Mesa de café

Mirando las elecciones

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Remo Erdosain

El otoño y el invierno son las mejores estaciones para estar en el bar compartiendo la mesa con los amigos. Como dice el tango, el café necesita algo de humedad y por supuesto de un poco de llovizna y frío. Entonces da gusto saborear un café bien caliente y ponerse a discutir los temas políticos del día.

—Hablé con unos amigos entendidos en el tema -arranca Abel- y me aconsejaron que retire la plata de las cajas de seguridad.

—Y después dicen que no hay terrorismo político -se queja José.

—Ni tan poco ni tan mucho -interviene Marcial-, mis contactos no están tan convencidos de que ello vaya a ocurrir. Es más, me dijeron que en el único lugar en el mundo donde pasó algo parecido fue en Rusia después de la caída del comunismo.

—Por primera vez en mi vida te escucho hablando a favor del gobierno -le puntualizo a Marcial.

—No lo creas, no lo estoy defendiendo, todo lo contrario, pero a este gobierno hay que criticarlo bien, no exagerando porque esas exageraciones a la larga le terminan haciendo un favor.

—Hoy te dio un ataque de sensatez -le digo medio en broma.

—No, ningún ataque. Pero hace unos días leí una editorial de un conocido diario de Buenos Aires comparando al actual gobierno con los nazis. Creo que nunca alguien le hizo el juego al oficialismo de una manera tan evidente.

—Ustedes se entretienen sacándonos el cuero -subraya José- pero el sábado pasado reventamos la plaza de gente. Ningún partido de la oposición hoy puede reventar la plaza.

—Ustedes a lo único que están reventando es al país -acusa Marcial.

—Ganamos una década y aunque no les guste vamos a ganar otra.

—Por este camino ustedes no solo no van durar diez años más -responde Abel-, no van a durar diez meses más.

—Eso me huele a golpismo.

—No hay golpe ni golpistas, porque las Fuerzas Armadas, que son las únicas que pueden dar un golpe de Estado no están en condiciones de golpear a una vecinal.

—No comparto -contesta José-, el golpismo lo tiene a Lanata operando para Magnetto en contra del gobierno.

—Con Lanata podés o no estar de acuerdo, pero admitime que es un periodista profesional de larga trayectoria.

—No es un periodista es un operador y un showman.

—Show es el que armó la señora en la Plaza de Mayo. Pero, además, si Lanata es operador -digo- ¿qué podemos decir, por ejemplo, de Verbitsky?

—Además -agrega Abel-, no entiendo por qué Lanata era un héroe cuando denunciaba a los corruptos que había en la Alianza o en el menemismo y de pronto, de golpe y porrazo, se transforma en un golpista y en un corrupto.

—Lo acusan a Báez y no hay ninguna prueba en su contra afirma José.

—¿Te parece que no hay pruebas? Yo pienso exactamente al revés. Nunca en una investigación periodística hubo tantas pruebas disponibles.

—¿Vos pensás -pregunta Abel- que Báez no es un multimillonario?

—Que yo sepa no está prohibido hace plata -responde José.

—Me gusta ver a un militante nacional y popular defenderse con esos argumentos -enfatiza Marcial.

—No te hagás el distraído -digo- no estamos hablando de hacer plata trabajando, sino de hacerse multimillonario después de haber sido un insignificante empleado bancario.

—Y no hablemos de la señora.

—Pruebas, quiero pruebas, que de la sanata de Lanata ya estoy cansado.

—Yo te recuerdo -insiste Marcial- que desde que los tiempos de Illia se aprobó la figura del enriquecimiento ilícito, los funcionarios que se hacen millonarios en tan poco tiempo deben probar cómo hicieron esa fortuna.

—¿Cuántas veces la señora va a tener que dar explicaciones? Ya hubo una acusación por enriquecimiento ilícito y Cristina y su marido fueron absueltos.

—Claro que fueron absueltos -digo- los absolvió Oyarbide, lo cual los hace doblemente sospechosos.

—Hasta cuándo van hablar de la corrupción. Con esos argumentos lo derrocaron a Yrigoyen. Y ahora la quieren derrocar a Cristina.

—Yo creo que comparar a Yrigoyen con Cristina es quererlo poco a Yrigoyen- exclama Abel.

—Al que parece que no lo quieren mucho en la izquierda es a Binner -apunta con insidia José-, el gran amigo de ustedes. El otro día lo echaron del Foro de San Pablo por ser de derecha.

—Espero que Binner aprenda la lección. Cuando uno se junta con energúmenos le pasan esas cosas.

—Allí estaban representados gobiernos de América latina a tener en cuenta.

—Gobiernos de energúmenos -califica Marcial en voz baja.

—No nos vayamos por las ramas -digo- esta semana el Congreso aprobó la ley de lavado.

—El mismo Congreso -agrega Marcial- que aprobó la reforma judicial y el acuerdo con Irán.

—¿No son ustedes los que defienden el parlamentarismo? -pregunta José con tono irónico.

—Nosotros defendemos el Congreso cuando controla al Ejecutivo, no cuando es una escribanía del Ejecutivo.

—Yo quiero que sigamos conversando sobre la llamada ley de lavado.

—Ustedes la llaman ley de lavado. Para nosotros es una ley orientada a reactivar el mercado inmobiliario y desarrollar el sector energético.

—Vos podés decir lo que mejor te parezca -contesto- pero no deja de ser sintomático que cuando saltan los negociados perpetrados al calor del oficialismo, se apruebe una ley que a los evasores, amigos y delincuentes en general les viene como anillo al dedo.

—Lo que yo creo -expresa Marcial- es que se trata de una iniciativa tomada por el gobierno para llegar con un poco de aire a las elecciones.

—Yo no sé cómo vamos a llegar a las elecciones, pero de lo que estoy seguro es que en este país no damos más -se queja Abel-, ahora resulta que Paraguay vende más y mejor carne que la Argentina; estamos pagando un ojo de la cara por la energía eléctrica que tenemos que importar; la política de transportes es un desastre. Hay déficit comercial y fiscal, las reservas del Banco Central se están evaporando, la inflación no baja y por más cepo cambiario que haya los dólares no aparecen.

—Hace diez años que vienen diciendo lo mismo -contesta José- pero aquí estamos, vivitos y coleando y con ganas de quedarnos diez años más.

—Dios me libre y me guarde -exclama Marcial en voz baja.

—Quisiera referirme -digo- a la cuestión social, porque allí concluyen los relatos y las fantasías. La pobreza está creciendo y también está creciendo el trabajo en negro.

—Te pasas de corbata la exitosa política con los jubilados.

—Lo reconozco -digo- hoy hay más jubilados, pero más del ochenta por ciento cobra jubilaciones miserables,

—Y cómo van a ganar bien -reacciona Abel- si el gobierno usa la plata de las cajas como una “kaja” propia.

—Nunca un gobierno dispuso de tanta plata, de condiciones internacionales tan favorables y de leyes de excepción sostenidas durante tantos años y, a pesar de todo eso, seguimos como cuando llegamos de España -enfatizo.

—Comparado con 2001 estamos recontra bien.

—Comparado con 2001 cualquiera está bien -digo-, yo compararía con otras fechas si lo que me importa es la verdad.

—No comparto -concluye José.