Después de la Tierra

Digesto de traumas en territorio salvaje

Digesto de traumas en territorio salvaje

El herido general Cypher Raige (Will Smith) envía a su hijo Kitai (Jaden Smith) en una misión que los salvará a los dos. Foto: EFE

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El nudo de la cuestión en “Después de la Tierra” está a medio camino entre el “DSM-5” (quinta edición del “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”, de próxima aparición en castellano) y el psicoanálisis. Porque la “aventura” que encierra este filme de ciencia ficción se convierte en una historia de superación personal, pero atravesada por una serie de patologías que será interesante para dar una clase “canchera” en alguna cátedra de psicología.

¿Cómo viene la cosa? Una tragedia familiar, una ausencia (que se irá revelando durante la trama) separan a un padre y un hijo: el padre, el legendario y rígido general Cypher Raige, enojado consigo mismo y con la vida, por no haber podido impedir aquello; el hijo, el autoexigido Kitai, atormentado entre la culpa de un hecho del pasado (del que es bastante inimputable), y ser un hijo segundón que busca por todos los medios estar a la altura de las exigencias de su progenitor, y reemplazar aquella ausencia.

Perdidos en la Tierra

El contexto es el siguiente: han pasado mil años desde que la humanidad abandonó la Tierra, totalmente contaminada y arruinada por la especie dominante. Liderados por un cuerpo llamado los Rangers (“Comandos” en la traducción) llegaron a un planeta rojizo, con reminiscencias al Marte de la ciencia ficción más clásica (de Edgar Rice Burroughs a Ray Bradbury) llamado Nova Prime. Pero unos alienígenas (no se sabe bien quiénes eran) les largaron las ursas, unas bestias ciegas que huelen las feromonas del miedo, como el perro malo del vecino.

Siglos después, la humanidad construyó una sociedad allí, donde la gente usa monos ajustados o vestidos amplios, como en “Star Trek”, los dispositivos tecnológicos tienen un aspecto redondeado y simple y muchas cosas parecen estar hechas de caño y tejidos; pero las ursas siguen campantes y atacando, hasta que el general Raige inventó el “fantasmeo”: básicamente el controlar el miedo para volverse invisible a las bestias y destruirlas con un arma de filos extensibles, como un lightsaber de “Star Wars” pero metálico. Esa es la técnica que los aspirantes a Rangers deben dominar... menos Kitai, que tiene un trauma de infancia y empieza a hiperventilar por cualquier cosa.

Pasan muchas cosas en el medio, lo cierto es que padre e hijo sobreviven a un accidente de nave que los deposita en la vieja Tierra. Herido el general, el muchacho debe salir de expedición a buscar un dispositivo para pedir ayuda. En el medio hay una fauna desconocida y una ursa suelta, que iba en la nave.

Gestación

El proyecto nace de una historia de Will Smith, que Gary Whitta y M. Night Shyamalan convirtieron en un guión. Una historia que Smith impulsó para compartir nuevamente la pantalla con su hijo Jaden, como lo hicieron en “En busca de la felicidad”, cuando el retoño era más chiquito. Por si quedan dudas de la empresa familiar, entre los productores figuran Jada Pinkett Smith (esposa y madre de los protagonistas) y Caleeb Pinkett (cuñado y tío). Lo que termina desdibujando la figura de Shyamalan, un director discutido, amado y odiado, pero uno de los últimos “autores” en aparecer. Sin embargo, después de “El último maestro del aire” (una franquicia) repite ahora como director “contratado” (el italiano Gabriele Muccino había cumplido ese rol en “En busca de la felicidad”).

Así que no hay giros bruscos argumentales y misterios irresueltos, sino una narración bastante prolija del cuento, con una buena puesta visual, manejo del ritmo y efectos visuales verosímiles. Lo que pierde verosimilitud son algunos diálogos en los que Kitai le pasa facturas a su padre en medio de un mundo salvaje y extraño (algo que podría haberse evitado con un poco de terapia sistémica, que está de moda). Agravado esto por cierta sobreactuación de Jaden Smith (que ya hizo de pobrecito en la remake de “Karate Kid”) como muchacho miedoso/caprichoso y desobediente (es un cadete al fin). Su padre queda mejor como el rígido general, pero bueno, no es un personaje que le exija un derroche de expresividad.

En el medio, Kitai pasa de Guatemala a Guatepeor, y en el final pasa todo lo que tiene que pasar. Si la reciente “Oblivion” (sin inventar la pólvora) podía sorprender por retomar unos cuantos tópicos de la obra de Phillip K. Dick), acá hay buenas intenciones, superación personal (también la había en “En busca de la felicidad”), y una aventura entretenida, aunque en alguna ocasión el espectador promedio pueda decir “deja de llorar/quejarte y corré que se viene la maroma”.

“Después de la Tierra”:

  • “After earth” (Estados Unidos, 2013). Dirección: Night Shyamalan. Guión: Gary Whitta y Night Shyamalan, basado en una historia de Will Smith. Fotografía: Peter Suschitzky. Música: James Newton Howard. Edición: Steven Rosenblum. Diseño de producción: Tom Sanders. Elenco: Jaden Smith, Will Smith, Zoë Isabella Kravitz, Sophie Okonedo y Glenn Morshower. Duración: 100 minutos. Apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cinemark.
  • * * REGULAR