Verlaine y sus poemas de la cárcel

(EFE)

“Carcelariamente”, una colección de 32 poemas que el poeta francés Paul Verlaine escribió en prisión entre 1873 y 1875, y que Francia ha elevado a la categoría de tesoro nacional, fueron expuestos al público por primera vez.

El preciado manuscrito original, adquirido por 299.200 euros en 2004 por la sociedad francesa Aristophil en una subasta, es la estrella en torno a la que gira la exposición “Verlaine emprisonné” (“Verlaine encarcelado”), que se mantendrá hasta el próximo 5 de mayo.

Esta muestra recoge el periodo en el que el autor estuvo dieciocho meses encerrado en una cárcel de Mons (Bélgica) tras haber disparado a su amante, el también poeta Arthur Rimbaud, en el curso de un ataque de embriaguez y celos en 1873. “Ese episodio no fue más que la punta del iceberg”, declaró el comisario de la exposición, Jean-Pierre Guéno, en una introducción a la turbulenta existencia del poeta “maldito”, marcada por el alcohol, las prostitutas, los efebos y, sobre todo, una gran sensación de aislamiento y falta de amor.

A partir de ese suceso, la exhibición del Museo de Letras y Manuscritos navega por las “jaulas” que aprisionaban y obsesionaban al artista: la real, en Bélgica, pero también la existencial, política, sentimental, familiar o aquella que le ataba al alcohol.

“Verlaine fue un hombre enjaulado desde el primer día de su vida hasta su muerte. Fue prisionero de la neurosis de su madre, de su propia fealdad, de un contexto político que hizo que todo estuviera paralizado. Fue un torturado, un maldito”, sostuvo Guéno.

Las 67 páginas en las que se recogen los 32 poemas de “Cellulairement”, “los más bellos de su obra”, según el comisario, expresan los sueños del poeta, sus fantasmas, su desesperación, sus frustraciones, sus remordimientos, sus esperanzas, sus evasiones poéticas, sus fantasías y sus teorías.

El escritor se convirtió al catolicismo tras su encarcelamiento, y la exposición se hace eco tanto de la presión de su aislamiento como de “la tentativa de evasión, constituida por la absenta, el sexo y también la fe, la religión”.

Guéno detalló que en una época en que no era posible hacer una revolución política, el poeta se acogió a la única rebelión posible, la de “hacer estallar las artes y todas sus reglas: las de la poesía, la pintura, la escultura...”.

so explica, a su juicio, que a mediados del XIX Baudelaire, pero sobre todo Rimbaud y el propio Verlaine, hicieran saltar por los aires la poesía clásica para dar comienzo a la moderna, o que en el territorio de la pintura se impusiera el impresionismo, ambos herederos de la corriente romántica de principios de siglo.