/// OPINIÓN

EE.UU. quiere figurar en el “nuevo capítulo” de Venezuela

Silvia Ayuso - DPA

La muerte del presidente Hugo Chávez abre un “nuevo capítulo” en Venezuela -palabras del propio Barack Obama- en el que Estados Unidos no quiere perder oportunidad de figurar, y no precisamente como el “malo” de la historia.

Pero tras 14 años de tensas relaciones, construir los puentes necesarios va a ser una tarea que, nadie se engaña, se presenta ardua por mucho que ambas partes quieran, abierta o secretamente, hallar alguna vía de entendimiento bilateral entre el ejecutivo de Obama y el venezolano que, según la mayoría de las apuestas, encabezará el ahora vicepresidente Nicolás Maduro.

Sobre todo porque la retórica empleada por Venezuela hasta el último momento de la vida de Chávez -horas antes de su deceso, Caracas expulsó a dos agregados militares mientras acusaba a Washington de “conspirar” para desestabilizar el gobierno venezolano y de estar detrás del cáncer que acabó con su presidente- hace muy difícil mirar más allá de las encendidas palabras.

Con todo, parece claro que los diplomáticos estadounidenses están tratando de respirar hondo y no sobreactuar, achacando, como muchos expertos, las inflamadas palabras del delfín designado Maduro a un mensaje electoral con miras domésticas más que a la fijación de postura de cara a Washington.

Una alta funcionaria del Departamento de Estado calificó de “decepcionante” la “indignante” acusación venezolana y no descartó que Estados Unidos vaya a reciprocar la expulsión de los dos agregados militares. Pero por el tono usado en su conversación -bajo condición de anonimato- con los periodistas, quedó claro que la prioridad no es dar un paso que agudice la tensión sino buscar maneras de abrir los canales de comunicación.

Y Estados Unidos entiende que hay temas en los que existe un “interés común” por avanzar, sobre todo en materia antiterrorista, antidrogas y, también, en energía.

No en vano la máxima responsable del Departamento de Estado para América Latina, Roberta Jacobson, entabló el contacto con Maduro a finales de noviembre, semanas antes de que Chávez se dirigiera a Cuba para someterse a la que sería su última operación para combatir el misterioso cáncer que el martes acabó con su vida.

Pero aunque tras la llamada telefónica entre Jacobson y Maduro se produjeron según el Departamento de Estado algunas “reuniones de seguimiento” a menor nivel, por el momento Washington admite que la respuesta no ha sido la más alentadora.

Un problema parecen ser los tiempos. Para Estados Unidos, lograr una mayor cooperación en estos campos constituye una precondición generadora de “confianza” necesaria antes de ir “paso a paso” de cara a restablecer los embajadores que fueron retirados en 2010, mientras que Caracas parecería querer empezar por ocupar de nuevo la sede diplomática en Washington.

Además, queda claro que Estados Unidos no dará ningún paso decisivo hasta que vea qué pasa en las elecciones que deberían celebrarse en un mes y para las que ya ha dicho al más alto nivel que espera nada más y nada menos un proceso acorde con los “estándares democráticos” de la región, tal como se reiteró hoy una vez más.

A ello se une el reconocimiento generalizado de que una situación ya claramente preelectoral como la actual en Venezuela tampoco facilita las cosas.

“Reconocemos que ha sido un camino un tanto pedregoso, y creo que todos somos conscientes de que una campaña electoral no suele ser el mejor momento para abrir caminos en política”, señalan las fuentes diplomáticas.

A favor cuentan sin embargo elementos nada desdeñables: Obama se encuentra ya en su segundo y, por tanto, último mandato, con lo que no tiene por qué temer las consecuencias en las urnas de un acercamiento a un país que durante la última década fue junto a Cuba el máximo antagonista de la región y el principal aliado latinoamericano de “enemigos” de Estados Unidos como Irán o Siria.

Además, cualquier desenlace electoral en Venezuela puede ser aprovechado por Washington.

Si gana la oposición, por los lazos que ésta ha mantenido todo este tiempo con Estados Unidos.

Mas la situación tampoco sería desesperada de vencer Maduro, quien retóricas aparte ya ha demostrado con hechos que es capaz de negociar con antiguos antagonistas. Lo hizo ya con Colombia tras la asunción de Juan Manuel Santos y ahora, espera Washington, le debería llegar el turno a Estados Unidos.

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