“Guerra Mundial Z”

Con los zombies pisando los talones

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Gerry Lane (Brad Pitt) escoltado por Segen (Daniella Kertesz, de boina) y otros soldados israelíes, durante un escape en las calles de Jerusalén. Foto: EFE

 

Ignacio Andrés Amarillo

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“Guerra Mundial Z” se propone un objetivo por demás de ambicioso: fusionar la tan en boga temática de la plaga zombie (que vendría a ser la moda que sigue a los vampiros,) y la de “respuesta gubernamental o supragubernamental a la amenaza” (extraterrestres o monstruos) con algunos géneros linderos como el cine catástrofe (a lo Roland Emmerich) y el de epidemias, cuyo último punto alto fue “Contagio”, de Steven Soderbergh. Y todo esto con mucha acción interpretada por el galancete maduro Brad Pitt (a la vez uno de los productores del filme).

El equipo creativo cumple los objetivos de manera algo despareja. Porque si la novela de Max Brooks (hijo de Mel con Anne Bancroft) buscaba contar una epidemia zombie deconstruida a través de una serie de entrevistas (su subtítulo es “Una historia oral de la guerra zombie”), la historia cinematográfica firmada por Matthew Michael Carnahan y J. Michael Straczynski, y el guión definitivo a cargo de Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof dan vuelta todo como una media.

Así, lo primero que hacen es construir un héroe que lleve la historia y una los puntos para obtener la big picture, y de paso salve las papas todo el tiempo. Como buen héroe, tiene que ser alguien con aptitudes pero que al mismo tiempo tenga una vida normal, hasta que esa vida se deshaga en pedazos y no quede más remedio que lanzarse a la aventura.

A salvar el mundo

El buen Brad interpreta a Gerry Lane, un ex empleado de la ONU que estuvo en los lugares más candentes del mundo, pero abandonó todo eso para formar una familia con su esposa Karin y sus dos hijas, en Filadelfia. Hasta que un día explota la plaga zombie y la familia tendrá que escapar, llevándose consigo a Tommy, un chico hispano que perdió a sus padres (hasta en la ficción Pitt adopta niños “étnicos”).

Thierry Umutoni, subsecretario general de la ONU los rescata, porque quiere que Gerry vuelva al campo a investigar qué pasa. Así, Gerry se embarca en un viaje para acompañar a un joven científico a Corea del Sur para buscar al paciente cero de la plaga, pero ahí la historia toma para otro lado, porque el científico se va rápido del relato y aparece una pista sobre Israel, donde conseguirá una compañera de aventuras: la aguerrida soldado Segen, y las ideas que terminarán de desencadenar una posible solución o paliativo al problema.

Fortalezas y debilidades

En lo que no falla este relato, de la mano del director Marc Foster, es que garantiza que haya una acción trepidante, con persecuciones, aviones estrellados y una seguidillas de saltos entre países, como en las películas de Bond o de “Misión Imposible”, o como en un “¿Dónde está Carmen Sandiego?” pero con los “no muertos” pisándoles los talones.

Ése, quizás, sea uno de los puntos débiles: los zombies son los de siempre, tiesos, en poses incómodas y rostros desfigurados. Los mismos de las parodias, como “Zombieland” o “Mi novio es un zombie”. La otra debilidad estaría en las explicaciones de la plaga: ya que pretende ser científica y no mística, le falta un poco de cientificidad a toda la cuestión, y la “resolución” del conflicto es medio a los ponchazos, priorizando la intensidad de la pesquisa y los combates.

El hombre y sus acompañantes

Por el lado actoral, por el perfil de relato pocos tienen tiempo para lucirse, salvo Pitt, que está todo el tiempo en escena, en un personaje que le queda justo: un padre ejemplar que es a la vez un “todoterreno” en acción: no es soldado pero sabe tirar, no es espía pero habla de igual a igual con agentes de la CIA y el Mossad, no es enfermero pero sabe de primeros auxilios, y no teme experimentar en su cuerpo con temibles cepajes bacteriológicos.

Entre los secundarios, se destacan sus contrapartes femeninas: por un lado, Mireille Enos como Karin, símbolo de un posible hogar a dónde retornar; por el otro, la israelí (con más que probables raíces húngaras) Daniella Kertesz como Segen, dura como una roca, e inocultablemente bonita (aunque afeada por su aspecto marcial).

Fana Mokoena como Umutoni tiene sus momentos, atrapado entre la lealtad y la realidad. Después, algunas apariciones secundarias bien resueltas: James Badge Dale (Captain Speke), Ludi Boeken (agente del Mossad Jurgen Warmbrunn), David Morse (ex agente de la CIA) y Pierfrancesco Favino (doctor de la OMS). Es de valorar el buen trabajo de casting a cargo de Kate Dowd, como así también el diseño de producción de Nigel Phelps, ambos recorriendo el mundo para encontrar actores y locaciones en los diferentes países, con un punto álgido en la Jerusalén más milenaria.

Según se pudo leer por ahí, “el arrollador éxito en taquilla de ‘Guerra Mundial Z’ animó a Paramount Pictures a confirmar la secuela del filme”. Si es así, se convertirá en una franquicia, y Gerry Lane tendrá que salvar al mundo como oficio.

buena

“Guerra Mundial Z”

  • “World War Z” (Estados Unidos, 2013). Dirección: Marc Forster. Guión: Matthew Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof, sobre historia de Carnahan y J. Michael Straczynski, basada en la novela de Max Brooks. Fotografía: Ben Seresin. Música: Marco Beltrami. Edición: Roger Barton y Matt Chesse. Elenco: Brad Pitt, Mireille Enos, Daniella Kertesz, Fana Mokoena. Duración: 116 minutos. Apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cinemark, en 3D y 2D, doblada y subtitulada. Se exhibe en Cinmeark.