editorial

¿Para qué sirven las primarias?

  • El sustento ideológico de las Paso es ampliar la participación y el compromiso de los votantes, y aumentar la legitimación y representatividad de los candidatos.

Una primera respuesta al interrogante que encabeza estas líneas es de tipo formal-institucional: las Paso (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) sirven para que los votantes escojan quiénes serán los candidatos de cada fuerza política en las elecciones generales.

Desde el punto de vista político y democrático, hay que responder que esta instancia se plantea como superadora del mecanismo anterior -las internas cerradas, en las que los candidatos de cada partido eran elegidos exclusivamente por los afiliados-, en la medida en que el grueso de la ciudadanía participa del proceso de selección, y no queda reducida a tener que escoger entre un puñado de opciones, a las que puede considerar insatisfactorias y también impuestas por estructuras que le resultan ajenas.

En este punto, el mecanismo gana en participación, compromiso del electorado, representatividad de los candidatos y legitimación de los mismos, ya que incluso quienes no estén de acuerdo con su postulación deberán conceder que cuentan para ello con el aval de un sector cuantitativamente atendible de la comunidad, sobre todo por el hecho de que -además de imponerse a sus rivales internos-, deben alcanzar un piso mínimo de voluntades para poder participar de la siguiente etapa.

Las Paso fueron habilitadas a nivel nacional, no sin demoras y reticencias, en el contexto de las reformas políticas con que se buscó rehabilitar la actividad, luego del descrédito instalado tras la crisis de 2001. En el caso de nuestra provincia, en particular, el sistema de primarias vino a relevar al cuestionado y distorsivo doble voto simultáneo (establecido por la llamada ley de Lemas), que transfería a la sociedad las internas partidarias en el mismo acto de las generales, y tenía como efecto habitual que quien se alzara con el triunfo -por la sumatoria de sufragios de las demás propuestas, a veces marcadamente contrapuestas, de una misma fuerza política- no fuese necesariamente el candidato más votado.

Santa Fe avanzó todavía más con la instauración de la boleta única, que permite a los votantes discriminar mejor sus opciones, sin el “efecto arrastre” de la boleta sábana; aunque todavía subsiste la lista sábana, apta para cobijar bajo un rostro o un apellido de público conocimiento a una serie de dirigentes ignotos o eventualmente indeseables.

Las bondades de las primarias quedaron, no obstante, neutralizadas por voluntad de los representantes de distintas corrientes partidarias que, en lugar de dirimir ubicaciones entre sí, prefirieron competir por afuera bajo otras denominaciones formales o con estructuras paralelas. En los casos en que esto no ocurrió así, los votantes tendrán realmente la posibilidad de consagrar la nómina partidaria con la que se sientan mejor representados, o incluir en ella a un referente de otro sector.

Como se puede apreciar en este sucinto panorama, las Paso suponen una herramienta mejoradora y mejorable, que aún tiene un largo camino que recorrer para alcanzar su nivel óptimo y sobreponerse al desdeñoso quietismo y las especulaciones de ocasión.

En el caso de nuestra provincia, en particular, el sistema de primarias vino a relevar al cuestionado y distorsivo doble voto simultáneo