El secreto de sus ojos

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En el corazón del centro comercial de Barrio El Pozo funciona la “Biblioteca popular santafesina para ciegos”. Sus servicios, sin embargo, no se agotan en las personas con discapacidad visual sino que cubren las necesidades de todos los que deseen acercarse a este rincón, para acceder a la lectura.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. GUILLERMO DI SALVATORE.

Rosa Pallero considera en su corazón que su vida ha sido una gran bendición. Junto a su marido enseñó a sus hijos la importancia de la lectura y del estudio, la libertad que brindan el conocimiento y una carrera universitaria, y los ha encaminado como personas de bien.

Pero Rosa sintió que su tarea no podía concluir en sus propios hijos, y que de alguna manera debía retribuir a la vida todo lo que su familia recibió. “Es un compromiso, todas las personas deberían tener ese pequeño deseo de realizar cosas por la comunidad. Es importante, todos tenemos que poner nuestro granito de arena porque si no esto no se corrige. Y lo mío es eso, mi granito de arena”, comenta.

Y la forma de ese aporte no se hizo esperar. Luego de colaborar durante años en dos instituciones dedicadas a mejorar la calidad de vida de personas con discapacidades visuales, notó que el acceso a la lectura para estas personas era una cuestión pendiente. “Vi que faltaba este servicio. Y pensé, ¿por qué no yo? ¿Por qué no hacer algo al respecto, si se necesitaba?”.

Fue entonces -diez años atrás- cuando decidió abrir las puertas de su hogar e instalar allí un espacio totalmente digital destinado al servicio de personas con problemas visuales.

Con el tiempo, y mucho esfuerzo, el equipo liderado por Rosa logró conseguir un local ubicado en pleno centro comercial de barrio El Pozo. El sitio era ideal, de cara a la plaza y a la vista de todo el barrio, este pequeño rincón se abría hacia toda la comunidad, extendiendo sus servicios además a personas que si bien no sufrían problemas visuales, compartían el amor por el saber.

“Siempre me alegro por cada persona que ingresa a la biblioteca, porque cada una de ellas está abierta al conocimiento. Y eso para mi es muy importante porque creo que el conocimiento es lo que nos va a llevar al discernimiento”, explica Rosa.

Y hoy son varios los vecinos que se acercan a esta biblioteca. Las instalaciones cuentan con un gran caudal de material digitalizado y en audio, ofreciendo no sólo material educativo para niños, jóvenes y adultos, sino obras de literatura en general. Además, los viernes se ofrece un taller de Inglés, para todos los niveles de estudios, que puede resultar un apoyo escolar para quienes necesiten ayuda escolar o para cualquier persona que quiera simplemente aprender.

“Lo nuestro es un trabajo de hormiga, pero tratamos de pensar en el usuario, a él dirigimos siempre nuestro esfuerzo: al niño que viene a buscar conocimiento, al joven que viene a las corridas para terminar un trabajo práctico, a las personas que deseen buscar alguna novela para leer en su tiempo libre... Todos son bienvenidos”.

Y efectivamente, esta calidez en la bienvenida y el esfuerzo que se lleva a cabo dentro de esta institución se palpan apenas se cruza la puerta de entrada.

Allí, más de 2500 obras esperan ansiosas en los estantes a quien decida acercarse. Es lo único quieto dentro de este lugar. El resto es todo movimiento. Un grupo de obreros trabaja en la refacción de un ambiente que pronto estará destinado a una sala de informática para todos los vecinos, aunque especialmente pensado para personas con discapacidad visual. Y Rosa ordena los libros y juegos utilizados hace un momento por algunos chicos del barrio, mientras nos muestra una pilita de volúmenes con etiquetas en sistema Braille en sus cubiertas. “En este momento, un joven que también tiene dificultades visuales, Juan Pablo Rosel, nos está brindando una ayuda invaluable colocando, en libros y audiolibros, el nombre correspondiente a cada uno en sistema Braille. De esta manera, la persona ciega puede tener independencia en sus elecciones, aunque siempre cuenta con nuestra ayuda en lo que necesite”, explica.

