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Otro robo más

Orlando René Reinheimer

DNI 10.715.118

Señores directores: En la madrugada del 23 de enero ppdo. entraron ladrones por el frente de nuestra casa; la misma está ubicada en un lugar muy frecuentado y a escasos metros de una importante avenida. Por supuesto, como en otros casos, literalmente, la desarmaron en la búsqueda de valores. Mientras esto sucedía, el control de la alarma domiciliaria detecta que no hay línea telefónica y da aviso a nuestro hijo, quien se apersona en el lugar y observa las presencias extrañas. Llama al 911 y a su hermana, desencadenándose distintos hechos de los cuales tomamos conocimiento casi una semana después y que nos generan sentimientos contrapuestos:

- De agradecimiento a Dios, en primer lugar, que protegió la vida de nuestro hijo de las posibles represalias.

- De arrepentimiento, por ausentarnos una semana, pensando que después de un arduo año de trabajo y de experimentar la pérdida de un familiar querido, nos merecíamos un descanso... de siete días.

- De desconfianza, porque alguien “vendió” la información de nuestra ausencia.

- De indignación, porque nuestra casa pasó de ser un espacio luminoso y abierto donde jugaban y corrían nuestros nietos, a una fortaleza, llena de barrotes, los que nos hacen sentir en una cárcel.

- De injusticia, desprotección, impotencia..., porque los que trabajamos todos los días, los que nos esforzamos por cumplir con las leyes de Dios y de los hombres, los que nos esmeramos por cultivar todos aquellos valores perennes que consolidan a la sociedad, estamos encerrados en cárceles que nosotros mismos construimos, ya no para preservar bienes materiales, sino para preservar nuestras vidas; y por supuesto, los malvivientes están afuera, gozando de una impunidad obscena.

No creemos que ningún gobierno quiera que esto suceda. Lo que sí creemos es que pareciera políticamente incorrecto asumir que todas las formas de delinquir están en aumento y que nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro país son inseguros y violentos. Si no nos sinceramos y miramos la realidad tal cual es, ninguna política al respecto surtirá el efecto deseado.

Nadie que no haya pasado por esto puede comprender lo que estamos viviendo en estos momentos, que gracias a Dios, lo sobrellevamos con el amor y la ayuda (de toda índole) que nos prodigan Carlos, Ana, y María Agustina, nuestros maravillosos y queridos hijos.