Lengua Viva

Hablemos de la “justicia”

Evangelina Simón de Poggia

evasimon@ arnet.com.ar

No soy política, no quiero juzgar (no tengo derecho), sólo deseo entablar un diálogo imaginario con Uds. y reflexionar y, en todo caso, plantear una de las problemáticas existenciales que sostiene el hombre: la relatividad de la vida. Si pudiera vivirse en términos absolutos sus niveles de angustia decrecerían.

El tema planteado: “la justicia”, tranquiliza su espíritu y, por tanto, lo aproxima a un equilibrio interno que podríamos llamar “felicidad”. En contraposición, “la injusticia” lo sume en la indefensión, en la impotencia. Su espíritu y su mente se debilitan, llevándolo al terreno de la “infelicidad”.

El problema es que parece ser que la justicia se visualiza en el horizonte social en términos “relativos”. Según el ángulo de visión que adoptemos, veremos al hecho de que se trate justo o injusto.

En estos tiempos, el ser humano se debate entre esta aparente dicotomía: justicia versus injusticia. Pero antes de reflexionar sobre hechos, acciones, situaciones, acontecimientos sociales, el devenir y construcción del entramado social, veamos algunas posturas que se aproximan a lo epistemológico con respecto al concepto de nuestro interés.

Muchos filósofos griegos, presocráticos, tenían la opinión generalizada de que la justicia tenía que ver con el orden y la medida. Cuando cada cosa no ocupaba su lugar en el universo, se encontraba en el lugar que no le pertenecía, cometiendo excesos o abusos se planteaba la injusticia. La vida del ser humano debía girar alrededor de la justicia. Aparecen los aspectos sociales, agregando la visión de un orden social aceptado y cuya alteración o cambio se consideraba injusto. Los sofistas hablaban de la justicia convencional, es decir que por acuerdo entre los miembros de una comunidad algo podía llegar a ser justo o no. Platón en el Gorgias sostiene que la felicidad tiene como basamento a la justicia, a la que considera una virtud social en su concepto de Estado Ciudad Ideal, de tal suerte que sin ella no podía lograrse la felicidad deseada. “La justicia es tan importante que no importa ser infeliz para lograrla”. Aristóteles diferenciará la justicia conmutativa de la distributiva, siendo esta última el camino que nos llevará al logro de la virtud más elevada. Santo Tomas enriquecerá la opinión aristotélica. Otros han separado la ley divina de la natural, la ley natural de la positiva, la cual tiene que ver con el corpus jurídico de una sociedad. Algunos defienden, por ejemplo la justicia fundamentada en el poder del soberano, el cual debe cuidarla, pues representa el acuerdo al que llegaron los miembros de una sociedad en pro de la paz y la armonía. Podríamos seguir y aparecería la postura materialista que ve a la justicia funcionando en realidades, concreciones, teniendo como condición la de ser útil para todos los habitantes a favor de la felicidad de la mayoría.