Donde la indiferencia no es una opción

Donde la  indiferencia no es una  opción
 

Hace casi dos décadas Nelly Lorenzetti abrió su casa a niños y niñas de Liceo Norte para darles una copa de leche. Hoy prepara, con el apoyo familiar, de comerciantes y colaboradores, viandas para 131 chicos. Un esfuerzo no siempre reconocido y que busca consolidarse.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS mauricio garín y el litoral.

Cuando somos jóvenes, todos soñamos con cambiar el mundo, con marcar diferencias, con hacer algo importante de nuestras vidas. Pero a medida que crecemos, la realidad nos muestra lo difícil de la tarea, y es entonces cuando la queja y el desánimo suelen tomar el lugar del sueño.

Lo cierto es que a lo largo del viaje son pocos los espíritus privilegiados que comprenden que la inmensidad de la idea de mejorar el mundo, se traduce en simples y pequeñas acciones cotidianas; el famoso granito de arena capaz de levantar las edificaciones más sublimes.

Fue una larga serie de coincidencias la que nos llevó esta semana a las puertas un centro asistencial, en donde una amable mujer- acompañada sólo por su perrito- preparaba dos enormes ollas de guiso en una de las heladas mañanas que nos reservó este mes.

‘Mi cocinera está enferma, así que estoy yo sola preparando las vianditas‘. Y fue así, entre el exquisito aroma de la comida casera y el calorcito de la cocina, que el destino nos introdujo a este admirable proyecto.

ABRIR LAS PUERTAS AL PRÓJIMO

Esta historia comienza ya hace veinte años en Liceo Norte, uno de los barrios más postergados de nuestra ciudad.

Allí vive uno de esos espíritus privilegiados, Nelly Lorenzetti, una mujer de pequeña estatura pero de un inmenso corazón que comprendió que ya no podía quedarse de brazos cruzados ante la cruenta realidad que golpeaba a su comunidad.

En 1994, con el apoyo incondicional de su familia, Nelly abrió las puertas de su propia casa, ofreciendo a los pequeños del barrio una copa de leche diaria. “La peleamos solos, con la única colaboración de los vecinos y de empresas lácteas y panaderías que nos donaban los alimentos. Después arrancamos con un almuerzo tres veces por semana y con el tiempo logramos que el servicio fuese diario”, recuerda.

En 1995 ya había conseguido toda la documentación que formalizaba su actividad como centro asistencial y comenzó a acondicionar la infraestructura de su hogar hasta convertirlo en un lugar propicio para recibir a la cada vez mayor cantidad de gente que se acercaba en busca de contención.

De a poquito, y gracias a donaciones de vecinos y a dinero recaudado mediante mucho esfuerzo en la organización de festivales, lograron amueblarlo. Caballetes, tablones, platos, vasos, fueron sumándose al paisaje que todos los días recibía a decenas de chicos que llenaban sus pancitas gracias al sueño de esta mujer y su grupo de colaboradores.

En la actualidad, este Centro brinda asistencia a 131 chicos y chicas. “Tratamos de contenerlos. Se les regala útiles al inicio del ciclo escolar y a mitad de año. Todo donado por particulares y empresas. Les ofrecemos almuerzo y cuando hace mucho frío una merienda reforzada para que los chicos tengan algo calentito a la noche. Ahora estamos dando viandas porque en el barrio estamos viviendo mucha inseguridad. Tenemos un poco de miedo, pero tratamos de que esto no afecte nuestro trabajo”.

NO CEDER ANTE LA INJUSTICIA

Este tipo de empresas requieren mucho esfuerzo, que no siempre es reconocido o acompañado desde las gestiones de gobierno, aún cuando la función de los organismos asistenciales suele alivianar y muchas veces suplir- obligaciones que deberían recaer en los Estados.

La impotencia ante esta situación se torna lágrima en ojos de Nelly, quien nos comenta “Estamos muy dolidos porque los gobiernos han ignorado mucho a esta institución. Hacemos lo que podemos, pero no es fácil. Hay mucho dolor, mucha injusticia. La gente tiene muchas necesidades, está abandonada a su suerte. Todos los días trato de juntar mercadería y de darles leche, azúcar, todo lo que tenga en casa. Creo que es un acto de humanidad básica. ¿Cómo negarle comida a alguien? Siempre tengo preparadas fuentecitas por las dudas”.

Sin embargo, no todo es indiferencia. Nelly reconoce que hay personas que siempre han tendido una mano al Centro. “En gran parte nos mantenemos en pie gracias al auxilio que se nos brinda desde la comunidad. Los vecinos, la prensa y el Centro Comercial de Blas Parera siempre fueron muy generosos con nuestro trabajo”.

Nada nos impide creer que un paquete de arroz, una frazada, o la simple voluntad gubernamental de concretar la cesión de un terreno, pueden efectivamente transformar el mundo. Porque el mundo se cambia así, día a día, con pequeños gestos, uniendo esfuerzos contra la indiferencia. Y ocuparnos de que una persona no sufra frío, o que un pequeño pueda contar con algo tan elemental como un plato de comida en su mesa, es cambiar una vida.

A esta altura, la única pregunta que podría quedar en pie es ¿qué vamos a hacer al respecto?

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PARA COLABORAR

Quienes deseen colaborar con este proyecto pueden acercarse al Centro Comunitario Liceo Norte, ubicado en Callejón Aguirre y Chiclana. También pueden llamar al 0342-4882734 durante cualquier hora del día o enviarnos un e-mail a [email protected].

