el conocimiento, un valor clave

Educar desde la Fórmula Uno

Las técnicas aplicadas en la competición de máximo nivel contribuyen a mejorar todo tipo de vehículos de uso diario, en este caso al transporte público. Williams comercializó su experiencia a una empresa de trenes y autobuses británica.

Educar desde la Fórmula Uno

La escudería Williams de la Fórmula 1 (en la imagen el auto del piloto Pastor Maldonado) es una de las que brinda información y conocimiento para el transporte cotidiano. Foto: Gentileza thef1.com

 

M&T/Gentileza BBC

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Las escuderías están comenzando a usufructuar el know how (experiencia, conocimiento), utilizado en la principal categoría del automovilismo.

De hecho que a simple vista podría pensarse que arreglar un auto de Fórmula Uno no tiene mucho en común con el arreglo por ejemplo de un tren. Pero algunas empresas de trenes y autobuses en Gran Bretaña comenzaron a trabajar con el equipo Williams de la máxima categoría del mundo para que los ayuden a mejorar su servicio. Las empresas están comprando asesoría y equipo para hacer que sus vehículos sean más confiables, algo que todos los pasajeros agradecerán.

Basta tomar como ejemplo las paradas en los boxes, el lugar en que el auto en competencia puede hacer cambios de neumáticos y reparaciones o ajustes. Con sólo observar cómo trabaja allí un equipo de F-1 (lo que en automovilismo se denomina “zona caliente”), el fabricante de trenes Alstom asegura que fue capaz de reducir de dos días a cuatro horas el tiempo requerido para un trabajo de reparación.

Todo se reduce a asegurarse que se tiene la parte correcta en el lugar correcto con el ingeniero correcto en el momento justo. Eso es lo que los equipos en los pits de la F-1 pulieron a la perfección, como puede comprobarse en la fábrica de Williams cercana a Oxford, en Inglaterra.

Igual que en carrera

Una visita al sitio para experimentar el funcionamiento de una parada en boxes puede generar ansiedad. Todo en la fábrica está clínicamente limpio. El piloto se sienta en el auto, mientras que toda la escudería espera, cada uno aguarda para hacer su trabajo, sin hablar.

Cuando ingresa el auto a los pits, detiene el motor y se tiene que frenar exactamente en el lugar indicado, o todos se reirán del driver. La “parada en los pits” de los trenes en el taller de Alstom en la ciudad británica de Wolverhampton tarda cuatro horas en lugar de cuatro segundos, pero es evidente lo que aprendieron de la Fórmula 1.

Alstom también está utilizando la telemetría al estilo de la máxima categoría del automovilismo. Los mecánicos de la F-1 dependen del uso de computadoras para analizar cada pequeño detalle y dar retroalimentación a los ingenieros que se encuentran en la pista que conecta el circuito con los boxes.

Las computadoras de los trenes de Alstom hacen lo mismo. Advierten a los ingenieros acerca de los problemas de todo, desde inconvenientes de frenos a un inodoro que no sirve —aunque suena trivial, es muy molesto para los pasajeros—. Todo esto significa que los mecánicos saben qué esperar aun antes de que el tren llegue a la estación para que puedan tener todo listo. Las computadoras incluso les advierten si algo está por descomponerse, para poder solucionarlo aun antes de que se rompa.

Comercializar experiencia

Luego están los sistemas de frenado. Los autos de la F-1 recogen la energía del frenado y la utilizan para alimentar al auto. Ahora, Williams comenzó a comercializar sistemas similares que hacen lo mismo para los trenes, tranvías y autobuses.

Kirsty Andrew, directivo de la escudería Williams, que fundara Frank Williams junto a su socio Patrick Head, reveló que la firma obtuvo unos 60 millones de dólares el año pasado con la venta de su conocimiento en la materia y de equipos para diferentes empresas. Un dinero que pueden reinvertir en la fabricación de automóviles más rápidos.

Andrew también comentó acerca de una caja metálica grande y azul que bien podría empezar a verse en las estaciones de ferrocarril en un futuro próximo. Se trata en parte de un sistema que puede recoger la energía de los trenes cuando frenan al llegar a la plataforma y luego utilizar esa energía almacenada para hacerlos salir nuevamente de la estación.

Otro de los mayores problemas de los ferrocarriles es la falta de puntualidad. Sin embargo, la mayoría de los retrasos se deben a incidentes surgidos con las vías, las señales, con personas que se cruzan y así sucesivamente. Pero aprendiendo de la Fórmula Uno, al menos los trenes mismos serán cada vez más confiables y seguros.