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“Fama y soledad de Picasso”

De la redacción de El Litoral

Fue el artista más rico y famoso de la historia del arte. Así comienza aseverando John Berger en su libro Fama y soledad de Picasso, publicado originalmente en 1965, cuando Picasso estaba todavía vivo y en la cumbre de su celebridad. El libro comienza citando algunas de las posesiones del artista, entre ellas la colección de varios cientos de sus propias obras (baste pensar que poco después de la Segunda Guerra Mundial había comprado una casa en el sur de Francia pagándola con un bodegón, y que, como dice Berger, había desde hacía tiempo superado la necesidad de tener dinero porque a lo que se le ocurriera desear podía adquirirlo con sólo dibujarlo). Ya en 1909 había tomado “una doncella, con delantal y cofia, para servir la mesa. En 1912, cuando pintó en Provenza una pared encalada, su marchante opinó que valía la pena demoler el muro para enviar el trozo pintado a París y que los expertos lo montaran de nuevo en un tablero. En 1919 se mudó a un piso espacioso en uno de los barrios parisinos más distinguidos. En 1930 compró el castillo de Boisgeloup, del siglo XVII, para residencia veraniega...”.

El libro de Berger está signado por marcar la ambivalencia que existía entre ese éxito y la existencia de Picasso. Llega a hablar de horror cuando se refiere a los últimos quince años de su vida. Sólo adulación y reverencias a su alrededor, “una vida fuera de la realidad. Picasso sólo es feliz cuando trabaja. Sin embargo, no tiene nada suyo en qué trabajar. Toma los temas de los cuadros de otros pintores (Mujeres de Argel de Delacroix, Las Meninas de Velázquez, Merienda campestre). Decora cacharros y platos, hechos por otros que trabajan para él. Se ha limitado a jugar como un niño. Ha vuelto a ser otra vez el niño prodigio. El mundo que le rodea no ha logrado liberarle de este estado, porque ese mundo tampoco consiguió estimularle al desarrollarse”.

Berger señala en este libro, que acaba de proponer Alfaguara en edición revisada y con un nuevo ensayo, cómo todos los pintores crecen en maestría a medida que envejecen. Sin embargo, a pesar de los elogios que lo rodean, desde 1945 Picasso “no puede decirse que muestre avance alguno sobre lo que antes había creado. Esto, en mi opinión significa el declinar; un retroceso, como he tratado de mostrarlo, hacia un panteísmo idealizado y sentimental. Pero aun cuando esa opinión fuese equivocada, subsiste el hecho importante de que la mayoar parte de la obra posterior e importante suya no es sino variaciones sobre temas tomados de prestado a otros pintores. Por interesantes que éstas puedan ser, no son sino ejercicios pictóricos, como los que cabría esperar que llevase a cabo algún joven que promete, pero no un anciano que ha conquistado la libertad para ser él mismo”.

En verdad, debería agregarse, a diferencia de la medida de juicio que venía imponiéndose clásciamente, la de juzgar a un pintor exclusivamente por los valores de su obra, Picasso inaugura un nuevo concepto en el arte moderno, no sólo de valoración intrínseca sino de múltiples consideraciones extraartísticas. Él decía: “Lo importante no es lo que el artista haga, sino lo que es. Cézanne no me hubiera interesado nunca un bledo de haber vivido y pensado como Jacques-Émile Blanche, aun cuando las manzanas que hubiera pinatado hubieran sido diez veces más hermosas”. Como Berger justamente puntualiza, ni Cézanne ni Van Gogh hubieran estado de acuerdo, ya que ambos sabían que eran sólo sus obras las que podían justificar sus vidas. Picasso, en cambio, entra de lleno en el mercado, ostenta una ideología que redunda en su interés, vende no sus obras sino su firma. No hace más que anticipar el reino de lo que culminará en la actualidad con artistas como Andy Warhol y compañía. Y que una hegemonía crítica terminará avalando, reverenciando como máximo símbolo de esa concepción al mingitorio de Duchamp, al que ni el más ignorante de sus adláteres dejará de citar y admirar.

“Fama y soledad de Picasso”

“Las señoritas de Avignon”, de Pablo Picasso.

“Fama y soledad de Picasso”

Pablo Picasso en su bañera. Foto: Archivo El Litoral

“Fama y soledad de Picasso”

Pablo Picasso, el pintor más rico y triste.

Foto: Archivo El Litoral