EN EL NOROESTE DE SANTA FE

Cabaña Leiva: el jardín del norte

Su límite es también el que separa nuestra ciudad de Recreo. Sus calles cobijan con la tranquilidad de sus árboles. Los vecinos, con su cooperación y la fuerza con que marcaron el ritmo de crecimiento del barrio.

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Verde paisaje. Las veredas arboladas de Cabaña Leiva brindan una afable bienvenida al ingresar por calle Juan Bautista La Salle, a la altura del 10200 de la avenida Blas Parera.

 

Las mañanas en Cabaña Leiva se inundan de cantos de pájaros y del sonido de las hojas al sol cuando los árboles se mecen. El tiempo corre más despacio en sus calles y las caras y vidas de los vecinos son las de siempre. Con extensiones diferentes y la calma que impone su verde paisaje, las 23 manzanas del barrio cuentan con las ventajas y contratiempos propios de vivir en el extremo noroeste de Santa Fe.

Sólo una calle, Facundo Quiroga, divide a Cabaña Leiva y Santa Fe de la localidad de Recreo. La Ruta Nacional 11 dibuja el lomo oeste y reúne los principales servicios -las escuelas, el tránsito vehicular y el comercio-.

En este barrio, la distancia impone su tranquilidad y, también, retacea los servicios. Su desarrollo y crecimiento se realiza por iniciativa de los vecinos, que consiguieron las principales mejoras del barrio: desde la energía eléctrica en la década del ‘50 hasta la instalación y desarrollo del Centro de Salud. Por impulso de los fieles católicos del barrio se instaló una capilla que pugna por ser parroquia. Y, como todavía faltan cloacas y desagües, hicieron lo de siempre: se reunieron varias veces, se escucharon y proyectaron la obra de desagüe del barrio: “Es algo que nos incumbe a todos, para lograr que el agua de lluvia escurra hacia los límites”.

Entre todos

Cabaña Leiva invita con su tranquilidad a la altura del 10200 de la avenida Blas Parera, desde donde se puede ingresar al tomar Juan Bautista La Salle, la calle principal del barrio.

Sus primeros habitantes se establecieron allí a fines de la década del ‘30, cuando predominaban las quintas de verduras y citrus y funcionaba un establecimiento dedicado a la cría de nutrias. El barrio creció a la par del campo de deportes del Club La Salle, cuyas hectáreas arboladas son un emblema de la zona.

Al principio formó parte de Piquete y Las Flores, se llamó Piquete Norte y en 1960 tuvo su bautismo definitivo. Tomó nombre de un establecimiento ganadero situado al oeste de la ruta -unos 500 metros hacia adentro-, cuyos dueños eran descendientes de Luciano Leiva. El punto de referencia se convirtió en pertenencia e impuso el nombre aún cuando el barrio se desarrolló del lado este de la ruta.

Desde sus inicios, los vecinos destacaron el carácter “periférico pero no marginado” del barrio, poblado por gente de trabajo. Hay quienes todavía recuerdan como pioneras a las familias Leiva, López, Sosa, Bock, Decoud, Lobos y Belletti. Al día de hoy, su población se destaca por su sentimiento localista, un fenómeno consolidado por épocas de aislamiento y por la geografía de un pueblo independiente. Su impulso más importante fue en 1980, cuando Cabaña Leiva, aún sin agua corriente y con calles de tierra, se impuso como un lugar atractivo para vivir.

