¿Bloqueo o desafío? (I)

Evangelina Simón de Poggia

evasimon@ arnet.com.ar

¿Según la Real Academia Española el “bloqueo” puede llegar a entorpecer nuestras facultades mentales. Un acercamiento a esta situación la vivimos con frecuencia en la universidad en situaciones evaluativos tanto en alumnos de primer año como de los últimos de la carrera. Sin duda, puede suceder en el primer enfrentamiento con los “saberes” ante un grupo de profesores que evalúan no sólo el conocimiento, sino también otros aspectos como: el enfoque de los temas, la organización de la exposición, el uso del lenguaje específico de la ciencia que se trate, la coherencia de la exposición y , por ende, su formalización, la validez de lo comprendido, etc.

El examen responde a un programa diseñado por el profesor titular de la cátedra y su equipo y a un posicionamiento teórico con objetivos fundamentales en pro de la formación del alumno. En este contexto, todos tuvimos profesores que nos ponían un poco nerviosos por su estilo en la formulación de las preguntas, por sus objetivos diferentes, por su temperamento, por sus “exigencias”, etc.

Muchos son los alumnos que solventan satisfactoriamente la situación evaluativa a partir de sus conocimientos; otros, no tanto, pero es normal que esto suceda ¡Es todo un aprendizaje! Si lo expuesto es real y la situación no se supera con el tiempo, se me plantea la duda de si no se tratará de un “bloqueo” basado en el desconocimiento u otros causales ajenos a la situación.

Cuando uno sabe se instala en nuestra mente un fuerte deseo de demostrarlo. No es posible creer que una asignatura o un profesor o un tribunal examinador, puedan provocar el fracaso sistemático del educando hasta llegar, algunas veces, al abandono. La vida es un desafío y el conocimiento también. Es impensable que un alumno no pueda superar el bloqueo tan mentado o pseudobloqueo y planteárselo como un desafío.

De lo que se trata en el ámbito universitario es de la formación de futuros profesionales, de prepararlos para resolver situaciones propias del ejercicio de su labor. No interesa la acumulación de datos, sino la elaboración, comprensión e interpretación de los mismos para su uso en distintos contextos. Si no ayudamos a los alumnos a comprender esto y los acostumbramos al facilismo y a la demagogia por un sentimiento inaceptable, aunque con cierto arraigo, en el accionar docente como ¡Pobres, es que están muy influidos por el chateo y el celular! o ¡Bueno, algo dijo del tema ¿no?, una aproximación tuvo! o ¡Bueno, están acostumbrados a estudiar de memoria, les cuesta mucho razonar! Y aprueban, me pregunto ¿Qué clase de profesionales queremos formar?¿Con qué perfil?.

No es dado pensar en un profesional que con la práctica no pueda superar el temor a las distintas situaciones que se le van planteando en su profesión. Un médico no puede paralizarse ante un paciente si no logra el diagnóstico con la justeza y la inmediatez que pretende, tal vez deba pensar en otras estrategias; un comunicador social no puede quedarse mudo ante las cámaras televisivas, porque se bloquea frente a ellas, o por no saber manejar su cuerpo, o la palabra, o por no tener la suficiente información sobre el tema a tratar (es su responsabilidad informarse); un docente no puede mostrar inseguridad en sus conocimientos frente al alumno, rompiendo la magia que se plantea en ese proceso que ambos gestionan.

Quizás alumnos y docentes tengan que hacerse algunos replanteos ¿no?

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