Tribuna de opinión

Historia y ocaso del partido militar

Dr. Carlos Rodríguez Mansilla

En una oportunidad, al comenzar una reunión con el Consejo de Estado, Francisco Franco preguntó a sus miembros: “¿Sabéis qué es España?”. Uno de los ministros intentó responder con la clásica definición de José Antonio Primo de Rivera: “España es una misión histórica en lo universal”. Pero Franco respondió secamente “No”.

Tras un silencio interminable, el dictador dijo: “España es un cuartel”.

A lo largo de su historia, España tuvo la impronta militar. Los jefes políticos eran soldados, y los soldados eran los paradigmas. Como Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, el Rayo de la Guerra. Como el legendario Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

Con tantas otras cosas, en estas tierras heredamos esa tradición de España. Y, tal vez por ello, surge desde los albores de la emancipación el partido militar. Aparece delineado en las Invasiones Inglesas, con jefes castrenses que se hacen cargo de la situación y encabezan la Reconquista: Pueyrredón y Liniers, siendo este último designado virrey tras la huida de Sobremonte. Un militar en el gobierno civil, algo que parecía normal ya que Sobremonte era marino y llegó a almirante.

Pero ya en 1810, el incipiente partido militar se siente fuerte y en capacidad para dar un golpe de Estado, derrocando al virrey Cisneros (que también era militar) y sustituyéndolo por el jefe del Regimiento de Patricios, coronel Cornelio Saavedra. Manuel Belgrano era el sargento mayor de esa unidad. Y en las jornadas de Mayo, vistiendo su uniforme, el creador de la Bandera había dicho poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: “Juro a la Patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el Virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo lo derribaré con mis armas”. La histórica acta del 25 fue redactada de puño y letra por el subteniente de Patricios Nicolás Pombo de Otero, en el cuartel.

Mariano Moreno, que no pertenecía al partido militar y que el 25 de Mayo estaba en su casa, pronto fue separado de su cargo de secretario de la Primera Junta. Se oponía a la incorporación de representantes de las provincias, con un planteo que inauguraba el unitarismo teórico.

El Gran Capitán criollo

Veterano de las guerras napoleónicas en el ejército español, llegaba a Buenos Aires el teniente coronel de Caballería José de San Martín, de 34 años. Era el 9 de marzo de 1812. Se le encomienda la formación del Regimiento de Granaderos a Caballo, del que fue su primer jefe. Al conocer la victoria del Gral. Belgrano en la batalla de Tucumán, desobedeciendo la orden de replegarse a Córdoba impartida por el gobierno civil, el 8 de octubre de 1812 el correntino subleva su Regimiento y depone el gobierno del Primer Triunvirato manejado por Bernardino Rivadavia. Otro civil, como Moreno, ajeno al partido militar y enfrentado a él. Y, como Moreno, partidario del centralismo unitario.

En esa oportunidad, en su proclama San Martín dice: “No siempre están las tropas para sostener gobiernos tiránicos”. En 1816, desde Mendoza, donde se desempeña como gobernador de Cuyo, San Martín hace saber al Congreso de Tucumán que si no se declara la independencia del país, está dispuesto a marchar con su ejército sobre la capital tucumana. La independencia se logró el 9 de Julio.

Y en el partido militar comienzan las líneas internas y las diferencias. Por eso, San Martín desobedece la orden de combatir contra dos de sus camaradas de armas, el Gral. Artigas y el Brigadier Estanislao López, impartida por su amigo el Gral. Pueyrredón.

En 1820, estando San Martín en Chile, se produce la acefalía del gobierno civil en Buenos Aires. Oficiales y soldados del ejército Libertador, acantonados en Rancagua, redactan y suscriben un acta en la que dicen : “La autoridad que recibió el General no ha caducado ni puede caducar, pues que su origen, que es la salud del pueblo, es inmudable” (Acta de Rancagua). Toda una declaración de principios, muy propia de la heredada tradición hispánica y del partido militar. Que el propio San Martín ratifica al sostener: “Cuando la Patria está en peligro, todo es lícito, menos dejarla perecer”.

A lo largo de la guerra de la Independencia, el partido militar se consolida, ya que sus miembros son los protagonistas. Terminada la contienda, los jefes militares quedan posicionados en cargos políticos relevantes, y las guerras civiles que sobrevienen, más que una lucha entre federales y unitarios es la pelea por dirimir la interna del partido militar.

En uno y otro bando, los que lideran son hombres de armas y antiguos camaradas: Lavalle, Dorrego, Paz, Mansilla, Bustos, López, Ramírez, Urquiza, Quiroga, Ibarra, Lamadrid. Todos son generales, y tienen mando militar. El mismo Rosas es comandante de milicias.

La Organización Nacional

Un hecho de armas, la batalla de Caseros, pone fin a la guerra civil, y un militar asume como primer presidente constitucional en 1853: Justo José de Urquiza. Interinato de Derqui y otro general es presidente: Bartolomé Mitre. Lo suceden dos civiles: Sarmiento, cuya candidatura fue lanzada e impulsada por mi antepasado, el Gral. Lucio V. Mansilla Rosas en los campamentos de Paraguay; y Avellaneda, apoyado y sostenido militarmente por el Gral. Julio A. Roca.

Roca será presidente en dos oportunidades, y desde 1880 a 1916 todos los presidentes argentinos pertenecerán “al partido del General”: el Partido Autonomista Nacional (PAN).

Hipólito Yrigoyen y el radicalismo surgen (y luego llegan al poder) tras protagonizar un levantamiento militar: la Revolución del Parque de Artillería en 1890, comandada por el Gral. Manuel J. Campos.

Cuarenta años después, Yrigoyen es derrocado por el golpe de Estado que encabeza uno de los militares sublevados en 1890: el Gral. Uriburu. Por la interna del partido militar, el Gral. Justo lo sucede. En 1943, otro golpe de Estado, otro gobierno militar y el surgimiento de un líder que fundará su propio partido: el coronel Perón, representante de la línea nacionalista opuesta a la liberal en el partido militar.

Los sucesivos golpes de Estado de 1955, 1962 y 1966, encuentran al partido militar fortalecido por una larga tradición como factor de poder, aunque siempre con una interna entre nacionalistas y liberales. Pero, muchos hijos de suboficiales ingresan al Colegio Militar y así surgen los nuevos oficiales peronistas, aunque sin llegar a puestos relevantes.

El ocaso del partido militar empieza en 1976, ya que las conducciones de las FF.AA. se niegan a aceptar el reemplazo constitucional de la viuda de Perón (con su salud deteriorada) por Italo Luder, y toman el poder. Lo hacen en medio de una guerra revolucionaria para la que no estaban preparados. La interna produce el relevo de Videla por Viola y luego asume Galtieri. No sabiendo articular una salida política al gobierno de facto, ya agotado, se apela al recurso de la guerra con Gran Bretaña por una causa justa pero sin estar en capacidad técnica. Tras el resultado de Malvinas, Bignone entrega el poder a los civiles, y el partido militar se extingue, dejando de ser factor de poder. Algo que fue desde 1806 a 1983.

Tras el resultado de Malvinas, Bignone entrega el poder a los civiles y el partido militar se extingue, dejando de ser factor de poder. Algo que fue desde 1806 a 1983.