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Para saber

  • Servicios. La jurisdicción cuenta con servicios de energía eléctrica, agua potable y recolección de residuos. El gas natural es materia pendiente. Hace cuatro años, la vecinal realizó reuniones con los vecinos y elaboró un proyecto completo de cloacas y desagües pluviales, que planea evacuar el agua hacia calle Coronel Loza y por Facundo Quiroga, los dos extremos del barrio. El proyecto fue presentado a la Municipalidad, sin que se realizaran acciones hasta la fecha.
  • Transporte público. La línea de colectivo que ingresa al barrio es la 3, que tomó el recorrido que antes hacía la 15. Los coches de Empresa Recreo pasan por avenida Blas Parera.
  • Escuelas. Tres. La Escuela Primaria Nº 27 Dr. José María Gálvez; la Escuela de Educación Técnica Nº 527; y el Jardín de Infantes Nº 221 Doctor René Favaloro.
  • Comisaría. Una: la Subcomisaría 18.
  • Asfalto. De penetración: en las calles principales del barrio, por donde circula el transporte urbano.
  • Vecinales. Una. La Asociación Vecinal Cabaña Leiva está ubicada en Pedro de Espinosa 5785, cuenta con gimnasio en el primer piso.
  • Centros de Salud. Uno. El Centro de Salud Cabaña Leiva funciona en la planta baja del edificio vecinal.
  • Espacios verdes. Una: la plazoleta Amanda Julia Lertora de Porta, en Edmundo Rosas y Juan Bautista de La Salle.
  • Clubes. Dos. El Club de bochas Cabaña Leiva, abierto al barrio; y el Campo Deportes La Salle Jobson, de uso privado de esa institución.
  • Iglesia. Cuenta con la Capilla San Nicolás de Bari, dependiente de la parroquia Santa Rita de Casia. En la esquina de Juan Bautista de Lasalle y Martín Grandoli, se celebran misas los jueves, sábados y domingos. Allí se planea la construcción de una sala de velatorios, privada y de uso comunitario.

Lo bueno

Iluminación. Tanto desde la vecinal como los transeúntes destacan la iluminación del barrio. Miguel Beletti, vicepresidente de la vecinal, contó que cada semana se reparan las luminarias rotas: “Debemos ser de los barrios más iluminados, no nos podemos quejar”, expresó.

Lo malo

Espacios públicos. El mal estado de las calles, que en su mayoría son de mejorado, la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos. Beletti, descendiente de los primeros pobladores de Cabaña Leiva, fue contundente: “Hasta acá, la Municipalidad no llega. Nos tiene olvidados”.

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“Los vecinos somos casi una familia: toda gente buena, de confianza, que puede salir a la calle y sentarse en la vereda a tomar mate. Hay algunos asaltos pero los que roban no son de acá, porque nos conocemos todos”.

Mónica de Sueldo

Vive en Cabaña desde hace 39 años

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“Antes era todo baldío: estaba la casa de mi abuela y nada más, era todo campo. Cuando éramos chicos dormíamos con la puerta abierta. La ciudad no me gusta. Hoy, en ningún lado voy a estar más tranquilo que acá”.

Ariel Douchi

nació en el barrio donde hoy también crecen sus hijos.

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“Antes era todo monte. Teníamos que salir a tomar el colectivo a la ruta con el barro hasta la cintura. Ahora entran los colectivos, tenemos asfalto y agua potable... no nos podemos quejar. Es un lindo barrio”.

Alejandro Pintos

Vecino que nació y vive en el barrio

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Límite de Santa Fe

La calle Facundo Quiroga, extremo norte de Cabaña Leiva, es también el límite noroeste de la ciudad de Santa Fe y la divide del sector sur del distrito o ciudad de Recreo. “Antes era todo campo, hoy esos terrenos están habitados y los servicios dependen de dos municipalidades distintas”, contaron los vecinos que vivieron su transformación con el paso de los años.

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Espacios verdes

En la intersección de las calles Juan Bautista de La Salle y Edmundo Rosas, la plazoleta Amanda Julia Lertora de Porta es uno de los orgullos del barrio. Sin embargo, los vecinos reclaman que la basura de los cestos no es recogida con la frecuencia necesaria y si bien “cortan los yuyos, como crecen tanto, hay momentos que es imposible transitarla”.

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Forrajería

En la esquina frente a la plazoleta, Ana tiene una forrajería. Vende alimento para perros, gallinas y caballos, en ese orden de demanda. El movimiento de su mostrador da cuenta de una forma de vida que mantiene tintes rurales: en Cabaña Leiva todavía hay gallineros y algunas familias también crían chanchos.

Atención primaria

El resultado de pensar en conjunto

El director del Centro de Salud Cabaña Leiva reconoce que este importante servicio no podría haberse logrado sin el apoyo incondicional de personal médico y de vecinos.

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“Esto es del barrio”. El trabajo del Centro de Salud, tan fundamental en esta zona de la ciudad, está desde sus inicios entretejido con la buena voluntad de vecinos y médicos.

