Altas expectativas de renovación

Comienza mañana Congreso que elegirá a Xi Junping nuevo presidente de China

El actual presidente del Partido Comunista viene haciendo llamados a la austeridad y para encarar nuevas reformas. La designación formal se hará la semana próxima.

Comienza mañana Congreso que elegirá a Xi Junping nuevo presidente de China

El secretario General del Partido Comunista chino, Xi Jinping, y el presidente chino Hu Jintao arriban a la apertura de sesiones del 12º Congreso. Foto: EFE

 

Antonio Broto - EFE

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EFE

Desde el nombramiento de Xi Jinping como secretario general del Partido Comunista hasta la Asamblea Nacional que le proclamará presidente del país han transcurrido algo más de cien días, marcados por llamamientos a la austeridad y esperanzas reformistas.

Xi quedará nombrado presidente del país a mediados de este mes, cuando la Asamblea, el Legislativo chino, que comienza mañana martes, asigne los principales cargos al frente del Estado, según anunció hoy la portavoz del Legislativo chino, Fu Ying.

Aún se desconoce si Xi será continuista, como su antecesor Hu Jintao, o si introducirá paulatinos cambios políticos, como piden algunos sectores del Partido Comunista, pero los observadores de momento han señalado que sus primeras palabras y acciones han dado motivos para el optimismo.

“Xi ha intentado mostrarse como un reformista que tomará el testigo de Deng Xiaoping, alguien que está dispuesto a acabar con la corrupción y el exceso de los altos cargos”, señalaba al respecto un artículo de opinión del independiente “South China Morning Post”.

Sus llamadas a luchar contra la corrupción y el despilfarro tanto entre altas y bajas instancias (él lo denominó “tigres y moscas“) se han traducido en numerosos casos destapados (muchos de ellos por ciudadanos de a pie, en las redes sociales), incluidos varios escándalos sexuales de políticos.

Para la prensa internacional, uno de los avances más esperanzadores en los inicios de la “era Xi” ha sido la promesa de las autoridades de acabar con los “campos de reeducación”, centros de detención sin juicio previo que desde el maoísmo hasta la actualidad han servido para encerrar a disidentes o “antisociales”.

En su primera aparición como máximo líder comunista, el mismo día de su elección como secretario general y ante más de un millar de periodistas de todo el mundo, se presentó como un hombre de talante relajado, más cercano que su antecesor Hu, y consciente de que se enfrenta al complicado reto de comandar un gigante contradictorio.

“Lucharemos para hacer realidad el deseo de la gente de una vida mejor”, señaló en su primera intervención -sin preguntas- ante la prensa, y añadió que el país afrontaba problemas como la extendida corrupción o la en ocasiones lejanía entre el Gobierno y el pueblo, con “un “énfasis indebido en la burocratización y las formalidades”.

Su primer acto oficial como líder comunista fue ocho días después, en el nombramiento de un general del Ejército (institución cuya jefatura también ostenta), dejando clara la importancia e influencia del estamento militar, principal núcleo de poder en China.

En esa y posteriores visitas de corte militar, Xi ha subrayado la necesidad de que China “incremente su capacidad de combate real”, en un momento de crecientes tensiones entre el país y sus vecinos (Japón, Vietnam, Filipinas) por la soberanía de varios archipiélagos.

En este sentido, los analistas ven en Xi un líder moderado pero con mayor tendencia que sus antecesores a recurrir a discursos nacionalistas, con frecuentes llamadas a emprender “un rejuvenecimiento de la nación china” y similares frases de tono casi épico para aludir al país.

En este periodo de transición, Xi Jinping no ha realizado ningún viaje al exterior pero su primera visita de trabajo por China, en el sur del país, fue muy comentado por el perfil discreto y austero que mostró, acorde con sus primeras promesas.

También muchos notaron que su viaje homenajeaba al que 20 años antes había realizado a la misma zona el reformista Deng Xiaoping, y que para muchos marcó el inicio del despegue económico nacional.

También se ha mostrado como presidente cercano y “a pie de calle”, sobre todo con la publicación en la prensa oficial de fotografías de Xi junto a sus parientes y otros detalles privados, algo poco frecuente entre los líderes comunistas.

El futuro presidente aparecía empujando a su padre en silla de ruedas o llevando a su hija en bicicleta, un raro caso de transparencia sobre la vida privada de un líder comunista que llevó incluso a sectores críticos a preguntarse si con Xi la censura y el cerco a la libertad de expresión serán menores.

EEUU pide garantizar la llegada de armas a opositores sirios

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, pidió hoy garantías para el suministro de armas a los opositores sirios moderados, y reconoció que en la actualidad no se puede asegurar que el armamento no acabe en “manos equivocadas”.

“No hay garantías de que las armas no lleguen a las manos equivocadas, pero hay una disposición clara dentro de la oposición siria para confirmar que las armas llegan a los opositores moderados”, dijo Kerry, en una rueda de prensa en Riad junto al ministro saudí de Asuntos Exteriores, Saud al Faisal.

