Escribir un diario

Escribir un diario

Obra de Michael Berra.

Por Julio Anselmi

“País de detalles”, de Alfonso Mallo. RIL Editores. Santiago de Chile, 2012.

Giuseppe de Lampedusa propugnaba que todo el mundo escribiera un diario; esa memoria (no sólo de fechas y situaciones, sino también de la expresividad que atestiguaría el estilo -incluidos los errores y los modismos-) sería a lo largo de los años trascendental. Los diarios de algunos escritores (Stendhal, Kafka, Pavese) encierran algunas de sus mejores páginas. Alfonso Mallo recuerda que Nabokov sostuvo que quienes llevan diarios lo hacen “porque en el fondo quieren dejar constancia de la realidad que los acosa y que cambia de manera inevitable, a veces con mayor velocidad que otras pero siempre de un modo que el diarista siente singular, irrepetible”. Quien escribe un diario, en suma, manifiesta los dos impulsos inefables de la creación literaria: la insatisfacción y el registro, la búsqueda de “la forma de que ciertas circunstancias de la vida -que es mucho más amplia y abarca mucho más que eso que ‘simplemente pasa’- queden en el medio de una tensión, en la franja difusa que separa la realidad de aquello que sólo suscita”.

País de detalles, el nuevo libro de Alfonso Mallo (Mar del Plata, 1975) es un diario que es también un libro de poemas en prosa. Lo componen simples observaciones fugaces que merced a la escritura se fijan en el fulgor de su instantaneidad y de la ambigüedad de su apresamiento (los pájaros en el viento sobre el río); un accidente que revela lo cotidiano que inexiste a fuerza de costumbre (un periódico sobre el que cae un vaso de agua); los relámpagos que iluminan el pasado (una canción de cuna de la infancia). Cada uno de esos apuntes, percepciones o reconocimientos llevan aparejado su apotegma, que quizás sea el verdadero enaltecimiento de este género que busca encontrar también en lo indefinido o anodino una razón de experiencia, una razón de ser.

Obviamente, hay en estas anotaciones de diario temas personales; el más evidente atañe a las diferencias, nostalgias o pérdidas que Mallo registra en su actual residencia en Chile. Como el propio autor señala en un postscriptum, en retrospectiva, ha debido aceptar “que los dos años muy largos que invertí en estos sesenta textos quizás estén aquí en el modo de una repetición, casi una letanía: advierto que las palabras en todos ellos son muy parecidas, los temas se repiten más o menos cíclicamente y no hay forma de escapar de la obsesión”.