El Dr. Enrique Puigpinos reconoce que si bien ejerce la medicina desde su juventud, los últimos años de su carrera fueron de la mano con la realidad de Cabaña Leiva. “Yo me fui haciendo de acuerdo con las necesidades del barrio, con algunas cosas que determina la clínica general”, comenta.

Fue hace veintitrés años, cuando ocupaba un cargo en la guardia central del Hospital Mira y López, que lo invitaron a dirigir el Centro de Salud de este barrio del extremo norte de la ciudad. Y a pesar de las advertencias sobre lo arduo de la tarea, Puigpinos no dudó en tomar esta responsabilidad.

Llegó al barrio en 1993. En esa época, el Centro funcionaba en un local alquilado con el dinero que aportaba la vecinal sumado a los ingresos de distintos subsidios. Incluso se formó una cooperadora y se hacían eventos a beneficio con la finalidad de hallar fondos para sustentar este servicio social básico. Sin embargo, el centro corrió peligro durante mucho tiempo porque cada vez resultaba más difícil costear el alquiler. Fue gracias a la generosidad de una vecina del barrio que donó el terreno en donde funciona actualmente, que el centro de salud pudo comenzar a dar sus primeros pasos firmes. Finalmente, en el año 1999 el barrio celebró su inauguración oficial. Hoy comparte edificio con la vecinal del barrio.

Esfuerzo compartido

Niños, decenas de niños junto a sus madres pueden verse en la sala de espera de este centro asistencial. Su trabajo, tan fundamental en esta zona de la ciudad, está desde sus inicios entretejido con la buena voluntad de vecinos y médicos.

Resuelto el problema del alquiler, sólo pudo hacerse frente a las dificultades que surgían gracias a la colaboración de los vecinos y del personal médico que atiende las muchas necesidades de esta zona de la ciudad. “Esto es exclusivamente de la gente del barrio”, reconoce Puigpinos. “Este centro se fundamenta en el esfuerzo de mucha gente. Cuando llegué había servicios de pediatría, y luego se agregó ginecología, control de embarazo y odontología”.

Hoy, Puigpinos hace clínica general en el centro. Allí reciben a unos 50 pacientes por día, sumados a más de cien consultas diarias relacionadas con prestaciones como servicio de niño sano, control de peso, ingreso escolar, toma de presión, vacunaciones e inyecciones. Y además, Puigpinos calcula que por semana atienden cerca de 15 consultas de embarazadas. “En general, nuestros pacientes son, en su mayoría, jóvenes y niños. Cabaña Leiva no es un barrio muy carecientea pero sí tenemos pacientes con muchas necesidades que vienen de otros barrios. Compartimos pacientes con el centro sanitario de Nuevo Horizonte y también atendemos a vecinos de Recreo Sur”, comenta Puigpinos.

Campo de deportes

En las raíces de La Salle

Fuente: Página oficial de La Salle Jobson

  • La historia del Campo de Deportes La Salle comienza en el año 1949, nace en el Primario del Colegio La Salle Jobson con la creación de las divisiones de rugby infantil.

En 1952, como consecuencia de la desaparición del rugby como deporte en el Club Gimnasia y Esgrima, del que el profesor Roberto Moreno era jugador, se originan los dos clubes de rugby más antiguos de la ciudad: Cha Roga y el club del Colegio La Salle Jobson.

Ese mismo año, La Salle se afilia a la unión del Río Paraná y participa en segunda División.

En 1955, nace la Unión Santafesina de Rugby; de la cual el club es uno de los fundadores. El Campo de deportes en sus comienzos se encontraba ubicado en la terminación de la Costanera Vieja y su entrada donde actualmente está la Iglesia Parroquial Nuestra Sra. del Huerto.

La urbanización de la zona llevó al Club al barrio Cabaña Leiva, más precisamente a terrenos que eran propiedad de la Asociación de Ex alumnos del Colegio y que son los mismos donde funciona hoy.

Esta institución deportiva, que ya lleva 61 años de vida, es uno de los ejes sociales del barrio desde el momento de su fundación.

Staff: Textos: Florencia Arri/ María Víttori. Fotos: Flavio Raina. Cámara: Juan Manuel Víttori. Chofer: Mario Hereñú