Argentino de Danza

La vida proyectada sobre la escena

Roberto Schneider

“Este espacio es muestra de un trabajo sostenido en el tiempo, de proyectos a largo plazo. Siempre intentamos que la programación se nutra de lo que está sucediendo en la escena de la danza a nivel nacional, por eso es que invitamos a distintas provincias a participar. Es un encuentro que propicia el intercambio y el aprendizaje de la disciplina”, sostuvo Luis Novara, el secretario de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral, en declaraciones previas al 9º Argentino de Danza, que organizado por la UNL y con el auspicio de la Municipalidad, concluyó días pasados en nuestra ciudad.

Entre todas las artes, la danza es un camino vigoroso en su sentido transformador. La vida proyectada sobre la escena, nuestros miedos indecibles, la posibilidad de reírnos de nosotros mismos, de darnos cuenta, de vernos, de sentirnos ahí, partícipes del drama o de la comedia de la vida. Espectadores de nosotros mismos, en conflicto con nosotros mismos. Pensándonos, cuestionándonos. Los buenos coreógrafos, los buenos bailarines, se proponen llevar la conciencia a un estado físico en el que el cuerpo se vuelva más sensible, más inteligente, más veloz, capaz de tomar decisiones. Se ejercita la observación, la musicalidad, el uso del espacio, la individualidad y la relación con los otros, buscando correr los límites de la expresión física para ampliar las posibilidades interpretativas.

Una rica programación

En la noche inaugural se presentó para abrir el festival la Compañía de Danza de la UNL con su producción 2012, “La gravedad de la cosa”. Luego se ofreció el espectáculo rosarino “Mi cielo (que ni es cielo ni es azul)”, de Ana Varela, una “propuesta estética se arraiga en el cuerpo y sus posibilidades de movimiento, utilizando herramientas y materiales propios de la danza, una materialidad que es netamente abstracta pero que produce un relato”, como sostenía el detallado programa de mano. La totalidad permitió establecer el desarrollo de pautas específicas que el cuerpo debe ejecutar en el espacio. El trabajo puso en funcionamiento una cantidad de energía concentrada, generando una presencia en tensión de fuerte y cautivador tono; una energía utilizada para exaltar los rasgos expresivos del elenco, integrado por María Lorena Concari, Verónica Mensegues, Soledad Verdun, Paula Valdés Cozzi y el destacado bailarín Ulises Fernández. Tuvo carácter protagónico, por la precisión y la belleza lograda, la iluminación de Rody Bertol y fue de buena factura la música de Alexis Perepelycia, aunque por momentos el sonido aturdió por su excesiva intensidad. Tal vez buscada, pero igualmente fuerte.

Desde Tucumán llegó “Primer segundo”, con “aires de carnaval, melancolía de toldo, festejo de la caída como mentor de cambio”. Una interesante propuesta escénica en la que sobresalió la intensidad de Valeria Mendoza, Javier Seco, Hernán Juárez, Silvina Koss, Roberto López y Carolina Sánchez, con una exquisita música interpretada en vivo, creación de Javier Seco, Hernán Juárez, Valeria Mendoza y Silvina Koss, todos sumando indisimulable entrega a una totalidad rica en expresividad.

La Compañía Móvil de Buenos Aires ofreció “Cuerpo extranjero”, de Inés Armas, Daniela Fiorentino y Fagner Pavan, tal vez el mejor espectáculo de este Argentino. La obra trabajó el cruce entre la danza y el teatro de títeres, buscando un territorio común que surge de los conceptos de animación y movimiento. Son tres personajes: bailarina, titiritera y títere, que conviven y juegan a manipularse. Pudimos disfrutar del virtuosismo de Inés Armas, un cuerpo que expresa múltiples lecturas, y de Daniela Fiorentino, entregada al sutil manejo de los títeres. Aquí el carácter de lo sagrado se hizo presente, como un vehículo de salvación. La bailarina y la titiritera tienen en sí mismas su campo de trabajo y la interpretación es tarea de una vida. Se advierte que un constante entrenamiento lleva a estas magníficas intérpretes a adquirir dominio técnico sobre sus medios físicos. Así, el acto de interpretar se convierte en acto de sacrificio, y este sacrificio es el presente del intérprete al espectador. Ambas ofrecieron, en un intenso acto de amor, su representación como una ceremonia para los espectadores, que ovacionaron largamente esta propuesta.

En el aspecto escenoplástico, una montaña de estopa que luego se transformará en relleno, se instaló en el centro de atención. Metáfora de interiores no deseados, esa sobreelevación abrevó en el orden de lo simbólico, en tanto la representación de la terrible historia transcurrió entre el abismo al que nos arroja la violencia estructural de la modernidad globalizada y las diversas manifestaciones del impulso vital, la creatividad y la solidaridad humanas.

Con su maravillosa entrega -como un enorme acto de amor- Armas y Fiorentino desplegan una inocencia, una perspicacia y un derroche de energía que contagia y remite a un abanico de fuertes lecturas. Ambas, junto a Fagnar Pavan, desovillaron el ritual de la danza y del teatro, cumpliendo al pie de la letra la ceremonia ensayada. “Cuerpo extranjero” y toda su belleza sublime dejaron en la escena la impronta de un talento mayúsculo.

La gran fiesta

La noche del sábado permitió vivir en la Sala Mayor del Teatro Municipal toda la excelencia de “Tushh Santa Fe”, a partir del desprejuicio estético puesto en escena con malambos, tango, ballet clásico -bellísimas las muy buenas bailarinas del Seminario Provincial dirigido por Betty Sture- mucho hip-hop, danza contemporánea, remeras con lentejuelas, ropa de color y una perfecta resignificación de danzas populares, en el mejor sentido del término popular, con un simbólico cruce de tendencias.

