Historia inesperada

El río Salado: desborde y expresión artística

El río Salado: desborde y expresión artística

María Teresa Serralunga. "Los dolores infinitos". Foto: Luis Cetraro.


Aquel otoño de 2003 vimos desaparecer viviendas y pertenencias tras el desborde de un río que interrumpió la vida cotidiana. Esta propuesta intenta un recorrido por algunas obras que surgieron como consecuencia de aquel trágico episodio.

Lucila Fosco

Nos rodea un particular paisaje de agua; la laguna Setúbal y los ríos Santa Fe y Salado forman los límites naturales de gran parte de la ciudad. Surgido de la Salta andina, el Salado recorre más de 2.000 km cambiando su rumbo y su nombre varias veces antes de llegar a nuestra región. Debido a la deforestación, su caudal se ha vuelto inestable, y entonces, su cauce alterna entre sequías y crecidas abruptas.

Los ríos, además de una realidad geográfica, traducen un hecho cultural, expresión de una forma de vida y de un imaginario social, una forma, una actitud al decir de Kusch (1978) que se vislumbra en el espacio siempre recubierto por el pensamiento del grupo que lo habita. Los deportes náuticos, los trabajos vinculados con la pesca o el disfrute de nuestro paisaje horizontal son parte de la vida de la ciudad y se imprimen en muchos santafesinos con la marca de lo cotidiano. Es justamente en las actividades comunes a todos de las que se desprende la idea de conservación como fenómeno social y lo que imprime a lo cotidiano un marco histórico constituido.

El arte como montaje simbólico ha generado obras de gran calidad y de alto valor de registro. Son muchos los ejemplos en la historia en que pestes, miserias y guerras tematizan propuestas, dando cuenta de la desolación y el dolor humano. La magnitud del desborde del río Salado en el 2003 y sus duras consecuencias para tantos habitantes, fueron reflejadas por artistas en obras que manifiestan las relaciones dialógicas donde confluyen la historia, la psique y la vida social, generando reflexiones intimistas tanto como universales. La representación de la inundación existe de muchas formas y en esta selección se instituye como variante de lo irrecuperable.

Sin orillas

“El agua I” - Serie Conflicto Urbano. Eduardo Élgotas - Acrílico sobre tela. 2004.

“El agua II” - Serie Conflicto Urbano. Eduardo Élgotas - Acrílico sobre tela. 2004

En las obras “El agua I” y “El agua II”, de la serie Conflicto Urbano, Eduardo Élgotas organiza la superficie con imágenes que se suceden, al parecer, desde una estrategia de camuflaje en la que queda relegada toda noción de interioridad. Una remarcada línea divide ambos planos, delimitando áreas donde los colores y los tonos mudan sutilmente a un lado y a otro. Es la presencia de peces y botes la que dice del río y desde los que el autor reafirma la obstinación del agua que invade el suelo de todos por igual. Sólo un personaje parece escapar de la situación, unidad que da pie a suponer en un responsable que evade su obligación o que no tiene capacidad para asumirla.

Los sobrevivientes

Técnica mixta s/tela. 2007. También sobre el actuar del Estado refiere la obra “Los sobrevivientes” de Ana Fabry. Sobrevivir depende en este caso de botes de flores de ceibo, pero los límites de ese enorme muro niegan cualquier posibilidad de escape.

La resistencia

“El más vivo de la cuadra”. Fernanda Aquere - Óleo sobre lienzo. 2003

Las pertenencias, las pocas que quedaban y que se habían salvado, eran subidas a los techos de las viviendas. En estos improvisados y maltrechos campamentos muchos inundados esperaban que el agua encontrara otro lugar. Resistir, al parecer, es un tema que inquieta a Fernanda Aquere. En la obra “El más vivo de la cuadra” la autora nos enfrenta a un futuro incierto: al parecer el disfraz de pez y los pies preparados para el agua son la única e impostergable opción para esperarlo.

Serie Legítima Defensa.

Fernanda Aquere Instalación. 2007

También a Aquere pertenece la instalación “Legítima defensa” con la que nos sitúa ante la contemporánea comunicación de contenidos de matiz reflexivo donde se extrapola al propio objeto. El dedal como tal, más allá de referenciar la tarea de coser, pone límites a lo punzante casi como una pequeña “armadura”. Optamos por una correspondencia entre este agrupamiento y la ciudad en su relación con el río. Desde esta posible lectura, la defensa, la protección y lo vulnerable se vuelven temas que explicitan el juego doble de la negociación entre el hombre y la naturaleza en la que cada parte resiste, se impone, se defiende o expira.

“Como caracol”. Ana Fabry - Óleo sobre tela. 2004

Desde otro lugar, y a pesar de los tonos quebrados que anuncian la interminable tormenta, Ana Fabry licencia cierta esperanza en “Como caracol”. El esfuerzo irracional de arrastrar a la vivienda para salir del agua parece compensarse con la gramilla verde, viva y fuerte que crece en el techo sobre el que se traslada la mujer.

