Abuelos con corazón de niño

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“La mojarrita Palmira y el moncholito Ramón” fue estrenada en julio pasado en el salón de actos del colegio Adoratrices.

Desde hace cuatro años, los “Abuelos al jardín” llevan cuentos, historias y canciones a los más pequeños en un proyecto que busca fortalecer vínculos, fomentar valores y brindar afecto.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. GUILLERMO DI SALVATORE y luis cetraro.

El grupo “Abuelos al jardín” se puso en actividad hace cuatro años. Surgió durante los festejos por la Semana de la Familia, que se celebra en octubre, en el jardín de infantes del Colegio San José Adoratrices.

En ese momento, la propuesta fue dramatizar cuentos tradicionales y algunas canciones, para lo cual se invitó a los tíos y los abuelos de los alumnos. Muchos participaron, pero no todo quedó ahí, sino que nació la inquietud de continuar con este tipo de actividades porque se había vivido una experiencia muy especial.

Andrea Rébola, profesora de Educación Física de la institución y una de las docentes a cargo del proyecto, cuenta: “En ese momento yo vi que esto debía seguir, no podía quedar en la nada hasta el próximo año. Pude descubrir el disfrute de los niños junto a sus abuelos y cómo la preparación de una obra compartida colabora en reforzar el vínculo afectivo que hay entre ellos. Además, la actividad rescata a los cuentos tradicionales y sus valores. Sin dudas, tenía que continuar”.

EL GRUPO

Luego de aquella puesta en escena inicial, a estos primeros abuelos artistas se sumaron otros y de esta manera se terminó de formar el primer grupo de “Abuelos al jardín”. Hoy ya son 20 los integrantes que, a partir de reuniones semanales en el colegio, preparan las actividades para luego llevarlas a niños y adultos de distintas instituciones.

“Se formó un grupo muy lindo -comenta Chichita Ormaechea, una de las abuelas actrices- que trascendió por fuera del escenario. Siempre nos juntamos a charlar, una trae una mermelada que hizo, la otra una torta casera”.

El alma mater del grupo es la dupla conformada por las profesoras Andrea Rébola y Malala Stamatti, quienes insisten en que “todos los integrantes son muy importantes porque cada uno hace al conjunto”.

De acuerdo a las actividades o invitaciones recibidas, semana a semana se va programando, preparando y ensayando la próxima presentación. Andrea explica: “No sólo mostramos nuestras obras dentro del jardín sino que hemos tenido la posibilidad de ir a hogares de ancianos o a escuelas para chicos con capacidades diferentes, así como a otros colegios e instituciones. Vamos a lugares donde llevamos alegría y amor, nuestro objetivo es llenar corazones, tanto de niños como de grandes”.

ALEGRÍA COMPARTIDA

Del grupo y sus actividades no sólo forman parte los adultos mayores sino también los niños. Ésta es la raíz de la alegría y el entusiasmo que se genera con cada iniciativa y es también la razón de ser de “Abuelos al jardín”. El objetivo, según las hacedoras de esta propuesta, es principalmente revitalizar y volver más fuertes las relaciones entre los abuelos y sus nietos, un deseo y una búsqueda que siempre está presente en ambas partes.

“Es lindo -comenta Chichita- descubrir la alegría de los chicos cuando ven que sus abuelos participan, están chochísimos. Hay algunos integrantes del grupo que incluso le hacen a sus nietos un traje igual al de ellos”.

Además, Andrea resalta la importancia de lo que los grandes tienen para dar. “Los abuelos -asegura- tienen mucha experiencia y sabiduría. Siempre digo que el caminar más lento de las personas mayores no es señal de agotamiento, sino de saber detenerse a descubrir lo maravilloso de la vida y cada uno de sus momentos. Por otro lado, creo que en un rinconcito de cada abuelo hay todavía un niño, nuestra idea es despertarlo. Por eso, todo esto es una caricia al alma, un regalo al corazón. Siempre digo que nosotros llevamos alegría, pero es mucha también la alegría que recibimos en los momentos que compartimos con los espectadores. Todos disfrutamos”.

