EDITORIAL

Fútbol, violencia y cinismo extremo

La capacidad del mundo del fútbol para encontrar chivos expiatorios ante la violencia que desangra lo que debería ser un espectáculo deportivo es sorprendente. Durante las últimas semanas, mientras hinchas de Gimnasia y Esgrima de La Plata y de Tigre morían asesinados a manos de barrabravas, se intentó instalar en la opinión pública nacional que en la provincia de Santa Fe no se pueden organizar partidos debido a la inoperancia de la Policía de la provincia para garantizar la seguridad.

 

Negar los problemas que acarrea la institución policial santafesina sería de necios. Sin embargo, considerar que los graves sucesos ocurridos en los estadios están directamente vinculados con el accionar de las fuerzas de seguridad de la provincia, representa un cinismo absoluto.

El último hecho de violencia en la provincia sucedió en el estadio de Newell’s Olds Boys, cuando la hinchada de ese equipo y la de Belgrano iniciaron una batalla arrojándose piedras de una tribuna a otra. La policía intervino y uno de sus efectivos -luego se supo que se trató de una mujer- golpeó a un jugador de Belgrano.

Se trata de la misma hinchada cordobesa que, recientemente, fuera obligada a abandonar la tribuna popular visitante en la cancha de Colón, cuando protagonizaba un enfrentamiento similar con simpatizantes sabaleros que miraban el partido desde la platea.

¿Qué hubiese ocurrido si alguna de esas piedras hería de gravedad a un espectador? ¿Qué se hubiera dicho, entonces, del accionar policial? ¿Acaso las recriminaciones no hubiesen recaído sobre la Policía por no haber actuado a tiempo?

Un antecedente similar se produjo en febrero pasado en la cancha de Unión, cuando hinchas de ese club intentaron cruzarse en plena tribuna con la parcialidad de Quilmes. Frente a la posibilidad de que unos y otros derribaran las barreras que los separaban y se trenzaran en una batalla campal, la policía obligó a los hinchas cerveceros a abandonar el estadio.

Se trató de una decisión polémica, que mereció graves calificativos del presidente de Quilmes, el senador nacional Aníbal Fernández, hacia funcionarios del gobierno de la provincia de Santa Fe.

¿Qué hubiera ocurrido si ambas hinchadas se trenzaban en lucha dentro del estadio?, ¿cuál hubiese sido el desenlace del enfrentamiento?, ¿qué hubiera dicho el senador Fernández frente a esa situación, de consecuencias impredecibles?

El gobierno de Santa Fe anunció la posibilidad de crear un órgano especial, dentro del Ministerio de Seguridad, dedicado a organizar operativos policiales en partidos de fútbol. Parece un verdadero despropósito destinar recursos humanos y económicos para garantizar espectáculos futbolísticos, frente a los problemas de inseguridad que castigan a quienes sólo pretenden vivir en paz.

El problema central no es la policía. El enfrentamiento entre barras de Colón y de River en Buenos Aires así lo demuestra.

El meollo del asunto es que desde hace décadas el mundo del fútbol estableció lazos de connivencia con delincuentes a sueldo. Y todos lo saben. Aunque siempre resulte más sencillo buscar chivos expiatorios.