El responsable estadounidense expresó su interés en fortalecer a la oposición siria y permitir la llegada de una solución pacífica del conflicto.

Si esto último no se consigue, añadió, Estados Unidos seguirá presionando al gobierno del presidente sirio, Bachar al Asad, que -consideró- ha perdido toda legitimidad.

Por su parte, Al Faisal insistió en que Al Asad “ha perdido el control del país” y denunció que algunos países arman al régimen sirio, aunque no precisó cuáles.

En ese sentido, el ministro saudí pidió el embargo de armas al régimen de Al Asad, ya que este las utiliza “para bombardear” a su población.

En relación con Irán, el secretario de Estado estadounidense indicó que tanto Estados Unidos como Arabia Saudí “prefieren una solución diplomática” sobre el programa nuclear iraní, aunque advirtió de que estas negociaciones no son ilimitadas en el tiempo.

El jefe de la diplomacia estadounidense se entrevistó hoy con los ministros de Exteriores de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que agrupa a Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Omán y Kuwait.

Anoche, a su llegada a Riad, mantuvo un encuentro Al Faisal, con quien analizó también los lazos bilaterales, informó la agencia oficial de noticias SPA.

Tras su visita a Arabia Saudí, viajará a los Emiratos Árabes Unidos y luego a Catar dentro de su gira de once días por nueve países europeos y de Oriente Medio.

/// análisis

A un año de la tregua de pandillas en El Salvador

Juan José Dalton - DPA

En el Salvador se cumple el próximo viernes un año de la tregua entre las principales pandillas rivales, conocidas como maras, a través de la cual el gobierno contabiliza una reducción de 15 a cinco homicidios diarios. Sin embargo, para el sacerdote Antonio Rodríguez, un español dedicado a la rehabilitación de pandilleros, “la tregua carece de dimensión humana”.

La llamada “tregua mara” fue auspiciada por la Iglesia Católica, especialmente por el obispo castrense Fabio Colindres, y con la venia del gobierno de Mauricio Funes en un intento de frenar la violencia por métodos “no ortodoxos”, según explica el ex general David Munguía Payes, ministro de la Seguridad Pública.

La tregua entre la Mara Salvatrucha (MS13) y la del Barrio 18, rivales a muerte desde su origen en los barrios pobres de Los Ángeles, Estados Unidos, consistió en que dejaran de matarse entre sí, así como a terceros, a quienes asesinaban por no pagar extorsiones. Dicha tregua fue pactada entre los principales líderes de ambas bandas criminales que están en distintas prisiones de El Salvador.

“La tregua no ha tocado la dimensión humana de la persona y no ha habido en un año un programa que tenga un abordaje integral de la persona que ha sido afectada por este fenómeno de las pandillas”, explica el sacerdote Rodríguez, párroco de la Iglesia San Francisco de Asís, enclavada en la populosa ciudad de Mejicanos, en los alrededores de San Salvador y con fuerte presencia de maras.

El sacerdote afirma: “La tregua tiene una estrategia política. El país había construido al enemigo y ha creado una estrategia para vencer al enemigo través de ese proceso, que es una estrategia de guerra”.

Fuentes oficiales sostienen que las maras cometían más del 80 por ciento de los asesinatos. Antes de la tregua se registraban unos 15 homicidios diarios y centenares de extorsiones; en la actualidad se cometen unos cinco homicidios diarios, pero las extorsiones no parecen haber disminuido lo necesario. El gobierno, a través de ministro de Seguridad, David Munguía Payés, ha declarado que la acción policial no se detiene.

“Para mí la tregua es una dimensión política del fenómeno, es decir, capitalizar a los jóvenes por su nivel de delincuencia y por la fuerza política que tienen. Pero a mí lo que me interesa es tocar la dimensión humana de la persona. La tregua no la ha tocado”, asegura el religioso.

Ante la pregunta de cómo abordar esa dimensión humana, el padre Antonio responde: “Para mí son tres puntos: uno es acompañar humanamente el proceso, a través de un programa psicoespiritual y psicosocial. El Servicio Social Pasionista ha trabajado esto: un joven tarda alrededor de un año en recuperar toda esa humanidad afectada por la violencia, tanto como violento como violentado”.

“Después viene todo un proceso de acompañamiento, de emprendimiento y de formación”, continúa. “Después de alrededor de un año y medio puede estar un joven preparado para insertarse como una nueva persona a la sociedad”.

Afirma que también es importante “recuperar a través de pactos ciudadanos o de procesos de diálogo restaurativos el capital social o los territorios que han sido dañados o violentados”. “En eso tienen que participar la familia, los jóvenes e inclusive actores de la policía o actores de gobierno que han sido como facilitadores de logística para la violencia”, señala.

“El tercer nivel importante es la garantía de los derechos humanos; creo que a más derechos, menos violencias”, concluye. “Debemos respetar el debido proceso a la hora, inclusive, de detener, perseguir y castigar a los delincuentes. Lo que no podemos hacer es tener a los delincuentes violentándoles sus derechos”.

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