Sobre la bombilla tapada

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Hay un puñado de momentos en la vida de una persona que se denominan “límites”, por cuanto en efecto ponen al individuo en una encrucijada y en un punto de quiebre, del que -si puede salir- será otro. Una enfermedad, la muerte de tu abuelo o tus padres, un divorcio, perder el empleo. Y que se tape la bombilla del mate. Pshptfptfshpuajjjj: esta es la típica nota que viene de cayetano, que parece que no dice nada. Literalmente, tapada.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

Momento crucial en la vida de un hombre o una mujer es el taponamiento u obstrucción de la bombilla, en el preciso momento en que se apresta a sorber un mate bien cebado. Allí se descubre con horror que la bombilla está tapada. No es que tenga una frazadita, la pobre: está tapada, no sube la infusión.

Los primeros mecanismos son de negación: no puede ser que tengas la bombilla tapada. Allá abajo te espera, espumoso y todo, con correcta temperatura de agua, el mate y vos, que no asumiste todavía la cruel realidad, insistís con chupar. Pronto te das cuenta que el agua no avanza, no trepa por la metálica pared de la bombilla (bueno, si es que se trata de una bombilla metálica, las hay de madera y hasta, nidioslopermita, de plástico) y que a vos se te empieza a ahuecar la cara por el esfuerzo. Parece que quisieras tirar un sonoro beso a alguien en Alaska. Ya tenés dos pozos en los cachetes, te empiezan a flamear las muelas, los ojos se te ponen saltones y nada: el agua no sube.

Comienza la segunda etapa, la de la asunción, por fin, de la triste nueva. Se te tapó la bombilla, hermano. No es un drama, desde luego, pero se le parece. Y se plantea como tal.

Ya empezamos a intentar modificar la situación, que es como intentar zafarte de un artero abrazo por la espalda. Empezás a forcejear con esa bombilla de miércoles y hasta sobreviene una etapa de rebeldía, de por qué a mí. No es la aceptación lisa y llana; es todavía pataleo.

Se te ocurre, peligrosamente, hacer el procedimiento contrario y soplar. Si la bombilla está tan tapada como presumimos (y vos lograste terminar de atorar las basuras interiores con tu feroz chupada salvaje), no pasará nada. Pero si por esas casualidades ocurre que se afloja el taponamiento, vos vas a hacer un desastre que incluye la súbita redecoración de la cocina, el living o el dormitorio.

Empezás a mascullar los significados secretos de las palabras implosión y explosión: la primera es cuando el mate se derrumba hacia adentro y no hay fuerza alguna de erigirlo y rescatarlo. La explosión es cuando en tu torpe afán por destapar, desparramás hacia cualquier parte el contenido del mate. También jugás con las fuerzas centrífugas y con las peligrosas centrípetas, que pueden sobrevenir cuando te esforzás mucho en el soplido pseudo reparador. Si soplás fuerte y encontrás oposición firme en la taponada bombilla, el aire puede hacer un desastre por cualquier parte de tu centrípeto organismo. Y no diré más...

Asumida ya la nueva situación, empezás a renegar, a remover, a mover la bombilla para un lado y otro, a levantarla y volverla a meter, como si se tratara de una pala trabajando un almácigo: no habrá éxito y lo único que se logra es por fin arruinar el mate y asumir que hay que empezar de nuevo, incluyendo el prolijo lavado de esta bombilla de miércoles.

Puede ocurrir también que logres destapar en parte la bombilla y en consecuencia se inicia la etapa, desagradable también, del pase hacia arriba (hacia tu boca) de restos negruzcos que vienen del fondo o de pedazos de yerba que se te pegan en el paladar y te hacen toser.

Lejos de tomar mate, ya estás viviendo una tragedia, una situación límite: el límite de tu paciencia, que es justo cuando sacás la bombilla artera y la azotás contra el piso, mientras te hacés un mate cocido como consuelo... Lo dicho: ya saben que aquí nos ocupamos de pequeñeces, nimiedades, banalidades vanas y otras yerbas, con perdón de la expresión. Lejos estamos de poder tirar desde aquí una bomba periodística o literaria. Nos conformamos con una bombilla.