Un padre se hace

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El sostén emocional que aporta el hombre desde el primer momento del embarazo y, luego, en las situaciones cotidianas es fundamental. En la foto, Enzo con junior de 4 años y Nicole (3 meses). Foto. Flavio Raina.

Con mayor protagonismo en la vida cotidiana, y menos inhibiciones a la hora de cargar bolsos y coches, y cambiar pañales, los hombres se involucran de una manera más estrecha con su descendencia. Hay espacios que favorecen este vínculo a pesar de que el discurso social no termine de ajustarse a su verdadero rol. Y un reclamo pendiente: la extensión de la licencia por paternidad. El 16 de junio festejamos su día y decidimos anticipamos a la fecha con esta edición.

textos. nancy balza.

No es como en las postales; y está bien que no lo sea. En la vida real hay tantas formas de vincularse entre los padres y sus hijos e hijas como modelos de familia... y familias.

Lo cierto, como coinciden referentes que desde distintos espacios y disciplinas trabajan en el desarrollo de este vínculo, es que los padres están mucho más presentes en la crianza de su descendencia, que participan de manera activa desde el embarazo y también después, cuando la demanda incluye mucho más que cambiar pañales y se transforman en el sostén emocional de una mujer que tiene su tiempo y su cuerpo absorbido por el bebé.

En esta nota y anticipándonos a una de las fechas más celebradas del calendario, la opinión de Claudia Barreyro, directora de Tinkunaco, primer Centro Santafesino de Preparación Multidisciplinaria para la Maternidad-Paternidad y Crianza, quien asegura que esta generación está comprometida cien por ciento con la paternidad, destaca que la presencia del varón en el nacimiento es un sustento real para la mujer que está pariendo, y considera fundamental que se legalice una extensión en la licencia por paternidad.

Por su parte, la Lic. en Psicología Flavia Petrelli y la Psicopedagoga María Fernanda Vanni coinciden en la importancia que tiene la presencia del padre en todas las etapas de desarrollo de sus hijos y en la trascendencia de que ellos empiecen a reclamar un mayor protagonismo en esta función. Ambas integran, junto a la psicóloga Romina Quarchioni, el Centro Maternarte.

Además, la experiencia en un taller de música destinado a niños y niñas de 0 a 3 años, donde los padres tienen su lugar junto a las madres. Y un aporte de la periodista y escritora Sonia Santoro sobre el discurso social, que los vuelve omnipresentes o los corre a un lugar light.

EN TODAS LAS ETAPAS

“A nadie asombra ver hombres con el cochecito, con el bolso, en los actos escolares, en la consulta del pediatra. Es un lugar que está legitimado. Antes, el varón parecía relegado para el juego o para la represión: ‘vas a ver cuando venga papá’, se decía. Ese varón prácticamente no existe; ahora, el hombre comparte el vínculo con los hijos a la par de la mujer”. En la opinión de Claudia Barreyro quien, desde su actividad, acompañó el embarazo, el puerperio y el desarrollo hasta los 3 años de cientos de parejas y sus hijos e hijas, la generación actual de varones está comprometida en un cien por ciento con la mujer. Además, observa que “la pareja forma un núcleo de a dos y hemos perdido la tribu, es como si se autoabastecieran solos y cuando llega el puerperio le falta el sostén de la tribu. Pero hay un real compromiso de los padres en la preparación del parto y en la llegada del bebé”.

Es que la presencia del varón en el nacimiento no solo está sostenida en la ley sino que es un sustento real para la mamá que está pariendo. “El papá es el 50 % de este bebé. El hombre tiene un interés legítimo de saber en qué puede ayudar y así lo hace. En el parto decimos que la mujer pone el cuerpo y el hombre la cabeza. La mujer se dedica a parir y el hombre a protegerla y a hacer la esponja que absorbe todo lo que ella no tiene que absorber”, explica.

Después llega esa etapa que se llama “la tierra de nadie”, el puerperio, que se extiende desde que nace el bebé hasta los dos años, según algunos autores, pero nunca menos de 6 meses. “En ese período, el hombre pasa a ser el sostén afectivo, energético y de compañía de la mujer. Si les tengo que dar dos consejos a los padres, les digo: antes de irte cada día, preguntale ‘qué necesitás hoy’, y volvé a la hora que dijiste. Porque si le decís que llegás a las 7, a las 7 y 10 esa mujer se derrumba porque estuvo todo el tiempo succionada energética y corporalmente por el bebé.

a la par

“El rol del padre en la infancia es tan importante como el de la madre”, afirma la Lic. en Psicología Flavia Petrelli, integrante del equipo del Centro Maternarte. Para la profesional queda claro que “los padres actualmente se involucran en su rol desde el inicio del embarazo, ya sea acompañando a esta mamá en el cuidado de su embarazo por su hijo que está en su vientre, algunos iniciando una comunicación con su bebé a través de la panza, con caricias y cantos. Una mamá que recién dio a luz, que está en la etapa de puerperio, precisa mucha contención, necesita mucho de su pareja; el papá de este niño cumple la función de apoyo y, por supuesto, más adelante de la educación y crianza de este niño”.

