Las dos caras de Rosario

El congreso de AAPRESID en Rosario volvió a señalar el “Quo Vadis”. Los principales referentes de empresas, entidades y medios especializados compartieron una idea de hacia dónde vamos: es hora de corregir el rumbo.

Federico Aguer

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Una vez más, el destino nos “cachetea” para ubicarnos en nuestra pequeñez, fragilidad y finitud. Llegamos a una Rosario convulsionada por una tragedia absurda, atroz y despiadada. Y en medio del caos y la tristeza reflejada en los rostros de amigos y colegas, el Salón Metropolitano se llenó del bullicio de un nuevo evento que busca mostrar las líneas de la evolución de nuestra agroindustria.

“En la zona de Azul, los números no cierran”, nos contó un joven productor y contratista, que ya anticipa márgenes inexistentes para los campos que alquilan en esa zona de la provincia de Buenos Aires.

“Los insumos se venden, el problema es que están empezando a volver cheques sin fondos, y esa es una mala señal. Además, para levantarlos se tarda de uno a dos meses, y eso genera un bache financiero”, nos confiesa un vendedor de insumos de la zona de Felicia, Santa Fe.

“Con el Gobierno no estamos ni bien ni mal”, agregan descontracturados los representantes de una industria metalmecánica líder, radicada en el sudoeste santafesino. “Mal con la devolución de IVA, y mejor con el 14 por ciento. Se está complicando el acuerdo con Venezuela, que absorbe el por 50 por ciento de nuestra producción”, le dicen a Campolitoral.

“En el agro, la presión fiscal es altísima. Se necesita una reforma tributaria. Pero ahora, por una cuestión financiera, el productor se está descapitalizando. No se pueden renovar las maquinarias y el fisco no devuelve los saldos a favor. Lo hacen sólo cuando aparecen los amparos‘, dice Santiago Sáenz Valiente, destacado tributarista, quien fue más allá, diciéndole a edición rural que los productores “están sobre una bomba de tiempo”.

Como desde hace 21 años, AAPRESID marca el camino en las conferencias, talleres, ponencias y disertaciones. Aunque, una vez más, compruebo que transitar sus pasillos nos deja como periodistas las experiencias más enriquecedoras. Aquellas que nos permiten medir hacia dónde vamos, desde lo técnico y lo práctico, en medio de una ciudad desolada.