Toda ayuda es bienvenida, principalmente se necesita comida no perecedera y abrigo porque también se está proporcionando ropa a ancianos.

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Actualmente 131 chicos llenan sus pancitas gracias a la iniciativa de este centro comunitario.

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Liceo Norte no cuenta con agua potable. La extensión de la red comenzó hace años, sin embargo aún la conexión no se ha realizado.

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RECONOCIMIENTO

El Centro de Acción Comunitaria Liceo Norte fue galardonado en el año 2006 con el Primer Premio Nacional a la Excelencia Institucional, otorgado por el Instituto Argentino de la Excelencia.

Se brinda a personas e instituciones cuyo quehacer merece destacarse ante la sociedad toda, sin distinción de credos, razas ni banderías políticas.

La ordenanza Nº 11429 del 1º de noviembre de 2007 establece en su artículo 1º: “Otórgase al Centro de Acción Comunitaria Liceo Norte, sita en Callejón Aguirre Nº 5300, Personería Jurídica Nº789, con carácter de uso especial gratuito -comodato- una fracción de terreno de 3.973,61 m2, en la manzana Nº 8853 Lote 1”. En su artículo siguiente aclara que “el uso privativo de la fracción del espacio verde se otorga a la mencionada Asociación Civil por el plazo de diez años”.

Lamentablemente, esta es una realidad que jamás logró superar el papel.

La historia de esta plaza que nunca fue se inicia en 2001, cuando los vecinos comenzaron a trabajar una parcela de tierra, con el fin de disponer de juegos y un área de esparcimiento para los chicos de los barrios de la zona.

Con un enorme esfuerzo, y a través de los festivales, finalmente se obtuvo el dinero necesario para rellenar al lugar -que antes era una cava- y colocar los primeros arbolitos y unas pérgolas. El Municipio les otorgó formalmente el terreno y se sumó al proyecto con la promesa de construir veredas y colocar juegos y bancos.

Sin embargo, a pesar de las ordenanzas y de la propia palabra empeñada, el intendente Martín Balbarrey finalmente cedió el terreno al Ministerio de Educación para la construcción de un jardín de infantes, que nunca se llevó a cabo.

“Balbarrey en su momento nos explicó que había sido un error de Catastro. Desgraciadamente, en el medio mucho esfuerzo humano, afectivo, económico, se tiró por la borda. Nos dolió muchísimo”, cuenta Nelly.

Todo el dinero invertido por los vecinos, moneda por moneda, se perdió. No obstante, la Municipalidad mantuvo en pie su promesa de brindar al menos una parte del terreno.

El tiempo pasó, las gestiones municipales también. Y este espacio hoy continúa vacío, esperando la llegada de los chicos. No hay juegos, ni bancos... Sólo los arbolitos plantados alguna vez por los vecinos, como fieles testigos de promesas no concretadas.

“No perdemos las esperanzas. Hay una cantidad enorme de pequeños que se beneficiarían con esta placita. Si en algún momento se cumple con lo establecido por la ordenanza, a la plaza la van a disfrutar más de diez barrios del norte’’, explica Nelly.

La tristeza la asalta cuando piensa en que ahora habría que empezar todo de cero. Juntar nuevamente el dinero, contratar niveladoras, conseguir que alguien done juegos... Pero el sueño de un espacio en donde los chicos del barrio puedan divertirse, la mantiene en su lucha.

El proyecto estuvo tan firme y los vecinos tan ilusionados, que la placita incluso contaba con nombre propio. De hecho, la ordenanza Nº 11430, siguiente a la norma que cede el terreno, determina: “Designase con el nombre de “Crecer es Jugar” al espacio verde destinado a plaza pública, en el barrio Liceo Norte”.

Parecería un tema menor de no ser porque los vecinos de los barrios periféricos no cuentan con las mismas posibilidades que quienes viven en el corazón de Santa Fe. Lugares como la Costanera, o paseos que para algunos de nosotros suelen ser tan habituales, para los santafesinos que viven en los límites de la ciudad son muchas veces una realidad tan necesaria como inaccesible.

Por lo pronto, Liceo Norte sigue esperando de algún tipo de acción municipal; y los chicos, que alguien piense en ellos y atienda uno de sus derechos más fundamentales: el derecho al juego.

LA PLAZA DE PAPEL

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En 2007, por ordenanza se otorgó al Centro Comunitario un terreno para destinarlo a una plaza. Hoy los chicos de Liceo Norte siguen esperando que la cesión se concrete.

UN PEQUEÑO GRUPO, UN PROYECTO GIGANTE

Nelly es la cabeza de un grupo de personas que, a pesar de ser reducido, logra una tarea extraordinaria en el barrio. A ella se le suma una cocinera y tres chicas que colaboran en el servicio de comidas y en la limpieza del comedor. Además, en el centro también trabajan cuatro jóvenes que hacen deportes junto a los chicos, les enseñan computación y les brindan apoyo escolar. Todo esto a pulmón, sin ningún tipo de ayuda oficial y muchas veces en la soledad del anonimato. Pero siempre con la satisfacción de saber que se está haciendo algo por tanta gente que necesita ayuda urgente, y reconfortados cada vez que tienen el privilegio de plasmar una sonrisa en las caritas de esos chicos.

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