En el relato de Rosa se deja ver que su principal preocupación no sólo es ayudar a los ciegos que deseen leer. Hay una especial devoción de esta generosa mujer, destinada a los más pequeños. “Me gusta ayudar al niño que se acerca a buscar algún material didáctico o algún libro. Los días de lluvia vienen mucho, sobre todo para usar los juegos de mesa que tenemos disponibles. Yo aprovecho para que aprendan algo, intento acercarlos a la lectura. También me gusta brindarles un espacio para que puedan dibujar y pintar, que ellos puedan plasmar en una hoja el producto de su creatividad o de las historias que han leído en esta biblioteca”, cuenta.

Y es que a este pequeño rincón del mundo no sólo se acercan chicos de barrio El Pozo. También acuden en busca de libros, chicos de Colastiné, La Guardia y La Vuelta del Paraguayo. De aquí la preocupación constante de Rosa de brindar el mejor servicio posible y sus ansias de alcanzar algún día su biblioteca soñada: con mesitas especiales para pequeños, con actividades entre padres e hijos, con tener a disposición todos los libros que sean necesitados por algún estudiante, y con consolidar sus servicios hacia aquellas personas que han nacido con el desafío de no contar con una vista óptima aunque sí con un enorme deseo de saber.

UNA CUOTA DE SOLIDARIDAD

Mantener un espacio de este tipo, que brinde no sólo un servicio primordial para las personas con ceguera, sino que también abra la posibilidad de acceso a la literatura a todas las personas de la zona, no es sencillo.

La biblioteca es de acceso gratuito, cualquiera que desee consultar material puede ingresar libremente y realizar sus trabajos e investigaciones con la atenta colaboración de Rosa.

Sólo aquellos que necesiten llevarse el material o los libros a sus casas, deben pagar la cuota de socios.

Y aquí radica el mayor problema de este sitio. “Hoy no todas las personas tienen la posibilidad de pagar una cuota en una biblioteca. En nuestro caso, pedimos un aporte mensual de diez pesos a nuestros cerca de 80 socios. El inconveniente es que no todos cumplen y que parte de ese dinero se destina al pago del cobrador. Es importante destacar que nosotros no obtenemos ningún beneficio personal en lo dinerario. Todo lo que se recauda, se reinvierte acá. Si hay libros que se necesitan, se compran, sobre todo aquellos incluidos en la currícula escolar. Es muy difícil trabajar con tan pocos medios disponibles, pero creemos que nadie debe privarse de leer ni de estudiar. Por eso, por más que nos cueste, intentamos conseguir todos los libros que la gente necesite”.

Y es allí mismo donde radica la fuerza de esta mujer, el secreto de sus ojos: el haber tenido la capacidad de ver más allá: más allá de la educación de sus hijos, más allá de las dificultades, de las discapacidades y de una exigua cuota societaria, más allá de su salud y de su propia falta de tiempo. Rosa ha sabido ver la riqueza invaluable que tiene para una sociedad, la construcción de un puente al conocimiento.

“Yo sigo trabajando, no sé hasta donde voy a llegar, pero seguiré trabajando. Las puertas de la biblioteca siempre están abiertas, todos son bienvenidos. Personalmente, tengo mucha confianza en la sensibilidad de la gente, en que entiendan la importancia que tiene una biblioteca dentro de una comunidad, sobre todo para los más chicos”, concluye.

¿QUÉ SE NECESITA?

Los días viernes se realizan, para los niños, talleres de creatividad, pintura, dibujos, son actividades de libre expresión, y se les facilitan juegos didácticos. Por ello, se necesitan materiales como lápices de colores, crayones, fibrones, temperas, pinceles, gomas, hojas para dibujo.

