Crónica de un viaje en moto sin GPS

IMG366.JPG
 

Héctor Ríos es oriundo de la cuidad de San Carlos Centro; actualmente reside en San Jorge, provincia de Santa Fe. De profesión peluquero. Interesado por la historia de lugares, los usos y las costumbres, nos cuenta que viajar forma parte de su esencia.

TEXTO. MELISA FERRARIS. FOTO. GENTILEZA HÉCTOR RÍOS.

Después de mucha expectativa, Héctor Ríos decidió partir hacia la tierra que deseaba conocer (Ushuaia) a bordo de su moto Falcon 400. Cómo dijo el viajero Adrián Volpato, “cuando uno viaja solo, también viaja a su interior”.

Héctor Ríos se describe como un ser solitario que busca en cada viaje encontrarse consigo mismo, autodescubrirse. Aún le queda por conocer dos provincias de esta hermosa Argentina: Chaco y Formosa, y piensa visitarlas en temporada invernal.

Ríos emprendió la búsqueda del siguiente modo, según escribe en su diario:

Jueves primero de noviembre de 2012: 4:30 horas. Partí rumbo a mi primer destino: Río Colorado, en Río Negro. Este día realicé un viaje de 1.050 kilómetros y llegué siendo las 18:30 horas. En el hotel que tenía reservado me encontré con dos motociclistas de origen brasileño que venían desde Ushuaia, quienes me otorgaron bastante información para mi posterior recorrido.

Viernes dos: la distancia que realicé fue de 580 kilómetros partiendo desde Río Colorado hasta Los Menucos. Tomé la ruta 251. En el camino me crucé con dos motociclistas que venían de Machu Pichu (Perú). Hacía dos meses que habían emprendido el regreso para llegar a Ushuaia, lugar de donde eran oriundos. Consulté mi hoja de ruta, tenía pensado llegar a Maquichao, pero el viento era tan fuerte que -llegando a Los Menucos- tuve que abandonar. En el hotel El Nevado, donde me alojé por esa noche, conversando sobre mi procedencia y mi destino con su dueño, éste mencionó ser nativo de San Jorge. Fue una linda casualidad, por lo que conversamos de lugares y personas en común.

Sábado tres: subí a la ruta a las ocho de la mañana, continuando por la Nº 23 hasta Maquinchao. En el camino tuve que ir por otro secundario ubicado al costado de la ruta, ya que la estaban repavimentando. Antes de faltar pocos kilómetros para llegar a Ingeniero Jacobacci, tomé la ruta 76. Llegando al límite con la provincia de Chubut, la ruta cambia de número y pasa a ser la 13. Llego a Paso del Sapo a las 13:30 horas para abastecerme de combustible y comer algo, luego continúo por la ruta 12 mientras el Río Chubut me acompaña con su imponente paisaje hasta llegar a Piedra Parada. Continué para terminar este día en Trevelín a las 19 horas. Realice un trayecto de 550 kilómetros y yo bastante agotado.

Domingo cuatro: destiné este día para conocer y fui al Parque Nacional Los Alerces, una increíble belleza con paisajes inolvidables, los que intenté en todo momento fotografiar. El camino después se convierte en ripio y hay que conducir con bastante atención, ya que muchos turistas circundan por la zona. En Cholila almorcé. Luego regresé a Trevelín.

Lunes cinco: muy temprano por la mañana tomé la ruta 17, hecha de ripio y llegué a Corcovado y de ahí me dirigí a Río Pico. El camino entre Corcovado y Río Pico está en mal estado. Luego de tres horas manejando en esas condiciones llegué a Río Pico; volví a la ruta 40 pavimentada hasta Río Mayo. Al llegar descansé un rato imaginando mi trayecto y lo complicado que podría resultar. Cuando retorné el camino con calma llegué hasta la ruta 43, pasé por la localidad de Perito Moreno y me fui a Los Antiguos (Capital Nacional de la Fruta Fina). Se encuentra ubicado sobre el Lago Buenos Aires, un lugar muy hermoso. Realicé 740 kilómetros este día. Busqué lugar para hospedarme.