A medida que la mujer se va incorporando a sus actividades laborales, cada vez más se observa cómo los padres se hacen cargo de sus hijos, ya sea porque la mamá trabaja más que el papá, ya sea por una cuestión de organización familiar, o porque va quedando atrás este modelo que ponía al padre en el lugar de llevar el dinero al hogar y a la madre de encargarse sola de sus hijos, asegura la profesional: “hoy en día los padres se encargan de sus hijos tanto como sus mamás, desde prepararles el desayuno, vestirlos, bañarlos, llevarlos a la escuela, ayudar en las tareas, hasta jugar con ellos”.

“Para el niño lo que haga el padre va a ser de tanto valor como lo que haga su madre, esta buena relación o admiración del hijo es lo que le va ayudar a ser emocionalmente más seguro cuando llegan a su adolescencia o a la edad adulta”. Además, “cuando los padres se involucran en la crianza de sus hijos, por lo general el vínculo es mucho más estrecho y de confianza, lo cual se va a observar en la personalidad de este niño, generando confianza y seguridad en su vida adulta”.

Por su parte, María Fernanda Vanni, psicopedagoga clínica, coordinadora de Talleres de crianza y del Grupo de crianza Mamás en Ronda en Maternarte, asegura que siempre se convoca a los padres a las actividades. Y aunque reconoce que “los hombres suelen ser un poco más reacios a participar al principio, y suelen ser ‘traídos’ al encuentro por sus mujeres, cuando lo hacen participan activamente, se implican en las actividades y realizan riquísimos aportes desde la mirada paterna. Es muy gratificante ver cómo ellos mismos descubren la importancia de reflexionar sobre la crianza y acompañar el crecimiento de los niños”.

.”En los diferentes espacios en los que me desempeño, ya sea la clínica psicopedagógica o los talleres -señala Vanni- siempre hago hincapié en la importancia del rol del papá como sostenedor de la díada madre-hijo. Para que una mujer pueda maternar a su cría, debe contar con mucho apoyo, sostén y contención emocional, y este es un aspecto esencial de la función paterna. Más adelante, cuando el niño crezca será también el papá el encargado de abrirle las puertas al niño hacia la socialización”.

Una mamá “nutrida” emocionalmente, puede nutrir y acunar a un bebé. “Cuando hablamos de sostén emocional nos referimos a que el papá acompañe a la mamá ya desde los primeros tiempos, desde el embarazo, el parto, luego la lactancia y las situaciones cotidianas de cuidados del pequeño, teniendo en cuenta los acuerdos que cada pareja realiza respecto a estos temas en su intimidad”.

EL CAMBIO SE CELEBRA

Para María Fernanda Vanni, “los cambios sociales de los últimos tiempos han permitido que el hombre comience a reconocer este importantísimo rol en la infancia de los niños, y que ellos mismos puedan reclamar sus espacios en el ejercicio de su función. Que los padres hayan comprendido que criar ‘no es cosa de mujeres’, que un niño necesita de mamá y papá, no es poca cosa, y creo que este cambio trae muchos beneficios para los hombres, las mujeres, pero sobre todo para los bebés y niños pequeños”.

En la misma línea, Claudia Barreyro evalúa que “los chicos deben celebrar los cambios que han tenido hombres y mujeres en los últimos años. Si me pudiera meter en la cabeza de un niño disfrutaría de la caricia de un padre o de un peinado para ir a danza porque mamá está trabajando; es una evolución. Hoy el hombre no se esconde para ayudar a la mujer en la crianza. Lo hace sin pruritos y eso es muy bueno para la pareja”.

“En ese sentido, creo que hemos ganado como sociedad, pero la ganancia real va a ser en tanto se blanquee. En un principio fue

algo snob y hoy la mayoría de los padres se involucran: la sociedad lo permite, la mujer lo pide y el niño lo celebra”, concluyó.

ROLES Y DISCURSOS

POR SONIA SANTORO (*).

Me puse a revisar el cuaderno de comunicaciones de uno de mis hijos y allí las notas van dirigidas casi en su totalidad a los “padres”, “papás”, “papis”. A veces aparece la comunicación a la “familia” y solo en tres casos se habló a la “mami”, cuando fueron respuestas puntuales a preguntas concretas. Lo hice para confirmar mi percepción de que el discurso sigue centrado en el genérico masculino, que supuestamente incluye a las mujeres, pero no las nombra, cuando -es sabido- son las mujeres, las madres, las que predominan en las actividades escolares, especialmente reuniones de “padres”, acompañantes de excursiones, compras de regalos compartidas, etc. Es decir, las mujeres son protagonistas del proceso escolar de los hijos e hijas; sin embargo, esto no está registrado en el discurso.

