Fin del calvario de 26 partidos sin ganar...

12 “apóstoles” del milagro

Solamente Sava, los once titulares y algunos más pudieron imaginarse una actuación como la de anoche. Unión apabulló a Boca, le ganó muy bien y le aguó la fiesta del regreso de Riquelme.

12 “apóstoles” del milagro

La Bombonera enmudece y Unión delira. El ramillete de jugadores tatengues festeja uno de los goles de anoche. El resultado fue justo y hasta debió ser mayor. La actuación del equipo de Sava fue la gran sorpresa de la jornada. Foto: Matías Nápoli

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

Hubo 12 responsables y posiblemente alguno más que creía, pero no muchos más. Como si fuesen los apóstoles de Jesús, esos 12 —y sólo ellos— creyeron en algo que parecía imposible. Boca había preparado su fiesta, con la cancha llena y con la vuelta del ídolo. Venía con el envión anímico de la victoria en Ecuador por la Libertadores y se ponía las mejores galas para que la fiesta sea completa. No contaban con la astucia de Unión, disfrazado de Chapulín rojiblanco. Porque ese equipo de los 7 puntos en un torneo y de los 26 partidos sin perder, produjo una actuación impensada. A manera de presagio había convertido un gol que Pitana invalidó a instancias del juez de línea y en el que Franzoia estaba perfectamente habilitado. Fue a manera de presagio porque el partido recién amanecía y Unión estaba, por aquel momento, dando los primeros pasos de una labor formidable. Un equipo seguro, presionando a Boca en su propio campo, rapidísimo del medio hacia adelante, incisivo, confiado y ganador. No parecía, la de Unión, esa imagen de equipo derrotado, complicado y casi condenado. Parecía la imagen inversa, la de un equipo avasallante y ganador, algo que contrasta totalmente con su actual situación, que no deja de tener los mismos visos preocupantes a la hora de pensar en algo tan duro para Unión como es esta lucha por la permanencia.

Pero, ¿quién le quita lo bailado a Unión?, ¿quién se anima a restarle algo de mérito a lo que hizo anoche? Desde ya que nadie. Y los responsables tienen nombre y apellido. Esos 12 que, como los apóstoles, se animaron a brindarse el todo por el todo y que creyeron en lo que, para la enorme mayoría, era algo imposible, fueron Sava y los 11 que entraron a la cancha. No sumo a Míguez, Cavallaro y Moreno porque entraron cuando el resultado y el trámite estaban definidos. Pero el técnico y los 11 jugadores que eligió creyeron en eso que tanto se pregona cuando se habla de fútbol y cuando se dice que la lógica no siempre se da, que es “la dinámica de lo impensado” y que siempre hay lugar para los milagros.

Las “responsabilidades” del DT

A fuerza de ser sincero, quien esto escribe pensaba que lo que hacía Sava era una locura. A saber:

* 1) Lejos de meter mano en el equipo o de patear el tablero, el técnico le metió un “uñazo”. Cambió ocho jugadores, algo totalmente inusual por más que se haya jugado mal y que también se haya encontrado obligado por las circunstancias (Avendaño y Barisone sancionados, Maidana lesionado).

* 2) Dentro de ese panorama de cambios a granel, lo más sorprendente era que modificaba toda la línea de cuatro. Obligado por las circunstancias (tres variantes obligadas en el fondo), Sava metía mano en un sector conflictivo y en un partido muy especial por el rival y por las circunstancias. ¿Cuántos partidos jugaron juntos los cuatro de atrás que puso ayer?, “algunas prácticas y el amistoso con Patronato”, fue la respuesta de Sava. Muy poco.

* 3) Frente a este panorama y con una racha de 26 partidos sin ganar, eligió el camino del mayor riesgo: el de jugar a atacar. Y le salió fenómeno a Sava, porque imaginó un partido que nadie pensó. Presionó a Boca en su propio sector y lo atacó bien rápido cuando recuperó la pelota, desnudando la exasperante lentitud de los defensores rivales. Además, le cedió el costado izquierdo sabiendo que ni Albín ni Ledesma estaban en condiciones de complicar, pero mandó a Montero a jugar como “wing” para evitar la subida de Clemente Rodríguez (lo hizo una sola vez) y volcó ligeramente a Galván o a Bruna (de gran partido) para encimar permanentemente a Erviti. Pero lo más importante fue haber elegido ese lugar, el del nacimiento del juego en Boca, para anticipar y recuperar el balón, impidiendo así que la pelota le llegase tan limpia a Riquelme. Notable acierto en la planificación del partido por parte de Sava.

Las “responsabilidades” de los jugadores

No hay libreto que pueda llevarse a cabo sin la respuesta de los jugadores, eso está muy claro. Y ésta era una parte complicada a la hora de la interpretación porque había varios que venían siendo suplentes, que no jugaban y algunos de ellos ni siquiera iban al banco. El cóctel era explosivo. Arriesgado y complicado. Sava tenía que acertar en el planteo pero necesitaba, para ello, que los jugadores supiesen interpretarlo.