DIARIO DE VIAJE

Martes 6: éste fue un día pleno de sensaciones para mi corazón y de constantes bellezas para mis retinas. Amanecí y llovía. Desayuné, preparé la moto y, con el traje para la lluvia, salí a la ruta. Cargué combustible y me destiné a conocer “Las Cuevas de las Manos”. Llegué al puesto de los guardaparques y no había turistas. La guía me ofreció su atención para realizar el recorrido. Me explicó que los dibujos y/o figuras, datan de entre 7.000 a 11.000 años. Las investigaciones arqueológicas se iniciaron en la década del ‘60. La gama de colores predominante es el rojo, ocre, amarillo, blanco y negro. Hay dibujos de manos, guanacos, escenas de la vida cotidiana y figuras humanas.

Se conseguía esto mediante los frutos, plantas, rocas molidas y también mediante sangre de los animales cazados y la grasa de éstos servía como aglutinante.

Esta historia superó mis expectativas y conforme con lo que acababa de descubrir me dirigí hacia Bajo Caracoles, un lugar muy pequeño donde se encuentra un parador, con algunas casas y dos surtidores. Continué por la ruta 39 hasta llegar a Hipólito Irigoyen, donde busqué un hotel donde pasar la noche. Cargué combustible y fui a recorrer el Lago Posadas y Lago Pueyrredón, los que tienen la particularidad de estar separados por un istmo (lengua de tierra).

Miércoles 7: llegué a Bajo Caracoles y desayuné en el parador. Emprendí el viaje en busca de mi siguiente destino: El Chaltén. En el camino me encontré con un viajero procedente de Estados Unidos que hacía un año que había salido de California.

Jueves 8: el recorrido que realicé hoy fue de 350 kilómetros desde el Chaltén hasta El Calafate. Una tenue llovizna me acompañó durante el viaje.

Viernes 9: partí desde El Calafate rumbo al Glaciar Perito Moreno; realicé 180 kilómetros. Al llegar al Glaciar no quise perderme la dicha de navegar en catamarán y así poder apreciar esta imponente obra de la naturaleza. Recorrí y saqué varias fotos. Busqué el hotel.

Sábado 10: realicé un trayecto de 540 kilómetros desde El Calafate hasta Río Gallegos.

FINAL DEL RECORRIDO

Domingo 11, lunes 12 y martes 13: la expedición iba llegando a su fin tras 630 kilómetros de viaje desde Río Gallegos. Salí de Río Gallegos hacia el Paso Internacional Monte Aymond, realicé los trámites en la aduana y luego me dirigí al Balseo, para cruzar el estrecho de Magallanes. Luego de esperar unos quince minutos me dieron la orden de subir a la balsa (eran diez autos, cuatro camiones, dos micros y la única moto era la mía). En 20 minutos llegamos al otro lado. Al bajar, continué el camino por Cullen, viajando con calma ya que su estado no era el más óptimo; llegué luego de dos horas a San Sebastián. Realicé los controles en la aduana y volví a cruzar. Llegué a Ushuaia. Me dirigí a la hostería.

Estos tres días lo utilicé para caminar y conocer la ciudad con sus calles, museos y casas con historia. Visité el famoso museo-presidio y personajes en cera, réplica de quienes estuvieron aquí detenidos. Caminé la costanera con el Canal de Beagle observándome; también conocí el Glaciar Le Martial con toda la belleza que se presentaba ante mis ojos. Indescriptible todo lo que me rodeaba y estaba fascinado, encontrándome -de este modo- y escuchando a mi interior.

Emprendo el regreso a San Jorge contento por todo lo que acabo de vivir, una experiencia maravillosa y ese paisaje que me acompañó a lo largo de estos breves e intensos días.

Para finalizar quiero resumir con pocas palabras la sensación que me dejó un viaje más. “Yo le digo a mis amigos y conocidos que no uso GPS, uso PPM (paro, pregunto, miro). Es la gente la que te va diciendo cómo hacer para llegar”. Cada viaje tiene eso: el contacto con la gente lugareña. Yo no planifico tanto, sí persigo un fin y trato de estar orientado; pero la meta no es lo más importante para mí, sino el camino.

“Yo le digo a mis amigos y conocidos que no uso GPS, uso PPM (paro, pregunto, miro). Es la gente la que te va diciendo cómo hacer para llegar”.