SEÑAL DE AJUSTE

Escenas de la vida conyugal

Escenas de la  vida conyugal

La señal FX ha estrenado la serie “The Americans” (lunes a las 23), una intriga de espías ambientada durante la Guerra Fría.

Foto: Gentileza FX

 
 

Roberto Maurer

La caída del Muro de Berlín provocó, se sabe, el fin de la Unión Soviética, de la Guerra Fría y de las ficciones de espionaje, ya que dejó sin argumentos a un género que en esos tiempos vivió una gran prosperidad. La señal FX ha estrenado la serie “The Americans” (lunes a las 23), una intriga de espías ambientada durante la Guerra Fría que no constituye un revival, ni una evocación nostálgica pero tampoco una repetición de las convenciones de aquellas aventuras de agentes secretos. Aunque en parte sea así, ofrece rasgos que la distinguen como producto original.

Transcurre en 1981 y nada indica que una familia tipo de un barrio residencial de Washington sea la fachada de dos agentes rusos entrenados para un trabajo que, en más de una ocasión, exige una ferocidad implacable. Son los Jennings: Philip y Elizabeth (Matthew Rhys y Keri Russell), padres un niño y una preadolescente, cuya insospechable existencia responde sin fisuras al modelo de vida americano.

Han llegado hace quince años, y se trata de una pareja artificial: son el resultado de un largo proceso de entrenamiento de un ruso y una rusa que no se conocían entre sí, asociados matrimonialmente para establecerse en Estados Unidos con un inglés perfecto, y observando reglas, entre otras: cada uno debe desconocer el pasado del otro, no volverán a hablar en idioma ruso y tendrán hijos que ignoren la actividad de sus padres.

La impostura como modo de vida

Se trata, en fin, de la creación de dos personas nuevas que a partir de entonces deberán mantener un simulacro y una doble vida. En su actividad, ambos se acostarán con otros para extraer información, y de hecho la apertura de la serie consiste en una fellatio espectacular de Elizabeth que le afloja la lengua a un necio agente de la CIA.

Nunca habría habido amor entre Philip y Elizabeth, y los hábitos conyugales son parte de las obligaciones profesionales, aunque los sentimientos empiezan a asomar en el primer episodio.

Seducido por el bienestar del sueño americano, Phillip quiere desertar, con una recompensa y una nueva vida asegurada en Estados Unidos, porque ya cumplieron con su deber, pero Elizabeth se opone enérgicamente invocando la lealtad del juramento que hicieron a su patria. En tanto, los hijos son un fruto depurado de la cultura norteamericana o sea que, para ellos, la Unión Soviética es el imperio del mal: no sospechan que se trata de la Madre Patria de sus progenitores.

En este aspecto, “The Americans”, es menos una intriga de espionaje que una plataforma retorcida para reflexionar sobre el matrimonio y de una vida doméstica contaminados por la mentira, hacia adentro y hacia afuera. El enfoque va más allá de la Guerra Fría.

Vamos a la guerra

Ese turbio contexto familiar se inscribe en la intriga de espías. Acaba de asumir Ronald Reagan y los jefes de la contrainteligencia del FBI se reúnen: “Señores, vamos a la guerra”, es el anuncio. Se trata de una orden secreta de la presidencia, la de iniciar una guerra silenciosa contra los agentes “dormidos” del enemigo.

Del otro lado, Philip acude a una cita con un general ruso que le comunica que “la Guerra Sucia se calienta”, ya que el poder soviético se ha endurecido y “se lucha contra los propios camaradas como en las épocas más oscuras”, le dice, y agrega: “Estos tiempos sacan lo peor de la gente”. La referencia es el stalinismo, visiblemente.

Existe una enorme red de espías como los Jennings, y “la mayoría de las personas, todas las noches, se mete en su confortable cama, sin tener idea de lo que pasa realmente afuera”. Se trata de “desgastar al enemigo despertando antes que ellos”.

El enemigo está en todas partes

La paranoia colectiva es un viejo asunto: el más inofensivo de tus vecinos puede ser un enemigo. Según los tiempos, el peligro cambia. En los ‘50, los extraterrestres se apropiaban de tus seres queridos, como en “La invasión de los cuerpos trasplantados”, en una parábola del macartismo. Tus conocidos pueden resultar vampiros, o ser convertidos en zombies que te atacan. Puede recordarse “V - Invasión extraterrestre” y la fachada humana que asumían las abominables criaturas venidas del espacio. El enemigo está en todas partes: la familia de enfrente puede ser una célula dormida de Al-Qaeda.

Y el nuevo vecino de enfrente de los Jennings (una creación notable de Noah Emmerich), justamente, es un hombre de la contrainteligencia del FBI. En el baúl del auto, los Jennings tienen encerrado a un coronel ruso que ha desertado por tres millones de dólares, al cual capturaron y deciden matar. Es un episodio oscuro, porque en el pasado soviético, Elizabeth tuvo una relación fugaz con el prisionero, y se insinúa otro elemento también inquietante: el vecino del FBI fue un infiltrado en una organización de racistas blancos. Ante el comentario bromista de un compañero acerca de las capuchas blancas del Klan, la respuesta es enigmática y sugestiva: “Es algo más profundo que eso”.

Si bien “The Americans” es deliberadamente fantasiosa, fue inspirada en casos reales sucedidos en 2010, cuando fueron descubiertos numerosos espías rusos de los tiempos viejos viviendo en Estados Unidos que fueron devueltos a su país, entre ellos un matrimonio de Nueva Jersey con hijos norteamericanos.