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El pueblo como víctima

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El escritor y periodista bahiense Fernando Monacelli, autor de “Sobrevivientes”, novela que mereció el Premio Clarín 2012.

Foto: Archivo El Litoral

Por Raúl Fedele

El frío como motivo común recorre las páginas de Sobrevivientes, la novela con la cual Fernando Monacelli obtuvo el Premio Clarín de Novela 2012.

Una ola polar entumece Buenos Aires desde hace dos meses; un hielo en el corazón paraliza los sentimientos de la periodista Celina Figueroa desde que su pareja, cinco años atrás, decidió de repente marcharse a España impelido por la crisis de 2001, desapareciendo de su vida y de la de su hijito; el congelamiento ha conservado y devuelto veinticinco años después de la guerra el cadáver de un soldado muerto tras la destrucción del Belgrano, y estremecida de frío está la madre de ese soldado, empecinada en atarse a una imprecisa noticia sobre la posible existencia de un nieto. Ateridos también el destino del hijo de Celina, y de su abuela paterna, encargada de criarlo. Glacial, finalmente, un país que no sabe recuperar con verdadera y ecuánime justicia su memoria y que avanza de crisis en crisis, sin felicidad.

La periodista Celina, apodada “la Diva”, y la anciana madre del soldado congelado y hallado en una balsa flotando en las aguas de la Antártida junto a otros dos cadáveres, son los personajes principales de esta novela que transcurre en un pueblo imaginario pero claramente reconocible en muchas localidades de la costa atlántica argentina. Dos mujeres cuyos destinos fueron dinamitados por los despropósitos políticos y sociales del país, abandonadas a la deriva como a la deriva debe haber marchado aquel soldadito antes de morir de frío. Sin embargo, ellas han sobrevivido, y la investigación sobre la presunta existencia de un nieto de la anciana, y la relación que entablan entre ellas, las rescatará de un fatal naufragio.

La búsqueda del hipotético nieto llevará a estas mujeres a descubirir actos y personajes ocultos en el sórdido devenir del país en las últimas décadas. Monacelli cuenta con vigor estas historias de sobrevivientes y víctimas de los procesos históricos y de quienes desde su posición de poder político, gremial y económico jugaron con el infortunio de la Argentina. Lo cuenta sin estridencias, con una emoción contenida que sabe desbordarse en los momentos justos. Quizás el único recurso forzado que se permite, y que enseguida es reconocido y admitido por el lector es aprovechar las situaciones de diálogo para cambiar de interlocutores y tiempos, creando elipsis y agilizando el relato.

La Guerra de Malvinas, las crisis económicas, la corrupción política argentina: estos temas no son nuevos para la narrativa argentina de las últimas décadas. Sin embargo Sobrevivientes presenta un perfil que la destaca netamente de esas producciones que vienen repitiéndose hasta el hartazgo con sus al parecer férreas dosis de demagogia, corrección política y ceguera ideológica. Y ese ángulo original de Monacelli está dado precisamente por los personajes positivos de la novela, la gente inocente y no en pocos casos, virtuosa; el pueblo, en suma, el verdadero perjudicado por los mesianismos y por las perversiones varias del poder público.