La historia del maní en la costa

Una proeza agrícola y muchos recuerdos

Como extensionista del INTA San Javier a comienzos de la década del 70, el autor rememora el premio nacional logrado con un ensayo en El Laurel, departamento Garay. Y agrega estampas que transportan el lector hasta la agricultura antigua que se practicaba en la región.

P16_A_ESCANEAR0009.JPG

Las parvas. Luego de arrancado, el maní esperaba apilado la llegada de la máquina trilladora.

Fotos: Carlos María Medera

 

Carlos María Medera

[email protected]

Especial para Campolitoral

En la campaña agrícola 1970/71, la agencia del INTA San Javier, con la colaboración de Don Guillermo Degiorgio, de El Laurel, ensayó la variedad de maní Manfredi Virginia 6. El resultado obtenido fue excelente, con un rendimiento de 44 qq de grano por hectárea y 59% de materia grasa.

La trilla de las dos parvas que levantó con la producción del cultivo, se realizó con la “Apolo XI”, una pequeña máquina que habían construido los Bonguán, de Cayastá, ya que ellos y alguno que otro más de la zona eran los únicos que continuaban cultivando maní a esa altura del siglo XX.

La producción se comercializó en la ciudad de Avellaneda, a la firma Vicentin, por intermedio de la firma acopiadora “El Suizo” de San Javier.

En esa época, la junta Nacional de Granos extraía una muestra de cada partida de maní que se comercializaba. La filial Avellaneda de la JNG tomó una muestra de la cosecha de Degiorgio, que participó en el concurso nacional de calidad.

Si no estuviera en el Boletín Informativo Manisero (BIM) de Enero/Abril 1972 sería muy probable que se pueda dudar de los resultados, pero la verdad es que la muestra de Degiorgio obtuvo el primer y tercer premio nacional y una mención especial para la provincia de Santa Fe, compitiendo con 13.000 muestras provenientes de zonas tradicionales maniseras.

Con Degiorgio, los acopiadores y el delegado de la JNG de Avellaneda fuimos a Hernando, provincia de Córdoba, a recibir los premios en el marco de la XVI Fiesta Nacional del Maní, en enero de 1972.

Allá lejos y hace tiempo

El cultivo del maní en la zona de la Costa comenzó prácticamente desde la misma fundación de Helvecia, en enero de 1865, y durante varias décadas fue el pilar de la economía del departamento Garay.

Mi padre, Arsenio Medera Tassi, actuó durante el final de la época de esplendor. Además de ser productor se desempeñó desde 1926 hasta 1952 al frente de las máquinas que recorrían chacra por chacra en busca de las clásicas parvas de maní para trillarlas. Estas máquinas, construidas por artesanos de la zona (Helvecia, Campo del Medio), como los Bertoia y los Jagou -entre otros- eran arrastradas, primero por pesados motores a vapor y luego por tractores.

También Don Arsenio atendió máquinas descascaradoras, ya que el maní con cáscara que resultaba de la trilla en chacra era almacenado en galpones y luego descascarado para su comercialización, en esa época exclusivamente para aceite comestible.

Hasta que llegó la mecanización, no hace muchos años, la siembra del maní se realizaba con una máquina de un surco tirada por un caballo en el terreno que se había preparado con arado de mancera o de asiento.

Cuando las plantas estaban algo crecidas, las malezas del surco se eliminaban con carpidas manuales (lo hacían los “carpidores”), mientras que los yuyos que crecían entre surcos se combatían mediante escardilladas.

Como se sabe, la planta produce el maní en forma subterránea de manera que para cosecharlo se utilizaba un arado sin vertedera (o volcadera) cuya reja iba cortando la raíz de la planta por debajo de donde estaban los frutos. A continuación pasaban los obreros sacudidores que extraían las plantas cortadas y luego de sacudirlas las dejaban depositadas en el suelo expuestas al sol para que se orearan (era una tarea muy cansadora porque había que trabajar permanentemente agachado). Después venían los engavilladores, que con una horquilla formaban gavillas (pequeños montones de plantas). Finalmente pasaba un carro recogiendo las gavillas para emparvarlas y esperar que llegue la máquina trilladora.

Recuerdo que a los emparvadores, a eso de las 5 de la tarde, les levaban mate cocido que tomaban a la sombra de la parva en construcción.

Como la cosecha de maní casi siempre coincidía con los carnavales, mi madre -Justina Lucía Dusso Fabro- nos contaba que concurrían a los corsos del pueblo y a la madrugada, cuando regresaban, directamente se cambiaban la ropa y se iban al corral a buscar los caballos para atarlos al arado o al carro que se utilizaban en las tareas.

P16_B1_ESCANEAR0032.JPG

Extremo rústico. Para la siembra se usaba una máquina de un surco tirada por un caballo sobre el terreno previamente preparado con arado de mancera o de asiento.

P16_C_ESCANEAR0034.JPG

Una nave. En 1972 la variedad galardonada se trilló con una máquina tan moderna que se llamaba “Apolo XI”.

P16_D_ESCANEAR0033.JPG

El gran momento. Durante la XVI Fiesta Nacional del Maní, en Hernando (Córdoba), el productor Guillermo Degiorgio recibió la distinción junto al autor de la nota, acopiadores y delegados de la Junta Nacional de Granos.

P16_B2_ESCANEAR0015.JPG