Desdoblar o no el tipo de cambio, ¿ésa es la cuestión?

De las góndolas a las urnas

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Kicillof advertía problemas cuando no era funcionario, y proponía el desdoblamiento cambiario para recuperar competitividad . Según Moreno, eso llegará con la recomposición de la economía internacional. Foto: archivo El Litoral

Guillermo Moreno plantea “tolerancia cero” con el congelamiento y no quiere devaluar porque eso genera puja distributiva. A juzgar por la tensión sindical, tal parece que eso ya sucede.

 

Benito Geist

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Guillermo Moreno desde Comercio, Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central y Ricardo Echegaray al frente de la Afip conforman el frente interno que sostuvo el control de precios, la impresión de pesos y el cepo al dólar como fórmula que resiste los maliciosos rumores de desdoblamiento cambiario, que el mercado hizo filtrar desde la corporación mediática hasta los pasillos de la Casa Rosada.

Los alquimistas exhiben como trofeo que se redujo a “sólo” U$S 3.400 millones la “fuga” durante 2012 (82 % menos que un año antes); omiten los U$S 81.946 millones que se fueron de 2006 a 2011, o que las reservas del BCRA cayeron por debajo de los U$S 42 mil millones.

Con una severidad propia de otros extremos (se sabe que se tocan) la “tolerancia cero” se ha ordenado en la trinchera del control de precios, que podría prolongarse más allá de los 60 días.

El secretario de Comercio Interior sugirió la posible continuidad de la medida después del 1º de abril. El sagaz funcionario evitaría así el efecto del “día 61”.

“Argentina perfeccionará estas medidas con una mayor sintonía fina y correcciones, pero sin abandonar la política de administración cambiaria y buscando soluciones fiscales y no devaluatorias para un tipo de cambio que hoy no es competitivo para Pymes y algunas economías del interior”, dijo Alejandro Vanoli, presidente de la Comisión Nacional de Valores.

Vanoli ratificó el piñón fijo kirchnerista: no hay marcha atrás. Pero también reconoció problemas incluso al advertir que “este éxito no supone ignorar el efecto negativo que estas medidas han tenido sobre la actividad inmobiliaria”.

Con un ministro de Economía desterrado casi exclusivamente al frente judicial contra los “buitres” en Nueva York, Vanoli es lo más parecido a una voz oficial. Sólo antecedido por las declaraciones de Moreno en Vietnam (acá no habla), donde advirtió que la devaluación “genera puja distributiva, una caída en el consumo y aumento de precios”.

El viceministro Axel Kicillof es la contracara en el frente interno. Desde su Centro de Estudios , antes de ser funcionario, propuso el desdoblamiento cambiario para que los exportadores y las economías regionales repongan rentabilidad, que entren al Tesoro más recursos por retenciones y para que se pueda importar “selectivamente” a fin de abastecer al mercado interno, controlando la inflación.

Los militantes de “La Cámpora” no podrán recordar similares intentos durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Si se informan, quedará en claro que aquellos fallidos tuvieron por origen la genética radical, ajena a toda eficacia peronista (del Rodrigazo no se habla).

¿Puede la presidenta dar un golpe de timón a la política cambiaria? En el año electoral, el modelo estará menos preocupado por la sustentabilidad económica que por la apariencia electoral; la irritabilidad o beneplácito de asalariados y beneficiarios de planes ante las góndolas (eventualmente ciudadanos electores) serán un síntoma a seguir para espiar de antemano la voluntad presidencial.

Si no fuera por la aclaración se podría suponer que eso es exactamente lo que sucede: los gremios reclaman aumentos que el Ministerio de Trabajo no homologa y el consumo se desacelera ante góndolas que se encarecen. Todo con un dólar paralelo que es entre 50 y 60 % más caro que el oficial.