llegan cartas

¿Educar al perro o a su dueño?

Alberto de Luján Castillo.

DNI. 6.212.519.

Señores directores: Esta es una más de las tantas notas enviadas por lectores que se preocupan por los animales domésticos que habitan nuestra ciudad (perros, gatos, caballos y otros) en apoyo a la defensa de su derecho a la vida y buen trato de la sociedad. Refiriéndose en este caso específicamente a los perros, mi ánimo curioso hace un tiempo me llevó a intentar hacer un cálculo del número de perros que tenemos en Santa Fe y para ello hice algo así como un censo entre amigos, conocidos, parientes, vecinos del barrio, y ex compañeros de trabajo, llegando a la conclusión de que al menos hay un perro por cada seis personas en ese conjunto, lo cual daría, extrapolando este valor al número de habitantes de la ciudad, alrededor de setenta mil canes. Claro que este dato poco ortodoxo carece de rigor científico, pudiendo considerarse sólo como una aproximación. Y conste que no incluyo a los que andan sueltos, sin dueños, o que han sido impiadosamente tirados a la calle, o si son sólo callejeros de origen. Ahora, esta curiosidad me surgió durante una de las caminatas que suelo realizar, en las que he aprendido a no ir distraído, sin mirar dónde pongo los pies, para no volver a llevarme una desagradable sorpresa, que la tuve, al pisar un excremento de perro, que hay en forma dispersa y en abundancia en casi todos los paseos y veredas de la ciudad. Y no son producidos sólo por los canes sin dueño, de los cuales ¿nadie es responsable?, sino de gente que hace salir a la calle a sus mascotas para que dejen su “regalito” a los vecinos y también que rieguen con su orina cualquier árbol, pared o puerta ajena. Otros sacan a pasear al o los perros, con o sin correa, para que hagan sus necesidades fuera de su casa, pero la mayoría no cumple con su obligación de llevar la palita y bolsita para juntar las heces eliminadas. Muy difícil sería estimar la cantidad de excremento de perros que quedan en la vía pública, todos los días. Además de la molestia, es dable tener en cuenta que eso representa un foco infeccioso, contagio de parásitos para chicos en las plazas y parques donde más abunda esa material fecal. Y me pregunto: ¿cuál sería la solución de este problema? Creo que muchos gobiernos han buscado alternativas tratando de concientizar y lograr un cambio cultural en la población, pero no alcanza. En realidad debe pasar por la responsabilidad de cada uno, o aplicar alguna ordenanza, que debe haberla, con fuertes multas, ya que es el estado sanitario de la ciudad y la salud de sus habitantes lo que está en juego. Y porque la cultura en esta materia debe ser una contribución a la convivencia y bienestar en el ejido que habitamos. De hecho, hay otras cuestiones éticas en la relación antropo-cánidos, desde el punto de vista educativo, que pueden ser consideradas en otra ocasión.