y te trae con el relato. Él ama a su ferrocarril. Con mi mamá son bastante compañeros. Está muy bien de salud aunque sólo tiene un problema en la vista porque se le cayó uno de los párpados y él se ayuda con la mano para poder ver, a pesar de que se operó hace varios años. Sin embargo, lee el diario en el sol, sin problemas. También mira la tele y nos avisa cuando ya se le cansa la vista”.

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Cuando el hijo mayor de Jesús volvió de hacer el servicio militar en la Marina toda la familia viajó en tren a Salta a visitar a los familiares.

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La familia de Jesús Burgos acostumbraba a reunirse para celebrar los cumpleaños.

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Jesús y su esposa Constantina junto a su pequeña hija, Margarita.