El primer Ángelus de Francisco desde una mirada santafesina

Valeria Fornari

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Cuando vine a vivir a Roma, hace exactamente diez años, era Juan Pablo II el Papa. Después con gran alegría llegó el Papa Ratzinger. Hoy un nuevo Papa ocupa el lugar de Pedro Apóstol, y aunque ya pasaron algunos días, todavía me emociona mencionarlo, Papa Francisco, Papa Bergoglio, el Papa Argentino.

Esta ciudad me ha dado tantas cosas hermosas, un trabajo, un marido, dos hermosos hijos, amigos, pero lo último que me esperaba era tener un Papa de mi país, un Obispo argentino (el Papa es también el Obispo de Roma). Hoy es un día muy especial, y como santafesina me siento orgullosa de poder contarle a mi ciudad, a través de este medio, lo que se vive y lo que he vivido en la plaza más grande del mundo.

8 am. Es un domingo diferente, digamos, es una semana diferente. Mi teléfono desde el miércoles pasado se ha llenado de mensajes. Por la calle, mis vecinos y conocidos me saludan y se detienen a felicitarme (como si el Papa Francisco fuera, digamos, un pariente). Todos están contentos, “mi piace proprio questo Papa” (me gusta mucho este Papa) me dicen. Qué orgullo, no sólo por ser argentina, sino también por ser en parte romana, no sólo es mi Papa, sino también mi Obispo.

10 am. Hoy no hay mucho tiempo para charlar, tengo que estar presente en San Pietro, como católica, esposa, madre, argentina y romana. Hoy me pregunto ¿el Ángelus sonará más familiar que otras veces? No vivo muy lejos del Vaticano, igual sirve moverse en moto. La zona vaticana es generalmente un caos cerca del mediodía, hoy el caos se multiplicará por mil.

11 am. Desde el funeral del Papa Wojtyla que no veía tantos medios de comunicación en esta zona, de todo el mundo, en todos los idiomas, y cuántas banderas argentinas por las calles. Después de un poco de fila, logré llegar al centro de la plaza. La policía romana hizo un breve control a mi cartera. Me detuve dos segundos para observar el lugar en donde me encontraba. Las columnas de Bernini parecen más lindas e imponentes. Gente gente gente... banderas argentinas... gente gente gente... Yo me emociono, estoy feliz, en pocos minutos por esa ventana en la que vi tantas veces asomarse a Juan Pablo II y a Benedicto XVI, hoy se asomará el Papa Argentino (así lo escucho nombrar por todos lados).

11.30 am. Me acerco a un grupo de amigos argentinos, gente de Buenos Aires, Salta, Córdoba, Santa Fe. Tomamos unos mates, al segundo que sacamos la yerba, cámaras y fotógrafos se acercaron a documentar ese mate que une y calienta en este día tan frío. Esa foto del entonces cardenal Bergoglio que llegó a las tapas de los más importantes diarios italianos, con el mate en mano, ahora genera curiosidad a los cientos de periodistas extranjeros que se mezclan con el peregrino en el medio de la plaza.

11.55 am. La ventana del estudio papal se abre, la gente aplaude, sacude banderas y carteles. Es casi la hora del Ángelus.

12 am. El Papa Francisco se asoma: “Hermanos y hermanas, buen día... es lindo encontrarnos el domingo en el día del Señor, saludarnos y hablarnos como ahora nosotros en esta plaza que hoy, gracias a los medios, tiene la dimensión del mundo entero”. Con estas palabras simples inicia el saludo de su primer Ángelus, simplicidad que ya lo caracteriza. Sus palabras son simples pero de una gran importancia. Nos recuerda al Evangelio de hoy. “La misericordia, el perdón, la grandeza de la misericordia del Señor. El Señor que está siempre y que no se cansa nunca de perdonarnos, somos nosotros que tenemos que pedir perdón sin cansarnos”. Y todo decorado con un toque de humorismo que ya lo caracteriza, que caracteriza también nuestra cultura. Rezamos el Ángelus en latín, el silencio es imponente, el rezo une a todos en la plaza. Llega el momento de la bendición, y enseguida los aplausos y cantos.