La figura tatengue

Brítez jugó con el corazón en la mano

Brítez jugó con el corazón en la mano

Emanuel versus Emmanuel. Uno de los tantos anticipos de Brítez a Gigliotti. cerca del área de Limia. Fue el duelo más importante del partido y lo ganó el pibe de las inferiores de Unión ante uno de los goleadores del fútbol argentino. El chico, que en Primera debutó de “4”, hoy lo hizo de zaguero al lado de Correa y jugó como si se conocieran desde siempre.

Foto: Mauricio Garín

Es la mejor aparición de las inferiores, fundamentalmente desde el punto de vista de la personalidad. Se comió la cancha y lo borró a Gigliotti.

 

Darío Pignata

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Descendido, goleado por San Lorenzo, con amnesia a la hora de querer ganar de local -más de un año sin alegrías-, con dos juegos ganados en 38 fechas, varios lesionados y sin su figura goleadora Andrés Franzoia. ¿Qué otra forma podía elegir Unión para jugar este último clásico en Primera que no fuera con el corazón en la mano, como lo había prometido Emanuel Brítez en la semana previa al clásico?

Puede que Unión “se salve” vendiendo a Cavallaro como sueña su presidente o que explote Moreno o que Chiapello se afirme en la “B”, pero cuesta encontrar en los últimos tiempos a un pibe de las inferiores que demuestre la personalidad que demuestra Brítez.

Porque entró en el momento en el cual Unión se incendiaba en Primera División y sin embargo no le temblaron las piernas. Todo lo contrario, pareció gustarle y mucho la adversidad. Es cierto, como se ve desde afuera, que debe controlar sus impulsos porque en muchos partidos quedará al límite de la tarjeta roja. Mucho más con lo que fue su mediática presentación contra Lugüercio.

Pero está claro que lo que se ve desde afuera es lo mismo que vio Facundo Sava desde adentro para darle la responsabilidad de jugar como zaguero central al lado de Correa sabiendo que había que marcar por el medio a uno de los goleadores del fútbol argentino como es Emmanuel Gigliotti.

En ese mano a mano, una de las claves del clásico, el chico del semillero tatengue no se achicó nunca. Siempre apareció bien parado, correcto en la noción del tiempo y la distancia en cada uno de los cruces cerca del área de Limia.

Se vivieron “manoteando” con Gigliotti en un duelo bien de potrero, donde no faltaron los codazos, las “camiseteadas”, los pisotones, etc. Está claro que, al no haber anotado Gigliotti -en realidad, el que hizo se lo anularon mal-, al mano a mano lo ganó el pibe de las inferiores rojiblancas. Con el plus de haber jugado, por primera vez (al menos en Primera), como marcador central al lado de Correa, más allá del antecedente por la Copa Argentina.

De cara a la realidad que se viene para Unión, que es jugar la “B”, necesitará mucho de esta personalidad que mostró Emanuel Brítez en el puñado de partidos que lleva jugado en Primera. No porque no pueda ganar jugando al fútbol en el ascenso sino porque la presión por ascender será distinta que la resignación por descender.

Unión jugó el clásico de la misma manera con la cual se fue al descenso con Sava en los últimos partidos: con enormes limitaciones futbolísticas pero con el corazón en la mano. “Nos vamos con la frente en alto”, dijo Limia.

Para el hincha que tiene varios años de tribuna en el lomo -los pibes pueden pensar distinto-, nunca un clásico ganado puede canjearse por un descenso. Cualquier hincha de Unión, si se pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría este 1-0 con gol de Lizio por quedarse en Primera. Eso sí, este grito vacío es una caricia llena para el alma “cascoteada” de los tatengues.

 

El dato

El mejor de Unión

No sólo porque jugó en otro puesto -aunque lo conoce de las inferiores-, sino porque de zaguero al lado del “Coto” Correa sacó todo de arriba y de abajo. Disputó un mano a mano especial durante toda la mañana con el goleador sabalero Emmanuel Gigliotti y lo terminó borrando de la cancha. En realidad, en la única que no lo paró fue en la jugada del gol anulado. Dijo en la previa que había que jugar con el corazón y así lo jugó el pibe de las inferiores.