El espectáculo -espléndido, divertido, hermoso en su concepción estética- fue ofrecido por el Combinado Argentino de Danza, “un grupo de experimentos y trabajo. Reúne a jóvenes artistas de diferentes formaciones y procedencias, argentinos que bailan una danza folclórica, extranjera, conectada, interferida, afectada por la actualidad”.

Con muy buen olfato, la bailarina, coreógrafa y docente Andrea Servera trabajó con bailarines santafesinos con relación al grupo estable del CAD. Los intérpretes de Santa Fe fueron Noelia Arias, Joaquina Butto, Rodrigo Castillo, Fabricio Ceballos, Magdalena María Deb, Vanesa Pérez Cepeda, Moshaxim Fernández Aguirre, María Josefina Franco, Jonatan Giménez, Ever Godoy, María Eugenia Gross, Colo Lescano, Marina Méndez, Franco Oberlin, Emilce Pais, Fabiana Sinchi, Milagros Sonsogni, Ángel Speranza, Ariel Stangaferro, Cristian Weimuller y Yuse Zalazar. El DJ, espectacular, fue Villa Diamante, todos, absolutamente, entregados al frenesí y a la diversión.

De Santa Fe

Dos propuestas integran el estreno de este año de la Compañía de Danza de la UNL. “Azulnoche”, una pieza coral para seis mujeres, definida por su director Gustavo Lesgart como “un paisaje en continuo movimiento en el cual las imágenes se suceden sin interrupción. Espacios que se renuevan, trayectos que cambian y volúmenes que desaparecen delante de nuestros ojos crean un constante devenir que sólo por momentos parece detenerse para que podamos ver -con cierto detalle- qué sienten esas mujeres que lo conforman”.

El talento de Lesgart se pone de manifiesto cuando plantea en la escena temas de la condición humana como el amor, el sexo, el erotismo. Trabaja a partir de las sensaciones, y para eso genera imágenes de belleza intensa, apoyado en la escenografía de Mario Pascullo y el mismo Lesgart -es de fuerte presencia el sugerente cortinado que reina en la escena-, la música de Franco Bongioanni y la iluminación de Alfonso “Ponchi” Insaurralde. El coreógrafo no trabaja sobre una historia, no cuenta nada anecdótico. Produce los impulsos para que el espectador se conmueva y lo traduzca en su vida. “Azulnoche” tiene la magia de toda su intensidad. Las muy buenas intérpretes de esta totalidad son Soledad Caamaño, Guadalupe Ferrero, Virginia Dilda, Gabriela Lavagnino -etérea, sublime-, Victoria Roldán y Cecilia Romero Kucharuk.

“Oceánica” es el título de la siguiente obra que integra el programa. La idea y la coreografía llevan la firma de Ana Garat quien sostiene en el programa de mano que “cuando la Luna gira alrededor de la Tierra, el punto de la superficie del mar que está más próximo a la Luna experimenta el empuje provocado por la fuerza centrífuga de la Tierra y, a la vez, la máxima atracción por parte de la Luna. La suma de ambas fuerzas empuja al agua a separarse de la Tierra...”. La propuesta es esencialmente poética y es un canal particular para construir un espectáculo que tiene como fin constituirse en una alegoría, un homenaje para todos los seres que enfrentan su vida y, por sobre todo, como una resonancia artística del inevitable hecho al que todos estamos destinados. Aquí se comprende por qué la danza es un lenguaje y el lenguaje una forma de comunicación. La comunicación de la danza es a través del cuerpo. Y el cuerpo, entonces, como medio de investigación del movimiento donde se interrelacionan y se funden y confunden una síntesis de lenguajes que abarca a la danza misma.

El afiatado elenco se integran con los nombres de Florencia Stechina, María Laura Citta, Mariel Barcos, Mauro Cappadoro, Pamela Rojas y Varinia Zelko, bellísima y perfecta intérprete. La música original es de Jorge Grela; el vestuario de Facundo Ternavasio y la iluminación de Alfonso “Ponchi” Insaurralde.

La vida proyectada sobre la escena

Creatividad en estado puro en “Azulnoche”, dirigida por Gustavo Lesgart, una de las obras que integra el programa doble de la Compañía de Danza de la UNL.Foto: Mauricio Garín

La vida proyectada sobre la escena

Todo el talento en la propuesta de Buenos Aires. Irene Armas y Daniela Fiorentino ofrecieron un espectáculo de alta calidad estética, que conmovió a los espectadores. Foto: Flavio Raina

La 9na. edición del encuentro se concretó en dos escenarios con la participación de grupos de Buenos Aires, Tucumán, Rosario y Santa Fe. Las funciones fueron en el Foro Cultural UNL y en el Teatro Municipal.

La vida proyectada sobre la escena

Desde Tucumán, un fuerte tono de música ancestral con color folclórico y danza contemporánea en “Mi cielo (que ni es cielo ni es azul)”. Foto: Pablo Aguirre

La vida proyectada sobre la escena

La gran fiesta, con todo el frenesí de la danza. Sobre el inicio del estupendo trabajo, los acordes de “El bombón asesino” en versión estilizada marcaron el inicio de la celebración. Foto: Mauricio Garín

La vida proyectada sobre la escena

“Primer segundo” fue la propuesta que llegó desde Rosario con toda su fuerza.

Foto: Flavio Raina