Los dolores infinitos

“Sin título”. María Teresa Serralunga. Objeto. 2006

Genera una obra que, desde un soporte que se desvanece, se emancipa de la escultura tradicional. Dentro de una pecera y a través de llenos y vacíos y del ensamble de materiales diversos crea una hipótesis de espacio en una escala que permite abarcar toda la composición. Presenta un mundo de ficción en el que el tiempo parece detenido. La ropa, como signo de la presencia del hombre, alude a la esfera de la vida cotidiana. Pero nada se puede hacer en ese espacio que, azotado por la catástrofe, se ha vuelto inseguro. El agua real y la casa ausente remiten a un dolor interminable. Serralunga logra, sencillamente, mostrarnos la desmesura del desastre de la inundación y sus pérdidas. La percepción de lo real es tensada hasta el límite de lo inverosímil: un ser ajeno palpita ingenuo, es un pez tropical que, fuera de contexto, provoca una nueva valoración trascendiendo la localidad geocultural y -sutilmente y sin carga apocalíptica- nombra todas las aguas.

“Santa Fe de la Vera Cruz”

Gabriel Cimaomo. Instalación. 2010

Cimaomo nomina a su obra con el nombre completo de la ciudad que habitamos. La alusión al espacio del territorio juega con el origen religioso que designa el lugar. En esta propuesta, la santidad se anuncia desde el halo que corona el manto negro sobre el rostro revestido por obituarios que imprimen la idea de lo fúnebre.

El color del salvavidas destaca la intención universal de supervivencia que el hombre ambiciona o intenta aún en las más penosas circunstancias. En su conjunto, la obra se acerca a la idea de fetiche como práctica en la que ciertos objetos parecen poseer poderes sobrenaturales, como correspondencia a las estrategias que asume el hombre ante la angustia.

“El agua filosa/ Sobremesa/ Sobresilla”. Abel Monasterolo. Madera policromada. 2004

En las obras de Abel Monasterolo la desmesura del esfuerzo de Sísifo -el héroe de la mitología griega quien tomaba su piedra una y otra vez eternamente para cumplir con el mandato de los dioses- se nombra también en el traslado del agua, traducido en los brazos infinitos que arrastran la carretilla de lo imposible. Contribuyen a la construcción de la metáfora las cabezas que se hunden por la carga de los personajes que intentan salvarse sobre una mesa o sobre una silla. La referencia a la inundación va más allá de la vivencia, genera la eterna repetición de las sucesivas inundaciones, alude al hombre, al peso de la existencia y a la circularidad histórica de atravesar el drama.

La experiencia colectiva como dimensión universal

El arte es acción, el artista asume el hacer con intención, motivo y voluntad. Sin embargo toda obra expone más que hechos y, quien la realiza, comparte lo que sabe o lo que fantasea sobre el mundo, haciéndonos pensar en la condición vital de la que, artistas y público, participamos por igual. En particular este grupo de artistas y estas obras hacen alusión a una vivencia que marcó a muchos y quedó en el registro de la historia ciudadana como un tiempo nefasto. Pecera, carretilla, salvavidas, pueden ser comprendidos como envíos a la historia inesperada de la inundación de Santa Fe desde un denominador común en el que se plasma la memoria imborrable del padecimiento que encuadra y concreta una estética de lo trágico. La imposibilidad de frenar el agua, la necesidad de socorro, las defensas colapsadas, los recursos ante la desesperación, el infinito esfuerzo de la reconstrucción, reproducen el dolor del santafesino social e histórico y a la vez concreto e individual.

La catástrofe natural enfrenta al hombre con la posibilidad cierta del fin. Cuando el agua bajó, poco a poco los habitantes de esta ciudad nos insertamos nuevamente en la vida cotidiana.

No obstante, y como sedimento para quienes tuvieron una confrontación directa, quedó instalado un sentimiento adicional de temor a una amenaza que se hace presente en cada creciente del río. Es la angustia siempre en vigilia que dijera Heidegger, vigente en estas obras desde la elección temática de sus autores.

Más allá de este abordaje, realizado desde una perspectiva regionalista, las obras analizadas se emparentan con todas aquellas que reflejan vivencias dolorosas que afectan a un grupo social. Es justo concluir que el arte, cuando se refiere a problemáticas esencialmente humanas, trasciende las limitaciones espacio-temporales de su origen, adquiriendo una dimensión antropológica y universal.


El río Salado: desborde y expresión artística

Fernanda Aquere. Serie Legítima Defensa. Foto: Gentileza producción.

El río Salado: desborde y expresión artística

Abel Monasterolo. “El agua filosa/ Sobremesa/ Sobresilla”. Foto: M. Cherry.

El río Salado: desborde y expresión artística

Fernanda Aquere. "El más vivo de la cuadra". Foto: Gentileza producción.

El río Salado: desborde y expresión artística

Gabriel Cimaomo. "Santa Fe de la Vera Cruz". Foto: Gentileza producción.

El río Salado: desborde y expresión artística

Ana Fabry. "Como Caracol"

Foto: Gentileza producción.

El río Salado: desborde y expresión artística

Obra de Eduardo Élgotas. Foto: Luis Cetraro.