Desayunar como rey: un hábito saludable que previene enfermedades

La primera comida del día es fundamental. Aporta energía y ayuda a organizar el resto de las ingestas, sin caer en dos prácticas riesgosas cuando se quiere mantener un peso saludable: el atracón y el picoteo.

TEXTO. LIC. NATALIA ROMEO MATHIEU.

 

Numerosos estudios han demostrado que quienes diariamente realizan un desayuno completo son menos propensos a padecer problemas de sobrepeso, obesidad o diabetes que aquellos que no lo hacen o lo cumplen de manera incompleta.

Luego del prolongado ayuno nocturno, el desayuno ayuda a mantener estables los niveles de glucosa en la sangre. Por otro lado, el hecho de no desayunar incrementa el riesgo de realizar atracones, no sólo en el almuerzo sino en la cena, o adoptar una conducta de picoteo constante resultando en un elevado aporte calórico.

A la hora de ponerlo en práctica se recomienda cubrir el 25% del aporte calórico diario con el desayuno, incluyendo en el mismo:

- Lácteos: de preferencia bajos en grasa, como leche, queso, yogur o ricota. Éstos aportan nutrientes esenciales como proteínas de alto valor biológico, calcio, fósforo y vitamina D para mantener los huesos fuertes y saludables.

- Cereales: preferentemente integrales que proveen carbohidratos (como fuente de energía), proteínas, vitaminas del grupo B, fibra y minerales. Dentro de este grupo podemos encontrar panes integrales, cereales para desayuno, avena, tostadas, etc.

- Frutas y/u hortalizas: enteras, en jugo, o en trozos, resultan importantes por su aporte de agua, carbohidratos, vitaminas A y C, sales minerales y fibras. Además, le darán color a la mesa haciéndola más atractiva. También podemos incluir frutas desecadas, como por ejemplo pasas de uva, orejones y banana deshidratada, que aportarán energía y buen sabor evitando las grandes concentraciones del azúcar de mesa; y frutas secas como nueces, almendras o avellanas que ofrecen a nuestro cuerpo ácidos grasos esenciales que el mismo no puede producir por sí solo.

A TODA EDAD

Muchas veces consideramos que el hábito del desayuno es sólo importante en la niñez, y esto es incorrecto, ya que más allá de ser muy positivo constituir esta práctica desde niños, es sumamente relevante mantenerla durante la adolescencia y la vida adulta, hasta la vejez. El desayuno no sólo influirá metabólicamente en nuestro cuerpo, sino que también encontraremos repercusiones positivas en nuestro estado de ánimo: ayuda a comenzar el día con mayor energía, mejora tanto el rendimiento físico como el intelectual (repercutiendo en la memoria, en la concentración y creatividad), e incluso es beneficioso en la regulación del tránsito intestinal.

Si no estamos acostumbrados a realizarlo, debemos tener en claro que es un hábito que no requiere demasiado tiempo. Programar 15 ó 20 minutos antes el despertador a los fines de invertir este tiempo en un desayuno completo nos permitirá gozar de los beneficios antes mencionados.

Por otro lado, para concretar esta práctica podemos dejar preparada la mesa la noche anterior y no olvidar que es un momento muy importante para el encuentro, el diálogo y la organización diaria. Si no estamos acostumbrados a hacerlo, comenzar de manera paulatina incluyendo preparaciones líquidas y, poco a poco, sumar ingredientes de los grupos sugeridos.

Nunca olvides que empezar la mañana con un desayuno completo y saludable: nos ayuda a afrontar el día con energía renovada y a organizar nuestra alimentación.

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