Más allá de eso, en el discurso de los medios de comunicación también hay algunas cosas a señalar. En las publicidades sigue predominando una imagen tradicional de hombre, el que echa humo por las orejas cuando sus hijos/as le comentan cosas que no aprueba, o el que está indiferente o ausente cuando la madre le da el remedio a sus hijos/as para calmar la fiebre o lo que fuere. Al mismo tiempo, convive un hombre-padre más relajado, capaz de cambiar pañales o cocinar, pero siempre divertido, cosa que en general no está asociada a la madre.

(*) Periodista Lic. en Comunicación y escritora. Autora del libro “Y un día me convertí en esa madre que aborrecía” (Capital Intelectual).

www.soniasantoro.com

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“Cuando los padres se suman a los talleres de crianza participan activamente, se implican en las actividades y realizan riquísimos aportes desde la mirada paterna”, asegura María Fernanda Vanni. Foto. Pablo Aguirre.

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Piel con piel. “Es usual ver a padres con sus hijos en las clases de natación. Allí no hay distracciones con celulares ni televisión. Es un espacio lúdico y placentero”, asegura Claudia Barreyro.

Foto. Gentileza Tinkunaco.

Derecho a estar presente

Así como se promueve el lugar de participación de los padres, para Claudia Barreyro es fundamental que se hable de una extensión de la licencia por paternidad: “no puede ser que como ciudadanía reconozcamos al hombre como un hacedor de trámites, porque para eso parecen estar los 3 días o los 5, según el caso. Es desoír las necesidades reales de contacto y relación temprana con el bebé que acaba de llegar. Me gustaría que haya una real reflexión en la ciudadanía y que lo pida, porque la extensión está ligada a la licencia de seis meses para madres que amamanten”.

“La ciudadanía -insiste- debería contemplar la necesidad de este padre de estar con su hijo recién llegado, con su mujer, y ni digamos cuando el nacimiento fue por cesárea y esa madre tiene que pasar un postoperatorio en soledad”. Es decir: “socialmente los padres se han ganado un lugar con su familia pero el Estado se lo niega, lo retira de ese lugar. Y es un lugar que hace a la salud del bebé, de la mamá y de los vínculos familiares”.

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“Hoy en día los padres se encargan de sus hijos tanto como sus mamás, desde prepararles el desayuno, vestirlos, bañarlos, llevarlos a la escuela, ayudar en las tareas, y jugar con ellos”, opina Flavia Petrelli. En la foto, Gabriel y Luz. Foto. Flavio Raina.

Un vínculo musical

Enzo Valls es músico y hace varios años que coordina el taller Musicreciendo, destinado a niños y niñas de 0 a 3 años y a los padres y madres que los acompañan. Dice bien: padres, protagonistas de una actividad que genera un vínculo desde otro lugar, desde el ritmo, el movimiento y el canto colectivo.

“La participación de los padres, cuando se hace con convicción, es fantástica, no porque sea mejor que la que ocurre con la mamá, pero vienen con entusiasmo y no faltan nunca. Cuando está la participación del papá, en la mayoría de los casos, es porque vienen juntos”, cuenta a Nosotros quien, hace ya algunos años, con una beca de la Secretaria de Cultura, hizo una investigación para tratar de adaptar esta modalidad, que estudió en Italia y es una teoría del aprendizaje musical que viene de Estados Unidos, al contexto local. “Me di cuenta de la importancia de la participación de los padres y cada vez más trato de involucrarlos en la actividad”, afirma.

Valls admite que en los talleres las madres son mayoría, pero reconoce que “cuando se involucran los padres lo hacen con una excelente participación”. Eso sí: el componente de la inhibición aparece en el varón cuando se trata de hacer actividades de movimiento, “pero los que se suman lo hacen de una forma fantástica, lo cual hace pensar que lo demás es una cuestión cultural, machista y que fuera de eso es posible vincularse en una relación muy creativa y de colaboración con los hijos”.

Valls trabajó en Italia sobre todo como músico, hizo teatro y, a fines de los ‘80 junto a otras personas, empezó a bucear en educación no formal desde lo musical, pero incorporando cuestiones de creatividad infantil, sobre todo para chicos y chicas de 3 a 6 años. Después, “mi interés fue bajar esa edad y me encontré con esta teoría del aprendizaje”. Hoy considera que en lo que hace a la participación de los padres en estas actividades, “los obstáculos son de tipo cultural, desde el papá que rechaza la posibilidad de venir a tirarse al suelo a jugar con los chicos hasta cantar o moverse, al extremo opuesto del papá que se involucra y es capaz de venir solo porque la mamá no puede asistir en ese horario”.

“La idea -aclara- no es que traigan a los chicos como si fueran al médico, así les doy la pastillita de la música. El rol en este trabajo es de guía no formal; no enseño, los guío a través de instrumentos y estímulos”. En ese contexto, valora la participación de los padres porque pueden tener un rol muy importante en naturalizar actividades que se pueden hacer con los chicos y que antes estaban asignadas a las madres, “pero siempre por una cuestión cultural, no porque haya un impedimento real”.

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Foto: Flavio Raina