La adicción a la inflación

El acuerdo alcanzado por Moreno para congelar momentáneamente los precios pretende proyectar una imagen de estabilidad, aunque desnuda las enormes contradicciones ante una descontrolada inflación que carcome los salarios.

Federico Aguer

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“Esta Argentina está drogada de inflación y el Gobierno ha decidido seguir consumiendo”, twitteó esta semana el economista Enrique Szewach. Una gráfica manera de ilustrar el estado patológico por el que atraviesa la economía nacional. El acuerdo de precios “acordado” entre Moreno y los supermercados de Buenos Aires parece una receta demasiado liviana para contrarrestar la situación.

La medida no es nueva, ya que fue adoptada desde la década del 40 hasta la fecha por todas las administraciones que gobernaron este país, aunque sin éxito alguno. Por eso, las pocas expectativas que genera en el arco productivo, industrial y comercial, se traducen en airadas críticas de algunas entidades, que observan que la agudización del problema oscurece el panorama.

Como la Federación Agraria Argentina, que emitió un comunicado en el que advirtió que “el Gobierno repite con este plan antiinflacionario una receta que no le funcionó. Cierra un acuerdo con un puñado de cadenas, en lugar de convocar a productores, cooperativas y consumidores para garantizar la participación de todos los actores”.

Los federados, a su vez, señalaron que “el pacto también deja al desnudo las mentiras del relato oficial y los índices del INDEC. Si no hubiera inflación, no haría falta congelar precios”. Y finalizó: “los principales perjudicados con esta política fuimos los productores y los consumidores”. El tambo, puntualmente, lo sufre de manera particular, en un momento en que necesita recomponer el precio de la materia prima para poder subsistir.

Es curioso que, sin embargo, las estrategias de los países vecinos distan bastante de las recetas criollas. La presidente brasileña, Dilma Rousseff, por ejemplo, admitió que su Gobierno planea eliminar los impuestos aplicados a los productos de la canasta básica de alimentos a fin de contener la inflación, que según las previsiones rondará este año un 5%, según cifras oficiales, aunque estudios privados la estiman algo mayor.

Para “Pepe” Mujica, la inflación “perjudica a los más débiles”, por lo que Uruguay apuesta a mejorar la inversión genuina para mantener a raya el aumento de precios.

Si se sigue gastando más de lo que se recauda, la inflación seguirá siendo un problema estructural. Aunque con plata ajena, todos somos generosos. Una adicción nacional difícil de rehabilitar.