TRABAJO DE EQUIPO

En el proceso de creación, la profesora Malala Stamatti es la encargada de redactar la obra. A partir de allí van surgiendo los personajes y se designa quién lo va a interpretar; entonces cada abuelo está encargado de preparar su propio vestuario. Lunes a lunes se avanza, primero con la lectura, luego con la interpretación del cuento o la historia, más adelante se escucha la música, y finalmente se pasa al salón de actos para ubicarse en el espacio y ensayar.

Andrea y Chichita recuerdan una obra, “El gran desfile”, en la que uno a uno aparecían en el escenario los personajes tradicionales de un pueblo. Fue una puesta impecable, se destacó por la dedicación y la caracterización de cada uno: el chocolatinero, los abuelos en la plaza, las damas, etc..

“Hay mucho entusiasmo: luego de hacer una obrita ya estamos pensando en otra nueva, en renovarnos. Siempre con la idea de llegar a los demás”, cuenta Andrea.

El grupo agradece también el apoyo de los directivos y de la comunidad del colegio Adoratrices. “Tener este grupo en el jardín es muy importante -reconoce Andrea. Desde que yo era chica actuaba en el colegio, en todos los actos. Después estuve en el grupo de teatro de la comuna de mi pueblo, San Vicente. Luego me vine para Santa Fe y siempre decía que cuando fuera grande iba a estudiar teatro, pero no fue posible. Por eso, agradezco a la institución que me da la posibilidad de cumplir mi sueño y participar en esta propuesta”.

PALMIRA Y RAMÓN

Todos los años, el grupo estrena una obra que se presenta en el salón de actos del jardín Adoratrices. Este 2013 presentaron su versión de la canción “La mojarrita Palmira y el moncholito Ramón”, con la presencia -incluso- de su autor, Miguel Ángel Morelli.

“Fue muy emocionante -recuerda la profesora- porque quisimos rendir un homenaje a lo nuestro, a nuestra patria, a nuestra tierra y al paisaje de la costa, que es un regalo de Dios”.

Chichita Ormaechea recuerda: “La escenografía fue maravillosa, todo hecho por el grupo, cada abuelo puso su granito de arena. Hasta llevaron una canoa que nos prestaron desde el Club Regatas; la gente colabora. Había también plantas, ramas de sauce, camalotes y hasta un perfume propio de la costa. Fue hermoso, hay que destacarlo. Lo mismo pasa con el vestuario, hay que ver el entusiasmo que todos ponen a la hora de prepararlo. Cada uno se hace su traje con mucha dedicación, disfruta mucho. A veces pensamos que va a ser todo muy tranquilo y sencillo, pero nada que ver”.

Anteriormente, los abuelos presentaron otros cuentos y canciones tradicionales como “Manuelita”, “Blancanieves y los siete enanitos”, “El patito feo” o “El casamiento de Caperucita Roja”. Ellos destacan que siempre se intenta dejar un mensaje con valores positivos.

“Esta actividad hace a los abuelos sentirse muy bien. A veces pasa que algunos ven muy poco a sus nietos, entonces ésta es una posibilidad de estar con ellos. Por eso invitamos a sumarse aquellos que estén interesados”, explica Chichita.

A su vez, se busca que los niños valoren lo que los adultos mayores tienen para ofrecer. “Incluso los chicos que no actúan también se enganchan -agrega la abuela. Uno se da cuenta por sus miradas, están sorprendidos y ninguno se mueve. Ellos se ponen muy contentos porque esta actividad reúne a toda la familia”.

Reconocimiento

Con motivo de la celebración de la Semana de los Jardines, el Ministerio de Educación organizó un proyecto que se llamó “Santa Fe educa jugando”. Los “Abuelos al Jardín” fueron invitados para cerrar las actividades de esta propuesta en un gran evento que convocó alrededor de 1.000 personas en el gimnasio del Colegio Don Bosco.

El grupo recuerda que esta iniciativa se transformó en una experiencia maravillosa. Además, en el encuentro recibieron un reconocimiento muy importante de las supervisoras María Luisa Ferrer y Olga López.

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Los abuelos visitan con sus obras de teatro escuelas especiales y hogares de ancianos.

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Miguel Ángel Morelli participó de la presentación de “La mojarrita Palmira y el moncholito Ramón”.