Balance de campaña

Si bien existieron matices, la falta de propuestas resultó sorprendente. En algunos distritos, como provincia de Buenos Aires, primaron las sospechas y el clima conspirativo

La campaña electoral para las elecciones primarias del domingo finalizó en todo el país y, en términos generales, se podría coincidir en que se trató de un proceso caracterizado por la mediocridad y la falta absoluta de propuestas novedosas e inspiradoras.
Tal vez, este fenómeno no sea responsabilidad absoluta de los candidatos. Desde hace años, se percibe con claridad que gran parte del electorado privilegia la imagen de los postulantes, en lugar de analizar sus antecedentes o lo que cada uno de ellos propone. Hace tiempo que el <IC>marketing<XC> político se impuso por sobre las propuestas de campaña.
De todos modos y más allá de las lecturas generales sobre lo ocurrido durante las últimas semanas en el país, habrá que reconocer que existieron matices entre los diferentes distritos.
En la provincia de Santa Fe, por ejemplo, si bien el vacío generado por la falta de propuestas resultó por momentos perturbador, los candidatos mantuvieron un clima de civilidad y respeto. Más allá de las críticas cruzadas que lógicamente se producen en toda campaña, primó el buen trato.
No se escucharon descalificaciones, ni hubo agravios, ni se produjeron situaciones patéticas como sí se observaron en provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, donde cada uno de los sectores en pugna se juega gran parte de sus chances electorales de cara a 2015.
Allí, lo más resonante de estas semanas de campaña parece haber sido un extraño robo en la casa del candidato del Frente Renovador, Sergio Massa.
La confusión y las sospechas coparon la escena. Frente a tantas conjeturas, quedó flotando en el ambiente un olor feo que denuncia procesos de descomposición en la política, situación que resulta más gravosa para el gobierno por las operaciones simultáneas y contradictorias de Verbitsky y Berni, aunque las dudas también afectaron al candidato.
Nadie salió bien parado luego de este escándalo. Todos parecen haber perdido grados de credibilidad. El gobierno agravó su déficit, pero el hombre mejor perfilado para enfrentarlo también quedó salpicado por las dudas. En suma, el episodio alienta en el electorado la idea de que en estos días cualquier jugarreta es posible en el intento de obtener algún rédito político.
La discusión entre los principales actores de este contrapunto de denuncias terminó produciendo un ruido agobiante amplificado por la chatura de la campaña. Lo único que se logró, en definitiva, fue incrementar el clima de sospechas y alimentar la teorías conspirativas que se vienen multiplicando en el país en el curso de los últimos años.
Pero más allá de estas situaciones puntuales, existen algunas premisas que vale la pena remarcar a pocas horas de los comicios. En primer lugar, que la inseguridad y la inflación representan los principales problemas a solucionar en la Argentina. Y que, aunque el kirchnerismo evite por estas horas mencionar el tema, la batalla de fondo sigue pasando por la posibilidad de garantizar la re-reelección de la presidenta.

 

Aunque el kirchnerismo evite mencionar el tema, la batalla de fondo sigue pasando por la posibilidad de garantizar la re-reelección de la presidenta.