Editorial

Las dos caras del periodismo 

No son buenos tiempos para los españoles. La desocupación alcanzó un nuevo récord en enero y el número de desempleados se acerca velozmente a los cinco millones de personas. Pero esto no es todo: a la crisis económica se le suma un tembladeral político, con denuncias de corrupción que socavan la autoridad del mismísimo presidente de gobierno, Mariano Rajoy.

Los reclamos provienen de una sociedad extenuada y de una oposición política que, mientras gobernó España, debió soportar las despiadadas críticas del PP. Frente a las denuncias de pagos de dinero en negro durante años a las máximas autoridades del Partido Popular, el jefe de la oposición socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, exigió la dimisión del presidente de gobierno. Izquierda Unida, tercera fuerza política en España, ya había reclamado la renuncia el jueves pasado.

Las denuncias de cobro de sobresueldos por parte de las principales figuras del PP no son nuevas pero, hasta hace algunos días, Rajoy había logrado mantenerse al margen del escándalo.

¿Qué fue lo que sucedió, como para que la situación de Rajoy se complicara de esta manera?

Ocurrió que el diario El País publicó un trabajo de investigación en el que se revela que el presidente de Gobierno recibió pagos en negro durante once años, por una suma total de 227.200 euros. Según El País, el monto podría ascender hasta los 320.000.

Luego de sus revelaciones, el mismo diario publicó un sondeo de opinión en que se observa una caída abrupta en la imagen de Rajoy y en la intención de voto del PP, con apenas un 23,9%. Se trata del nivel más bajo del partido en la historia democrática de España.

Pero más allá del presente político y económico español e, incluso, de la situación crítica que atraviesa el partido de gobierno, en este controvertido asunto existe un hecho que merece ser destacado puntualmente: el diario que lidera las investigaciones periodísticas en torno del escándalo, es el mismo medio de comunicación que hace apenas un par de semanas debió enfrentar uno de los momentos más difíciles de su historia, cuando publicó una falsa fotografía de Hugo Chávez intubado y convaleciente en una supuesta sala de terapia intensiva.

En ese momento, El País soportó las críticas generalizadas -y algunas despiadadas-. De hecho, la empresa reconoció su error y pocas horas después publicó un reporte detallado sobre cómo se habían sucedido los acontecimientos que derivaron en semejante yerro.

Lo ocurrido demuestra claramente que las equivocaciones periodísticas se superan con más y mejor periodismo. También prueba que nadie está exento de cometer un error y que, de ninguna manera, la solución frente a los desaciertos pasa por controlar, condenar o silenciar a la prensa.

La libertad, el choque de ideas, la coexistencia de medios diversos y el autocontrol periodístico, son herramientas fundamentales para garantizar una verdadera pluralidad de voces y para avanzar en el arduo camino hacia la calidad informativa.