Y se dio así. A Perafán no se le escapó una sola pelota en todo el partido; la línea de cuatro tuvo un rendimiento bueno y parejo (parecía que habían jugado juntos decenas de partidos y que no era el primero); Galván y Bruna se convirtieron en abanderados a la hora de recuperar la pelota encimando y anticipando a los volantes adversarios (a Riquelme y al resto), pero lo mejor del equipo se dio del medio hacia adelante. Lizio jugó un primer tiempo formidable, Franzoia también, Montero cumplió con la doble función y Magnín jamás desentonó y supo aguantar con seguridad la pelota. Unión terminó ganando el primer tiempo 2-0 y pudo haber sido 3-0 de no mediar la equivocación de Pitana a instancias del línea y en el lícito gol de Franzoia. Y en el primer cuarto de hora del segundo tiempo tenía definido el partido cuando Magnín marcó el tercero después del enésimo horror defensivo de Boca.

La única diferencia entre el Unión del primero con el del segundo, fue el lugar de la cancha elegido para recuperar la pelota. En el primer tiempo se apretó en la misma salida y en el propio terreno del rival; en el segundo, esa recuperación se dio veinte o treinta metros más atrás, pero fue igualmente eficaz y aparte abrió espacios para el contragolpe. Por eso, Sava puso a Cavallaro, por ejemplo, sabiendo que ante una defensa lenta y con espacios se daban todas las circunstancias para que desequilibre.

¿Y ahora?

La primera pregunta que uno se hace es: ¿hasta qué punto influirá el corte a tantos meses y partidos sin victorias? El dueño de la respuesta es el tiempo y habrá que esperar cómo sigue esta historia y si los resultados propios y ajenos le dan a Unión chances ciertas de poder conseguir lo que hoy sigue siendo tan difícil: salvarse del descenso.

La otra pregunta es: después de semejante actuación, ¿qué hará Sava con el equipo? Uno se imagina que estos jugadores que consiguieron el milagro necesitan una ratificación de confianza. Porque Unión no sólo ganó y en la misma Bombonera, sino que lo hizo jugando muy bien. Entonces, ¿cómo se explica una sola variante que no sea la obligada? (Franzoia llegó a las cinco amarillas y no podrá jugar ante All Boys).

Hoy, Sava tiene un plantel en el que las respuestas llegan de la mano de Brítez, Bianchi, Cosaro, Galván, Lizio (es el primer partido en el que lo pone de titular), Montero y Magnín, en detrimento de Sarmiento, Donnet, Jara, Míguez, Avendaño, Maidana, Alemán y Tarrito Pérez, que fueron los que le generaron mayor confianza a Sava en la previa al arranque del torneo. ¿Guardará fidelidad y ratificación de confianza para los que enarbolaron las banderas del milagro en la Bombonera o le devolverá algún derecho adquirido a jugadores que fueron símbolo y que hoy no le responden como es debido? Es la pregunta para Sava.

12 “apóstoles” del milagro

Andrés Franzoia fue factor desequilibrante. No marcó goles, pero participó de dos de ellos y estuvo siempre al acecho. En la foto, el ex Boca elude a Albín, uno de los más silbados por su propia hinchada. Franzoia no podrá jugar el sábado ante All Boys por haber llegado a cinco amarillas. Foto: Matías Nápoli

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12 años

Pasaron desde la última victoria de Unión en la Bombonera. También fue 3-1, se jugó el 13 de febrero de 2001, el técnico tatengue era Nery Pumpido y los goles fueron de Silvera (2) y Matías Donnet. Para Boca marcó Riquelme y Bianchi era el técnico.

/// SÍNTESIS

Boca 1

Unión 3

Cancha: Boca.

Árbitro: Néstor Pitana.

Boca: Orión; Albín, Caruso, Burdisso y Clemente Rodríguez; Ledesma, Erbes, Ervitti y Riquelme; Palacios y Silva. A.S.: Ustari. Estuvieron en el banco: Alan Aguirre, Ribair Rodríguez y Magallán. D.T.: Carlos Bianchi.

Unión: Perafán; Brítez, Bianchi, Correa y Cosaro; Bruna, Galván y Lizio; Montero, Magnín y Franzoia. A.S.: Limia. Estuvieron en el banco: Pérez, Alemán y Jara. D.T.: Facundo Sava.

Goles: en el primer tiempo, a los 26 min Lizio (U) y a los 34 min Bianchi (U). En el segundo tiempo, a los 15 min Magnín (U) y a los 43 min Silva (B).

Cambios: en el segundo tiempo, a los 19 min Colasso (B) por Clemente Rodríguez; a los 21 min Imbert (B) por Ledesma; a los 25 min Míguez (U) por Montero; a los 30 min Cavallaro (U) por Magnín; a los 40 min Blandi (B) por Palacios y a los 45 min Moreno (U) por Montero.

Amonestados: en Unión, Galván, Lizio y Franzoia.