Estanterías: muchos de los libros se mantienen embalados en cajas, debido a que no tienen amoblamiento adecuado en donde colocarlos. También muebles que tengan puertas para guardar material en audio, los cuales se utilizan para la atención a personas ciegas.

Computadoras y escritorios propicios para estas máquinas, ya que han presentado los proyectos correspondientes a la Conadis, pero aún no han obtenido respuesta.

Mesitas plegables y sillitas para los niños más pequeños.

Libros escolares, sobre todo del nivel primario, de ciencias sociales, historia de Santa Fe y sobre los antiguos habitantes de nuestra región.

Libros para los estudiantes terciarios, relacionados con la docencia, psicología, psicopedagogía, y sobre actividades lúdicas.

Por último, los encargados de este espacio, invitan a aquellas personas docentes que deseen realizar apoyo escolar o alguna otra actividad, como un servicio solidario. Para ellas, las puertas de La Biblioteca Popular Santafesina están abierta.

PARA AYUDAR ALUBA

Las personas interesadas en colaborar con este proyecto pueden dirigirse al Centro Comercial de barrio El Pozo, calle Luis Leloir 1100, planta alta, pegado a la escalera; e-mail: [email protected]; teléfonos 451-0037, de 8.30 a 13.30 y de 17.30 a 21, y al 154-672650.

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La Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba) es una ONG que atiende a 30 adolescentes y jóvenes con trastornos alimentarios. Pero el atraso de los pagos por parte de las obras sociales está dificultando el pago del alquiler, los servicios y los sueldos de los profesionales (tres psicólogas, un médico clínico y un psiquiatra).

La asociación brinda un abordaje interdisciplinario y grupal a personas con trastornos alimentarios, como bulimia, anorexia, trastornos por atracón (comer grandes cantidades en poco tiempo), vigorexia (obsesión por el cuerpo musculoso), permarexia (hacer dieta permanentemente), ortorexia (comer sólo lo “sano y natural”) y los trastornos de alimentación en la infancia (niños que rechazan determinados tipos de alimentos: por ejemplo no comen nada de color verde).

“Acá atendemos a todas las personas, tengan o no dinero u obra social. También recibimos derivaciones del sector público (hospitales)”, detalló Jorgelina Godoy, empleada de Aluba.

Los tratamientos son largos -cuatro años como mínimo- porque “implican aprender nuevas pautas familiares, mejorar las relaciones e insertarse socialmente”, explicó la psicóloga Rita Cabrera.

La ONG solicita que las obras sociales regularicen su situación y también apelan a la solidaridad de la ciudadanía. “Si algún particular puede ayudar será bienvenido. Mucho de lo que tenemos, como las computadoras, los calefactores y el microondas se compraron gracias a donaciones”, detalló.

El gasto más importante es el alquiler de la casa donde atienden a las pacientes (4 de Enero e Irigoyen Freyre). A fin de año se les vence el contrato y tendrán que buscar otro inmueble.

Contacto:

452-1050 (lunes, miércoles y viernes de 8 a 13; martes y jueves de 8 a 17); e-mail: [email protected].

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COLABORACIÓN PUERTAS AFUERA

Rosa es la cabeza visible de una comisión de siete personas que se destacan por su esfuerzo permanente en la puesta en funcionamiento de este espacio.

Sin embargo, sus tareas no se agotan en las horas de atención dentro de la biblioteca, sino que también extienden sus servicios a personas de la tercera edad con problemas visuales, que tienen inconvenientes en aprender el sistema Braille o en manejar nuevas tecnologías.

Pensando en estas personas, se brinda un servicio especial mediante el cual se ofrecen los audiolibros o la lectura a domicilio. “Es por esta razón que no puedo tener abierta la biblioteca durante todo el día, porque algunas tardes visito los hogares de adultos mayores que tienen una dificultad visual real, y les leo. Dedico todo mi día a la biblioteca y a las lecturas. Si bien parecería una tarea agotadora, lo cierto es que el amor a mi trabajo hace que el esfuerzo no sea tal”, cuenta Rosa.