“VENECIA” EN LA CASA DEL MAESTRO

Seres marginales que construyen un sueño

a.jpg

El Grupo Esopo propone con “Venecia” una divertida fábula cuyo mensaje es que hay que mantenerse fiel a los sueños, más allá de las barreras. Foto: Gentileza Producción

 

Juan Ignacio Novak

[email protected]

La obra “Venecia” del dramaturgo argentino Jorge Accame habla, por sobre todas las cosas, de los sueños y la necesidad de no renunciar nunca a ellos. Pero también, detrás de su aparente capa de sencillez, la trama esconde reflexiones -algunas ligeras, otras más profundas- sobre el amor, la soledad, la marginación y la muerte. Y las canaliza a través de personajes que el espectador intuye próximos en sus sonrisas y lágrimas.

La acción se desarrolla en un humilde prostíbulo de San Salvador de Jujuy que levantó muchos años antes la Gringa, una anciana ciega que en el crepúsculo de su vida se pasa los días sumergida en las añoranzas del pasado. En la certeza de que su muerte es inminente, tan sólo pretende cumplir su postergado sueño de viajar a Venecia para buscar a su antiguo amor, Don Giacomo, al que traicionó y abandonó en su juventud.

Aún conscientes de las barreras infranqueables que les impone su condición, las tres prostitutas que trabajan bajo el ala protectora de la Gringa y uno de sus clientes habituales, se unen y urden un plan para que la anciana cumpla su anhelo. Propósito que llevan a cabo con grandes dosis de ingenio, pero sobre todo de fidelidad y compañerismo. La puesta en escena de esta obra que propone el Grupo Esopo, bajo la dirección de Luis Mansilla, es sobria pero eficaz, en la medida en que logra divertir y emocionar en partes iguales. Ya desde los instantes previos al inicio, a través de la escenografía y la música de cumbia, introduce con claridad al espectador en el ambiente marginal en el que se desarrolla la acción, que avanza con fluidez y sin fisuras hasta la efectista -que no efectiva- escena final.

Solvencia

Los actores que dan carnadura al texto de Accame en esta versión -la tercera que dirige Mansilla tras las de 2001 y 2006- lo hacen con precisión y soltura. Noris Humeler se luce en su interpretación de la Gringa, quien moviliza las acciones del resto de los personajes. En el brillo que adquieren sus ojos cada vez que surge la recurrente referencia a “la ciudad de los canales”, se asienta buena parte de la carga dramática de la obra.

Silvia Paredes, Belén Monteroni y Rocío Castillo están muy bien en los roles de Marta, Rita y Graciela, el trío de prostitutas que junto con el Chato (sólida y divertida actuación de Mauricio Arce) se unen para “fraguar” el viaje. En la interacción entre estos cuatro personajes es donde se producen las situaciones hilarantes que sirven para dar un tono cómico, que se contrapone con la melodramática historia de la protagonista. La breve pero necesaria aparición de Don Giacomo, personaje a cargo de un correcto Ignacio Gon, marca el clímax de la obra.

Quizás se echa en falta una mayor profundización del vínculo afectivo que une a la Gringa con el resto de los personajes, algo que queda limitado a unos pocos pasajes y serviría para explicar mejor lo que motiva sus acciones. De todos modos, la obra tiene un cierre perfecto cuando la anciana muere en la certeza de haber arribado a su onírica Venecia y sus compañeros terminan colándose en su sueño y asumiéndolo como propio, necesario impulso vital.

La puesta en escena de esta obra que propone el Grupo Esopo, bajo la dirección de Luis Mansilla, es sobria pero eficaz.