Tiempo de locro

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Amplitud térmica, cambio climático, temperatura ambiente, sensación térmica: todos son términos para especialistas, conceptos serios, aspectos cruciales -y a la vez desconocidos- de nuestra vida cotidiana. Lo que quiero decir es que esta vez, con suerte, vamos a comer un locro como la gente. Acá va un Toco interesado, con fines de locro.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

 

Ya saben: desde hace tiempo, venimos pifiando el locro del 1º de mayo, pues estuvo haciendo un ya típico calor atípico. No es un tema menor. El locro es una de nuestras comidas más interesantes y auténticas. En el concierto de las cocinas regionales, étnicas o representativas de las diferentes culturas y países de mundo, el locro puede anotarnos buenos porotos (y bueno: cada cual lo prepara con lo que encuentra; el poroto es busequero, pero si querés locro con porotos, dale nomás, pero avisá con tiempo, pues la familia, el barrio y la ciudad deben estar preparados para la tormenta posterior y sus terribles secuelas: jodido combinar porotos con cueritos de chancho), pero a cambio requiere frío exterior. El locro se come caliente y es híper calórico, incluso aquellos hechos con modositos cuidados.

Bueno, les decía que, en los últimos años, el locro quedó encerrado en una pequeña franja anual -una ventana de no más de dos meses en pleno invierno- por la que deben entrar los dos o tres que se preparan al año. Mayo es un mes clave porque además de abrirse la temporada locrera, propone locros el 1º y el 25, por lo menos. Y si en esos días hace calor, seguimos postergando locros y oportunidades de ingesta locrera para más adelante.

Tenemos entonces un montón de locros amontonados que se chocan el 9 de julio y después ya empiezan a competir con las otras comidas invernales: locro versus buseca, locro versus asado, locro versus guiso, locro versus cazuela de mondongos, locro versus bagna cauda patria lontana -versus patria cercana-, locro versus risotto (que te recontra por las dudas), locro versus locro... El locro, semejante comida, va perdiendo oportunidades y así llegamos de nuevo a la primavera y otra vez estamos fritos, asados, al horno: cualquier cosa menos locro...

Porque pasa con el locro, a diferencia de sus rivales, que uno no lo hace ocasionalmente o a cada rato. Hacer un buen locro lleva tiempo, es una comida si se quiere ritual y por eso se la asimila a determinadas fechas. Pero si esas fechas fallan...

Acá tenemos, o tendremos en breve, el típico caso de sobrevivencia de una especie: el locro está siendo sometido a dura prueba (y si es por eso a mí déjenme probar, nomás: me encanta), pues las otras comidas parecen adaptarse mejor a los cambiantes climas, a los calores sostenidos. Si no hacemos algo rápido, contundente (como el locro mismo), en breve nuestra comida emblema quedará recluida a una sola vez al año como el pavo relleno (acá estamos re llenos de pavos), que visualizamos sólo para fin de año.

Propongo modestamente que nuestros chefs estudien la posibilidad de:

a) Aligerar la comida, modernizarla, sacarle elementos, ofrecerla fraccionada y precocida en los súper y todas esas porquerías que harán que el locro no sea más locro; o

b) Propongo el locrotereré, una innovación gastronómica que permitirá que comamos locros como deben elaborarse, aunque puestos en la heladera y servidos con cubitos de hielo. Ya sé que el tenor graso de la comida hará que cambie la textura, pero es cuestión de acostumbrarse. Si se puede con el mate, pues que se pueda con el locro, de manera de no postergar la comida patria por un golpecito de calor de morondanga, inoportuno y advenedizo.

Y nos vamos yendo, canejo, ahijuna, amalaya, sotreta. Con toda esta argentinidad a cuestas, y después de tan sensatas propuestas -adaptación pura-, elevo oraciones varias a los dioses de turno, a los gurúes que estudian el clima económico, a los especialistas en sexo que estudian cómo llegar al clímax y, en fin, a todos los que se crucen, para que el 25 de mayo haga frío y tengamos un locro en paz. Tenemos que rezar y pedir todos juntos. En una de esas lo locramos.