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“Los rieles”

En Los rieles, Aurora Venturini cuenta en primer lugar la estadía de tres días con sus noches la narradora (que se identifica con la autora) pasa en el infierno, un infierno que más que al del Alighieri se parece al de Catalina de Siena. Esta santa, en efecto, tuvo visiones en las que recorrió las regiones del infierno, del purgatorio y del cielo. Se le reveló que tres son los pecados principales: el amor propio desmedido, la vanagloria y la soberbia, y los castigos, aparte de la dolorosa privación de Dios, son el remordimiento, la presencia de los demonios que aumentan en espanto según el peso de la culpa, y el fuego que quema y no consume.

Monsieur Le Diable y su corte de tres féminas la acosan sobre una parrilla: “Estás muerta”, le repiten, y ella se obstina y se salva desdiciéndolos, gracias también a los oficios de un exorcista. Entre tanto, salas de hospital y la traición de una siniestra ayudanta asesina y ladrona (Inés Orete) y su marido (Tomás Orete) caen con las mismas imágenes tumultuosas y endemoniadas, en un vértigo de visiones y vivencias.

Amigos, recuerdos de juventud (Poroto Botana, María Granata, Horacio Rega Molina) y el largo camino a la fama: “Surgí a la fama, algo derrengada por ‘los golpes de la vida que no son muchos, pero son’, en palabras del peruano César Vallejo”. Un largo camino para esta escritora nacida en La Plata, en 1922, y que llegaría al gran público recién en 2007, gracias a un premio a su notable libro titulado Las primas. Una vida plena de aventuras (fue amiga de Eva Perón, recibió un premio iniciación de manos de Jorge Luis Borges, vivió en Francia con Violette Leduc y trabó amistad con Sartre, de Beauvoir, Camus, Ionesco...) que quizás le haya otorgado esa sabiduría que ahora la lleva a escribir: “Por si acaso no podés leer lo escrito al principio del texto, te informo que estoy aprendiendo a caminar como lo hace una nena no muy dotada. En el sitio inicial del aprendizaje, he visto cosas que lastiman la sensibilidad; que enternecerían la conciencia más formal y equilibrada. Y como siempre se aprende, aprendí la humildad”.

No es casual que en los capítulos finales de Los rieles acuda como referencia y cita ese libro extraordinario que escapa a toda clasificación de género, precisamente como escapa Los rieles. Se trata de Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rainer Maria Rilke, donde se vislumbran conceptos claves de un nueva y más integral filosofía existencialista: la soledad, la angustia, los miedos, la muerte propia. Publicó Mondadori.

“Los rieles”

Aurora Venturini. Foto: Archivo El Litoral