¿Como sin darme cuenta?

Comer es un acto voluntario, por lo que podemos elegir aquello que comemos, y está regido por el pensamiento, aunque en ocasiones éste puede llegar a sabotear la dieta.

TEXTO. PSIC. ROMINA DEL POZO. COORDINADORA TERAPÉUTICA CENTRO DE NUTRICIÓN INTEGRAL DR. MEYER.

“Cuando me di cuenta ya me había bajado todo el paquete...”, “ Yo sé lo que tengo que hacer, pero cuando llega el momento me olvido..”. Frases como éstas salen repetidamente de la boca de quienes están intentando bajar de peso. Esto sucede porque en mayor o menor medida, las personas tienen la sensación de que comen de manera automática, escapando al control de su conciencia. Sin embargo, la realidad es que comer no es un proceso automático, sino voluntario y provocado de manera conciente.

Los procesos automáticos son involuntarios, como por ejemplo el latir del corazón, o la digestión de los alimentos. Porque nadie decide cuándo late el corazón, ni ponemos en funcionamiento los procesos de la digestión; Sin embargo no sucede lo mismo con la comida; es decir, somos nosotros los que “decidimos comer”.

Que sea un acto voluntario constituye una buena noticia; esto implica que somos responsables de lo que hacemos, devolviéndonos la capacidad de “elegir”, “parar” o “modificar” lo que comemos.

EL PENSAMIENTO VIENE PRIMERO

El Dr. Albert Ellis, iniciador del modelo psicoterapéutico cognitivo y creador del TREC (terapia racional emotiva conductual), consideró que el núcleo de su Teoría está representado por una famosa frase atribuida al filósofo estoico griego Epícteto: “Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos”.

Según Ellis, las emociones proceden de la interpretación que hacemos de los sucesos que nos acontecen, por lo que ponemos el foco mayormente sobre cómo nos afectan los hechos, más que en los hechos mismos. Además Ellis añade el modelo ABC para referirse a la relación existente entre los pensamientos, emociones y conductas, siendo A: los acontecimientos que nos suceden; B: la interpretación que hacemos de ellos (pensamientos que generamos sobre ellos), y C: las emociones y conductas que aparecen a partir de esos pensamientos e interpretaciones. A grandes rasgos, ello nos acerca a la idea de que, aun cuando no lo hayamos advertido, siempre existen pensamientos que rigen nuestras emociones y conductas, y la conducta de comer no es la excepción.

Es decir que aunque no seamos concientes, siempre hay un pensamiento antes de comer. Digamos que vemos un paquete de bizcochos... y lo comemos sin más; digamos que previamente existen pensamientos dispuestos a influir sobre ese acto. Si pensamos: “tengo muchas ganas de comer, por uno solo que coma no importa”, nuestro acto final será comer esos bizcochitos. Si por el contrario pensamos: “tengo ganas de comer, pero tengo que aprender a no picotear entre las comidas, etc.”, es probable que tengas mayor control y no te comas todos esos bizcochos.

Ellis califica como “Creencias irracionales” aquellas que se caracterizan por su extrema rigidez y total intolerancia a la frustración, llevándonos a conductas “auto-saboteadoras” (es decir, contrarios a nuestros propios intereses) y a emociones disfuncionales que dificultan la realización de las conductas necesarias para la concreción de nuestros logros y objetivos.

Por el contrario, lo racional sería lo que ayuda a las personas a alcanzar sus objetivos y metas. Por lo que los estilos de pensamientos “preferenciales” (no evaluativos), ni extremistas o absolutistas, se correlacionarían con emociones más positivas y conductas saludables.

LOS PENSAMIENTOS PUEDEN SABOTEAR TU DIETA

Los pensamientos saboteadores hacen más difícil el hecho de poder seguir un plan de cuidado, y lo hacen de distintas maneras:

- Los pensamientos saboteadores te alientan a comer: seguramente has tenido una serie de ideas permisivas, que te dan como una “autorización mental”, que te hace primero racionalizar lo que comes. Estos pensamientos suelen empezar con frases como: “se que no tendría que comer, pero no pasa nada por un pedazo...”, y terminan con una excusa: “...pero he tenido un mal día”, o “si no lo como me sentiré peor”, o “es una ocasión especial” o “tengo igual muchas ganas de comerlo”, etc.

- Los pensamientos saboteadores destruyen la confianza y seguridad en si mismo: Esto sucede cuando, después de haber comido algo que no estaba planificado, en lugar de pensar: “he cometido un error pero puedo retomar ahora mismo mi plan”, pensás: “soy tan débil, nunca lo voy a lograr”. O cuando creímos que nos iba a ir bien en la balanza y ocurre lo contrario, aunque hayamos hecho bien las cosas durante la semana, en lugar de pensar: “bueno, tengo que seguir haciendo las cosas como esta vez y seguramente la semana que viene veré los resultados”, pensás: “esto no funciona conmigo, yo soy muy complicada para bajar de peso, para qué seguir”.

- Los pensamientos saboteadores te tentarán a no prestar atención a los consejos dados por los profesionales. A medida que pasa el tiempo y aumenta el cansancio se piensa: “no tengo tiempo para comer más despacio, no tengo tiempo para hacer las colaciones”.

- Los pensamientos saboteadores incrementan el nivel general de estrés. Cambiar hábitos y seguir un plan de alimentación requiere de tiempo y energía, de manera que es importante reducir en lo posible el estrés innecesario. La manera de pensar acerca de otras cosas de la vida puede aumentar o disminuir el estrés. Si en lugar de pensar: “soy un ser humano, es normal tener virtudes y debilidades”, pensás: “tengo que hacer las cosas a la perfección, no me puedo equivocar, es terrible”, este tipo de pensamientos aumentan el grado de estrés, y esto a su vez aumenta la ansiedad, modificando conductas y actitudes para con la comida también.

Debemos aprender a identificar los pensamientos saboteadores que llevan a comer de un modo desfavorable. Esto ayudará a minimizar su exposición a dichos pensamientos y a cambiar la reacción ante ellos.